Ganará quien prometa hacer justicia a los traidores
Francisco Rodríguez viernes 9, Feb 2018Índice político
Francisco Rodríguez
Haga usted el siguiente ejercicio: con cualquier persona que usted pueda platicar en la calle, en estos tiempos de denuestos, violencia desatada, carestía y promesas políticas, le va a confiar un secreto a voces: México no tiene solución mágica ni inmediata para los próximos decenios. Nadie puede ser capaz de tener una varita mágica para solucionar en el corto plazo los grandes problemas heredados por sus antecesores panistas y tecnócratas, dizque priístas.
El desastre es general y total. Podría decirse que, actuando con rectitud, honestidad y justeza, debemos reconstruir nuestro país desde sus bases. Retomar los fundamentos constitucionales e ideológicos de nuestros ancestros para tener una idea de hacia dónde vamos, y qué debemos hacer, con proporción y equilibrio.
Por ello, los planteamientos de las precampañas son algo menos que nulos. A la gente no le dicen nada nuevo, sólo retintines y resonancias de lo que tanto se ha prometido. Y nada ha podido hacerse por sus antecesores en los máximos cargos, ni por las banderas de transparencia y rectitud con las que se pide el voto popular.
La reconstrucción tardará muchos años, en los que será necesario armarnos de patriotismo e idea clara de nación para poder sobrevivir al aquelarre, a esta noche negra que cayó sobre nuestras espaldas. Ya el gran maestro de la República española José Ortega y Gasett lo decía sin subterfugios.
El que no pueda lo que quiera, al menos que quiera lo que pueda, decía Ortega. Lo grave es cuando esto no se entiende. Hay quien quiere lo que no puede y quien si lo puede pero no lo quiere ni empezar. Tomando en cuenta lo difícil de la tarea que se nos viene encima, debemos reconocer que a pesar de lo que se diga y prometa, muchas, si no todas las ofertas electorales deberán acabar como agua de borrajas.
Hay quien no sabe ni lo que quiere ni lo que puede. Es un acertijo tan complicado como cualquier parábola psicológica. Depende del tamaño de cada quien y de su origen esencial, pandillero o tribunicio. Haciendo tabula rasa de todas las zarandajas que podamos oír entre los amigos y electores, hay un argumento de fondo que une a todos los mexicanos de hoy.
Lo que la gente clama es justicia. Castigo para los depredadores de la patria, para los traidores de la confianza popular, para quienes hicieron de la corrupción su propia religión. México ya no está para perdonar, máxime cuando se le han causado agravios históricos e irreversibles, llevados sólo por la obsesión de tener dinero, de ser más ricos que el más rico.
El día que cualquiera de los precandidatos se pare en una tribuna pública, en debate o en campaña y les prometa a los electores mexicanos tan lastimados que su única propuesta es hacer justicia, ése día estará garantizado el triunfo, si la gente le cree que verdaderamente vaya a tener los arrestos para ejecutar el mandato popular.
No hará falta una campaña de tres meses —en realidad son seis—, ni el gasto excesivo de nuestros malogrados impuestos. No harán falta concentraciones de acarreados y mendicantes, ni reparto de despensas y enseres domésticos o créditos para consumo o vivienda. Con una sola frase, el que la diga, arrasará en las urnas, simplemente porque es la primera condición de una masa inerme y digna de reivindicación a su honor, dignidad e integridad personal. Porque las promesas políticas en un país sin remedio instantáneo salen sobrando, ya llegaron a ser el sustento del hartazgo. Nadie quiere oír discursos sobre lo que alguien promete hacer y no podrá cumplir. De Peña Nieto para abajo, nos han dejado en la cuarta pregunta. La gente quiere una sola respuesta, y quiere creerla.
Pasó el tiempo de las églogas fáciles y los ditirambos de ocasión mitinera. Todo suena hueco y obtuso, y el mundo que hoy nos juzga lo sabe. Basta leer cualquier diario del extranjero para darse cuenta en qué nivel de descrédito se encuentra la clase política mexicana, tan mentirosa y tan odiada por sus supuestas bases sociales.
Sólo no oye quien no quiera oír. La plaza pública está sedienta de justicia para los traidores a la patria. Para quienes dijeron que sabían y podrían. Ya no es posible borrar esa imagen que se traduce hasta en las encuestas bien pagadas. El único juez de los menesterosos es su bolsillo… y su estómago. El hambre de los suyos. La desolación ante el desastre provocado.
La gente ya no quiere que las promesas políticas se parezcan a las cartas del Tarot, a los consejos terapéuticos de conducta y futuro, ni a las máximas religiosas, vagas y ajustables a las necesidades del enfermo que acude a la protección de los demiurgos. La gente quiere orí esa respuesta, seca, rotunda, radiante y ésa sí, mágica.
