Un hombre sin atributos
Francisco Rodríguez lunes 12, Feb 2018Índice político
Francisco Rodríguez
La diva Dolores del Río siempre sostuvo que fue Orson Welles el primer actor y cineasta que recuperó para el celuloide aquella famosa fábula de Esopo sobre el escorpión y la ranita. A partir de su mención en la laureada cinta Mr. Arkadin, de 1955, el clásico griego ha sido plasmado en planas y pantallas de todo el mundo, en todas las épocas.
De tan citada la parábola se ha perdido su origen, pues muchos reclaman su autoría y viene siempre a cuento de cualquier propósito crítico, en todos los renglones de la actividad humana. Sin embargo, su aplicación en el terreno del análisis político es sumamente definitoria y elocuente por sí misma. Hay muchos mentecatos aprovechados a quienes se le puede aplicar sin retobo.
En la historia referida, un escorpión le pide a la rana que le ayude a cruzar el río prometiendo no hacerle daño. A la mitad del trayecto, el escorpión pica mortalmente al batracio, y éste le pregunta incrédulo: ¿Cómo has podido hacer algo así? Ahora moriremos los dos. Ante lo que el escorpión responde: no he tenido elección; es mi naturaleza.
Esopo conocía el alma humana como todos los grandes de la munificencia lágida. Welles jamás dudó en aplicar la fábula para describir al hombre sin escrúpulos, atento a sacar partido de cualquier debilidad o buena fe. Cuando recibió el Oscar a su trayectoria en los 70’s, tuvo el tino de zanjar las diferencias con su personaje Mr. Arkadin, y confesar que había envejecido sin un quinto, gracias a su falta de codicia.
Por las mismas fechas acababa de aparecer la descomunal obra de Robert Musil, el gran literato que había descrito en El hombre sin atributos al representante de la mediocridad y de la ausencia de ideas y de voluntad. Aquél que nació para ser un autómata de las decisiones. Al que no distingue ni la procedencia ni el significado social de lo que ejecuta sistemáticamente.
En El hombre sin atributos, Musil retrata al ejecutivo medio de las grandes empresas tecnológicas, producto de la anomia eidética de la postguerra. Al mandado de la esfera pública . Al que no se pregunta por qué lo hace, sino sólo mide en términos de ganancias y ascenso el beneficio que recibe, pésele a quien sea. Una especie de escorpión, pero sin naturaleza conocida posible, sino con un fin utilitario y despreciable.
Los hombres sin atributos son más comunes y corrientes de lo que se piensa. Se insertan siempre en un engranaje sin memoria, ilustración o dignidad al servicio de los poderosos de todo tipo que necesitan de verdugos sin crudas morales, pues carecen de barniz cultural y de destino. Son los masificados, o si se quiere, Los Trepadores de la Pirámide, a que se refería el brillante sociólogo Vance Packard.
Marcuse los llamó hombres unidimensionales. Toynbee, utilitarios de ocasión; Noam Chomsky, desclasados; todos los han cacheteado, haciendo saber que su naturaleza es prescindible. Pero a ellos no les interesa. Creen, o les hacen creer que la historia los necesita. Que gracias a sus cualidades, el mundo los requiere.
La enorme diferencia entre un escorpión y un hombre sin sentido, un oportunista, reside en la naturaleza de cada quién. La primera es sumamente respetable, la segunda cuenta con un ADN y una maquina cerebral aborrecible y depredadora, cuando no inútil y robadora de oxígeno indispensable para la supervivencia del colectivo.
Hoy en México, cuando las gráficas demoscópicas de las (pre)campañas ya alcanzaron los puntos críticos y el extremo posible de las fuerzas y las capacidades de atracción de los partidos y franquicias políticas, el fallo de la ciudadanía es inexorable y palpablemente cierto. En el fondo nadie se siente motivado, pero todos sujetan sus intereses al caudal.
Hay un marcado desinterés por la suerte de los tres que ocupan las tribunas de los pueblos. Los discursos y los ataques no tienen impacto alguno entre el alma de la población. Todo mundo, azorado, ve venir la avalancha de la fuerza pública sobre sus cabezas, siente el temor de un arreglo cupular entre independientes sujetos al peso de una maleta de dinero oficial, dispuestos a declinar por el mejor postor y así inclinar la balanza. Se creen el fiel de los partidos, y de las pandillas en el poder.
Esperan sólo el momento de la declinación para retirar de inmediato la confianza y la esperanza. Un mes antes de la elección los dados estarán tirados para favorecer al seguro perdedor, empinado desde que empezó la farsa y el circo sin objetivo, excepto mantener la impunidad sobre los daños causados a la Nación, durante el sexenio más depredador de que las nuevas generaciones tienen memoria.
No obstante, en el círculo íntimo festejan la jugada anticipada y descubierta como un logro de la estrategia. Esperan un sitial al lado de los grandes de la historia, debido a un huizache de la peor manufactura, cargado de inquina y odio, confinatorio de cualquier democracia que se llame tal. Son los mariscales de Atlacomulco.
Las primeras ratas que saltarán del barco cuando se anuncie el naufragio tan anunciado y demoledor. Una fiesta que nunca fue, salvo en el cerebrito de hombres sin atributos, de escaladores de pirámides chuscas, de consumidores de éxitos infames. Los primeros que querrán ofrecer su lealtad no pedida al ganador, acostumbrados a rendir innumerables plazas.
