La inexperiencia del líder priísta
¬ Augusto Corro jueves 15, Feb 2018Punto por punto
Augusto Corro
Las encuestas reflejan que el precandidato presidencial priísta, José Antonio Meade Kuribreña, no crece. Los números lo plantan en un tercer lugar.Los factores que tienen al aspirante tricolor sin avanzar son múltiples. Pero sin duda, uno de los más importantes es la novatez del líder de esa organización política, Enrique Ocho Reza.
Sin ser un sabio de la política, se daba por conocido que Meade Kuribreña tendría que salvar un sinnúmero de obstáculos para alcanzar un buen lugar. Imposible lograrlo con colaboradores inexpertos.
Ese es el caso de Ochoa Reza que con su falta de manejo político tiene descontentos, inconformes, a los militantes priístas, principalmente a aquellos que no les tocó hueso en la repartición de curules o alcaldías, etc.
Trascendió que ya algunos inconformes hasta solicitaron la destitución del dirigente.
Esa versión sobre la inconformidad de los priístas rápidamente fue desmentida, “es falso”, dijo el coordinador de los diputados tricolores, Carlos Iriarte.
¿Qué sigue? Pues analizar los pros y contras de la gestión de Ochoa Reza al frente del partido. ¿Es un personaje político con la personalidad suficiente para llevar sumar votos al candidato tricolor?
Si el dirigente priísta no consigue la unidad interna en su organización política, ¿qué se espera de él? En las condiciones en que se encuentra, nada. Su manejo político no se ve.
En el fondo, más de un priísta se encuentra resentido por la forma en que se llevó la designación del candidato tricolor. Con la idea de que la corrupción ahoga al PRI, se optó por nombrar a un ciudadano independiente, aunque ya desempeñó cargos importantes en las administraciones del PAN y del PRI.
Pues sí, fue Meade Kuribreña el destapado ante los priístas que tienen largos años de militancia con los méritos suficientes para aspirar a la candidatura presidencial por su partido.
Fueron ignorados. Si bien es cierto que México padece la epidemia de gobernadores priístas corruptos, no todos los políticos de esa institución política son pillos; pero la decisión para designar a Meade Kuribreña como candidato vino de arriba y todos a disciplinarse.
Lo que parecía una decisión precipitada se confirmó. ¿Quiénes serían los mariscales que ayudarían al candidato en la campaña? Ahí estuvo una de las fallas.
Como líder del tricolor continuaría el conflictivo Ochoa Reza. En el cuarto de guerra políticos quemados, como el panista Javier Lozano, conflictivo y rijoso, también funcionaría como asesor.
El destape de Meade Kuribreña fue burdo. Se intentó darle a ese hecho la fuerza política necesaria a un candidato, arroparlo, como ocurría en el pasado, cuando los tres sectores, popular, obrero y campesino, que integraban el PRI se desbordaban en la cargada a favor del designado.
El presente es otro. Los líderes como el todopoderoso Fidel Velázquez ya no hay. En su lugar quedó un títere político al frente de la CTM. En el sector campesino también ocurre lo mismo, a su dirigente apenas si se le ve en algún acto público. El PRI no quiere saber nada de corruptos, pero sí juntaron a su aspirante presidencial con uno de los dirigentes más corruptos, Carlos Romero Deschamps, el dueño del sindicato petrolero.
Esos encuentros con personajes de la política señalados por sus pillerías no favorecen al candidato Meade Kuribreña.
Como señalamos, el aspirante priísta llegó a buscar el máximo poder político, pero sin los asesores idóneos. Así se nota en su cuarto de guerra. También en la inexperiencia del dirigente Ochoa Reza.
En las extrañas reglas de la contienda electoral nos encontramos en la segunda etapa: la intercampaña que terminará el próximo 30 de marzo. Después se entrará de lleno a la campaña que culminará el 1 de julio.
De hoy al 1 de julio el PRI revisará su proyecto electoral y tendrá la oportunidad de realizar cambios entre sus asesores para conseguir votos, que es lo que se persigue finalmente.
Y no será con personas como Ochoa Reza que en su inexperiencia se atreve a usar frases racistas en sus discursos, como el llamar prietos a los militantes de otro partido, como si él fuera de otra raza superior.
Pero el dirigente tricolor no sólo se encuentra en el ojo del huracán por sus dichos, sino por su incapacidad de negociador en los conflictos de los militantes priístas inconformes que no fueron tomados en cuenta para algún cargo de representación popular.
En fin, la inexperiencia de Ochoa Reza no rinde frutos (votos) en esta importante temporada electoral.