Segundos lugares
Ramón Zurita Sahagún miércoles 14, Feb 2018De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
En los comicios, como en la mayor parte de las cosas, los segundos lugares no son nada satisfactorios y menos lo son cuando se asoma la sombra de la duda sobre el triunfador.
Actualmente, el segundo lugar en las preferencias ciudadanas se ha convertido en una disputa entre dos de los tres candidatos presidenciales, los que pelean por encontrase en ese distante sitio.
Ricardo Anaya Cortés y José Antonio Meade Kuribreña, abanderados de las alianzas conformadas por PAN, PRD y MC, el primero y PRI, PANAL y Verde, el segundo, se encuentran trenzados en una constante refriega por mostrar la veracidad de ese nada honroso segundo lugar.
Ambos argumentan que ese sitio les permite estar cerca del puntero, Andrés Manuel López Obrador, postulado por Morena, PT y PES y que a partir del 30 de marzo, uno de ellos se rezagará y el otro avanzará rápidamente para enfrentarse el puntero.
En la historia electoral de México existen esos segundos lugares en los comicios, donde fue muy notorio el síntoma de fraude, aunque en ninguno de ellos se pudo comprobar tal cosa.
Ese segundo lugar que hoy pelean Anaya Cortés y Meade Kuribreña, no sirvió de mucho para Andrés Manuel López Obrador en 2006, cuando quedó a menos de medio punto porcentual del ganador oficial de la elección presidencial, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.
De los más de 41 millones de votantes, 15 millones sufragaron por el candidato del PAN y 14 millones 850 mil por Andrés Manuel López Obrador, lo que provocó que el porcentaje del primero fuese de 35.89 y de 35.49 el segundo. Este proceso electoral ha sido el más cuestionado en la historia moderna de México, donde abundan los señalamientos de fraude, una y otra vez, en que los derrotados no han quedado conformes.
Aquella ocasión (2006), las protestas fueron muchas, pero a pesar de ello no ocurrió derramamiento de sangre, con todo y el bloqueo que hicieron los inconformes en Paseo de la Reforma, una de la avenidas más emblemáticas de la Ciudad de México.
Siendo estos los comicios más cerrados en la historia de México, contrastan notablemente con otros que fueron protestados y se argumentó fraude, donde si hubo derramamiento de sangre. Después del proceso electoral de 2006, el de 1988 se registra como otro calificado de fraudulento por los opositores.
A diferencia de 2006 en que el candidato del PRI, Roberto Madrazo Pintado reconoció su derrota en forma inmediata, en 1988 ninguno de los principales participantes lo hicieron.
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, postulado por el Frente Democrático Nacional; Manuel de Jesús Clouthier del Rincón, abanderado de Acción Nacional y Rosario Ibarra de Piedra, del Partido Revolucionario de los Trabajadores, unieron esfuerzos para protestar en contra de lo que catalogaron como un fraude electoral favorable al candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari.
Los resultados oficiales indicaron que Salinas obtuvo las victoria con el 50 por ciento de los sufragios, Cuauhtémoc quedó segundo lugar con el 31 por ciento, Clouthier con el 17 por el ciento y Rosario el 0.42 por ciento.
Gumersindo Magaña, el otro contrincante, postulado por el PDM no participó en las protestas.
En esta elección si se produjeron hechos de sangre, como fue el asesinato, entre otros, de los principales operadores electorales del FDN, ocurrido un par de días antes de los comicios.
Durante el proceso electoral de 1952 ocurrieron hechos de represión, para frenar el avance que conseguía el candidato del Frente de Partidos del Pueblo Mexicano, Miguel Henríquez Guzmán.
Lo peor vino el día de los comicios y se agudizó cuando se concedió el triunfo al priista Adolfo Ruiz Cortines, por un gran margen. 74 por ciento de los votos le fueron otorgados al priista, mientras Henríquez Guzmán se tuvo que conformar con el 15 por ciento.
Ese resultado provocó la protesta de los seguidores del candidato del FPPM, quienes se reunieron en la Alameda del Distrito Federal y fueron dispersados con armas de fuego, muriendo varios de los simpatizantes de este partido.
Doce años antes, Juan Andrew Almazán y Manuel Ávila Camacho fueron protagonistas de lo que fue considerado como uno de los grandes fraudes electorales.
El opositor postulado por el Partido Revolucionario de la Unificación Nacional gozaba de gran popularidad y según los resultados oficiales, solamente alcanzó el 5. 7 de los sufragios emitidos, mientras que el candidato del partido oficial (el padre del PRI), el Partido de la Revolución Mexicana, Manuel Ávila Camacho logró el 93 por ciento de los votos.
Hubo malestar entre la población y se esperaba un levantamiento armado que pronto fue sofocado, por el llamado del propio Andrew Almazán, quien llamó a no hacerlo, en lo que fue considerado como una gran negociación ventajosa para el candidato perdedor que, se dice, recibió grande beneficios materiales y en obras.
Claro que en otros comicios han existido sombras de dudas sobre los resultados de los procesos electorales presidenciales, pero las protestas han sido menores o la sangre no ha llegado al río.
En esta nueva disputa, ubicada como una de las más reñidas, habrá que ver cuál será el resultado, esperando la sangre no llegue al río como sucedió en el pasado.
El obsequioso Gamboa
Si algo sabe Emilio Gamboa Patrón son los códigos para permanecer en los primeros planos políticos.
Ayer dio muestras de ello, placeando al secretario de Hacienda, José Antonio González Anaya, por todo el restaurante en el que comieron.
Lo llevó de mesa en mesa, como su invitado de lujo. Primero a donde comían los senadores José Ascención Orihuela, Ernesto Gándara y Manuel Cárdenas. Después lo hizo con el director del Diario El Universal y el ex gobernador de Aguascalientes. Carlos Lozano.
Sin duda esos son los puntos finos del estilo Gamboa.