Según ellos y sus boletines camuflados de prensa dizque libre, el PRI ha enseñado el músculo (?). El aparato corporativo-empresarial, los caciques regionales, y la claque burocrática han derrochado nuestros presupuestos y se han lucido demostrando la gran convocatoria del partido. Según toda la gente, no saben a qué se refieren. La opinión ciudadana los flagela y los desmiente. Nadie quiere más de lo mismo. Ya ha sido demasiado y venenoso.
Frases huecas, parafernalia retórica sin sentido alguno
Un hombre sin atributos recorre el país con guiones y libretos ordenados y dizque sistematizados. Política pura para la manipulación, pero ni a eso llega, porque los escribanos son tlacuilos de los ignorantes. Para colmo, gente que no conoce y menos tiene pueblo ni pizca de sensibilidad política necesaria para una temporada de crisis y descrédito.
Repite la necesidad de una parafernalia retórica sin sentido, de frases huecas que no calientan un café, asegura que tiende a seguir creciendo en las encuestas porque es el más preparado, el hombre idóneo para sacar a México adelante y prepararnos para lo mejor que está por venir. Lo más chingón. ¡Ups!
De los tres, es el que pisa fondo, y estamos en una carrera que tiene mucho ya está definida. El final de fotografía sólo puede alterarlo el crecimiento de quien se reserva para empujar el acelerador y alcanzar con su elocuencia al candidato puntero. No es imposible. Hemos visto parejeras más cerradas y decantadas en el último minuto.
Los boletines oficiosos de Los Pinos, excesivamente bien pagados para su publicación, filtran la posibilidad de que los funcionarios ofrezcan su mano amiga al verdugo de su candidato, para lograr una transición pactada. A lo mejor no quieren darse cuenta que su oferta desbarrancaría a cualquiera, en el momento que se hiciera efectiva. Es la lepra del poder.
Esa es la otra estrategia ranchera que tienen bajo la manga. Creen que su prestigio es definitorio, que sólo se equivocaron de candidato, cuando nunca tuvieron otro. El establo de esa marca está baldado. Su simpatía sería infernal para cualquiera que se atreviera a aceptarla. Al contrario, los punteros ansían gobernar con legitimidad, sin sombra de dudas y de apapachos de dudoso origen, como su dinero mal habido.
Desde ahora la suerte está echada. Cada quien tendrá que cruzar su Rubicón encima de sus propias monturas, contra todas las advertencias y amenazas de elección del Estado, contra todas las formas posibles de engaño, fraude y represión a mansalva, como lo acostumbran desde siempre.
El único que ya no podrá cruzar al otro lado es el hombre sin atributos, el mejor representante de esa casta de apátridas en el poder que defraudaron y saquearon las riquezas de los mexicanos. El que quiere ser electo para continuar el robo y la miseria ancestral. El que no sabe ni quién le ordena, ni le interesa. Él nació para obedecer y callar, para asaltar y encubrir.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Don Rubén Mújica Vélez me escribió el jueves anterior: “En estos días aciagos la indignación es signo e inicio de honestidad. Pergeñando los 15 volúmenes sobre la vida y obra de Benito Juárez, topé con lo que hace años llamé ‘Una lección de dignidad´’. La actitud del oaxaqueño, obvio, fue diametralmente opuesta a la de EPN. Es un texto de dos cuartillas. ¿Le interesaría publicarlo?” Obviamente, la respuesta fue sí y hoy aparece en el portal http://www.indicepolitico.com. En otro texto, que don Rubén intitula “Juárez en tiempos de canallas”, señala: “Vivimos sin duda tiempos de canallas, de cipayos, de neopolkos sin redención, como aquellos. Tiempos en que los dizque representantes del Estado mexicano se concretan a suscribir órdenes que son aprobadas sin dilación ni reparo alguno por los ‘levantadedos’ que se suman al saqueo de la nación. Hoy el gobierno sin poder alguno, responde a las tropelías provenientes del extranjero, de sus socios, de las cúpulas de enriquecidos por las buenas o las malas del mundo, No hay decoro alguno, pudor ninguno. Vivimos los tiempos de ‘al abordaje’ piratesco, cínico e impune porque la SCJN está integrada por ‘tamemes’, favorecidos y alcahuetes del ocupante de Los Pinos, quien sea este. No hay ética, honestidad o, como decían los abuelos: decencia. La humillación de Trump a Peña ha alcanzado grados de insoportable pena ajena, Sólo que es el Presidente de México, el que ocupa el lugar de Juárez, de Lázaro Cárdenas. ¿Acaso seguirán intentando engañarnos diciendo que las relaciones México-EUA son excelentes como afirma el ‘experto’ en Relaciones Exteriores? Consideran acaso que somos un país de retrasados mentales? Por eso cabe evocar este pasaje que he llamado ‘Una lección de dignidad’. En la peor situación de sus años, acorralado en la leal Veracruz, Juárez fue sujeto a la agresión oficial de un alpargatero disfrazado de embajador español que después se reveló como un sucio enemigo de los liberales y del pueblo mexicano. A sus bajezas, la respuesta de Juárez hay que calibrar la nitidez de un auténtico Presidente de un México Soberano (con mayúsculas) , con todas las responsabilidades constitucionales y con el compromiso de hacer valer la majestuosa representación de nuestro pueblo, Respuesta directa carente de la vulgaridad del español abusivo y lépero. Digna respuesta que a todos los mexicanos, entonces y ahora nos llena de orgullo y permite reafirmar la convicción que un pueblo que ha tenido un Presidente de esa altura, es un pueblo eterno, sólido y orgulloso de su pasado, combativo por un futuro digno. Por un futuro sin corruptos y traidores que enfangan el suelo nacional.” (Este texto debería ser de obligatoria lectura en todas las escuelas de México).
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