Farsa y farsantes
Alberto Vieyra G. miércoles 14, Feb 2018De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Concluyó la primera parte de la farsa. Viene el periodo de la interfarsa, y a partir del 31 de marzo, viene la farsa de todas las farsas: La madre de todas las batallas electorales en la que los farsantes buscarán conquistar el gran poder político de México representando fielmente una farsa.
Sí, falta el banquete más pestilente en el que los farsantes harán cera y pabilo de un electorado al que la clase política ha convertido en pagadores de impuestos y viles objetos de uso electoral. Y es que el farsante, o los farsantes, usarán siempre cualquier recurso de engaño para vender una falsedad.
Con farsas y falsedades, la bestia trumpiana, Donald Trump, llegó al poder y cada que despertamos ahí sigue la bestia representando nuevas farsas.
Se supone que, en la interfarsa, los farsantes que aspiran a la silla presidencial no pedirán el voto ni aparecerán en spots, pero no olvidemos que, en una farsa, las leyes salen sobrando, pues, quien hace la ley hace la trampa. Por lo cual ellos seguirán apareciendo en los medios de comunicación, interpretando cada uno su farsa.
Y cuál es el resultado de esa primera farsa. En la precampaña o prefarsa vimos a un San Juan Diego López Obrador adueñado del escenario, con propuestas absurdas e irrealizables como una contra-reforma educativa que sería de un peligroso costo para la nación, dar empleo a más de 2 millones y medio de ninis, reducir el sueldo de la alta burocracia, desaparecer al Estado Mayor Presidencial, quitar el sueldo a los zánganos ex presidentes de México y cancelar el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, que es la propuesta más brutal que he escuchado, que acabará con la corrupción y, en fin, que equítate tú pa` ponerme yo.
En la otra farsa, vemos al “yo-yo” niño canalla, Ricardo Anaya, diciendo que: “Yo, yo, yo solito voy a sacar de Los Pinos al PRI corrupto…” cuando a él le agarran los dedos con la puerta con escándalos inmobiliarios de corrupción; que implantará la renta básica para todos los mexicanos, pero no dice cómo ni de cuánto estamos hablando, y que “el yo-yo” le va a cambiar a México hasta el modito de andar.
Vimos, también, la farsa tricolor con un José Antonio Meade experto en las artes económicas y, como dice el niño canalla: “Con una honestidad y una verticalidad a toda prueba”. Su propuesta para combatir la corrupción en México ya está, incluso, en el Poder Legislativo y prometiendo un gobierno de continuidad, parece haber aprendido ya su farsa para conquistar la silla presidencial. En algo así como 2 meses, don Pepe Meade ya es conocido por el 80 por ciento de los electores y, de entrada, eso es ya una odisea política, a diferencia de Don Peje Juan Diego, que lleva tres sexenios como chivo en cristalería. ¿Quién ganó, entonces, la prefarsa?
Parece, a todas luces, no haber farsantes ganadores, porque no hay propuestas todavía que realmente motiven al electorado a cambiar de chaqueta, incluso por alguno de los no muy independientes que buscan la silla presidencial y que no son otra cosa viles esquiroles que buscarán llevar agua a su molino, es decir, a sus ex partidos y, de paso, fragmentar el voto para favorecer al PRI, tarea fundamental que también tiene el Peje Juan Diego y todo para beneficiar a la derecha panista e izquierda perredista, para quienes, el PRI, es el enemigo común a vencer, es decir, el perro rabioso al que hay que desaparecer. La interfarsa o intercampaña, permitirá a los electores mexicanos, reflexionar sobre las principales farsas y los farsantes, para que no nos ocurra lo mismo que les ocurrió a los norteamericanos al llevar un farsante a la Casa Blanca.