Ya no quiere observar a los itinerantes y errabundos de los templetes. Los que levantan la esperanza y después hacen todo para no llegar al poder, porque su ilusión es vivir de patear el bote, pastorear al gallo y marear la perdiz. Quienes no quieren cambiar los halagos de la multitud por las mentadas de madre que oirán seguramente cuando se sienten en los sitiales del poder y no puedan caminar hacia alguna parte.
Tampoco quieren oír las promesas de quienes de antemano sabemos que quieren el poder para seguir sirviendo de alcahuetes del capital financiero internacional. De los que quieren sentarse a recibir los halagos y las prebendas sin comprometer un compromiso que subyuga a todos y que a ellos les llena la barriga y el ego.
La proverbial inteligencia del mexicano le indica que ya por ahí no va a ningún lado, aunque se los diga quien presume de haber estado en todas partes, hasta cinco veces en secretarías de despacho presidencial chaqueteras y acomodaticias en los diversos partidos políticos, sirviendo al mismo patrón, obedeciendo al mismo verdugo de todos los tiempos.
La justicia que el pueblo necesita sólo tiene un conducto, pasa por un sólo lugar, al que nadie quiere atreverse a mentar, por no sufrir las ofensas de los medios impresos y radioeléctricos al servicio de las maleta$ de Los Pinos, tan generosas con nuestro dinero, el dinero ajeno que tanto trabajo nos cuesta ganar.
Y ese único conducto sólo pertenece al que sea capaz de pronunciar las palabras mágicas que le permitirán en el poder solvencia, credibilidad y gobernabilidad. Se oye en todos los rincones del país : penas ejemplares para quienes nos han robado. Ni perdón, ni olvido. Justicia a secas. Ésa será la consigna que nunca falle, la que le permitirá al pueblo de México seguir confiando en la política como instrumento de paz y concordia nacional.
Quien sea capaz de prometerlo y cumplirlo le hará un gran beneficio a la nación, que ya no está para plazos ni juegos de palabras. Quiere hechos, acciones soportadas por el valor y el honor. Quiere seguir creyendo en la fuerza de la palabra, un requisito ancestral de la vida entre los mexicanos.
El que pueda prometerlo y hacerlo, leerá los mensajes de las venas abiertas de este país, tan olvidado y desconocido. Necesitamos creer en la fuerza del poder. En el empeño del propósito, en la voluntad férrea de querer ser siempre mejores en todos los rubros.
No más un país de mediocres y fracasados. Pero por ahí se tiene que empezar. Es el requisito sine qua non del futuro previsible de México. Todo lo demás, es lo de menos. ¡Podemos con el paquete!
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Imaginemos lo que Rex Tillerson le habría dicho a EPN en su reunión de hace una semana: “Acepto tu sumisión. Te doy oxígeno. Pero de paso te recuerdo que te la has jugado con China —¿verdad Videgaray—, con Japón —¿o no es así Guajardo?— y con Europa. Para que veas que no olvido y que cualquier día, si quiero, exhibo lo que conocemos en EU de todo esto.” Y es que, cuentan los enterados, desde el 2013 EU estaba molesto con México por estar jugando con dos equipos adversarios, particularmente con China ¡y con Rusia! No les gustó que Peña Nieto fuera a esos países en visita de Estado, tampoco que Ildefonso Guajardo haya ido a Japón. Desde Obama hasta Hillary, pasando por Trump —but of course— se enviaron señales, pero el gobierno federal las ignoró y permitió que sus funcionarios siguieran haciendo negocios particulares usando bienes nacionales y favoreciendo a empresas fachada en sociedad con extranjeras, con las consecuencias que ahora estamos viendo. La nipona Mitsubishi, es el claro ejemplo. Se apropió de la paraestatal Exportadora de Sal y convirtió al secretario de Economía y a su asesor Herminio Blanco —ex de esa cartera— en sus representantes de facto, a cambio de millones de dólares mensuales. Por eso sigue tambaleándose el TLCAN… lo mismo que por las presiones de EU y Canadá para que en México haya salarios dignos, remunerativos. + + + Desde Torreón, Coahuila, escribe don Miguel Ramírez: “ Los telespectadores que el pasado domingo presenciaron por la televisión mexicana el Súper Tazón LII, sintonizaron mayoritariamente el Canal 7 de TV Azteca. Que los aficionados al deporte apasionante que es el futbol americano se hayan inclinado por esta cadena, se explica por varios motivos. Sus cronistas tienen un conocimiento óptimo del deporte de las tacleadas. Enrique Garay, Joaquín Castillo, Pablo de Rubens, Eduardo Ruiz y también Inés Sáinz, cuya presencia siempre es agradable, ilustran de manera muy clara lo que sucede en el emparrillado. Su narración se refiere, básicamente, a lo que pasa en el campo de juego y no caen en el error que cometen los cronistas de Televisa de mencionar exageradamente asuntos personales. Los que somos aficionados a este deporte, consideramos un acierto la forma en que TV Azteca transmite la temporada regular de la NFL. No centra su transmisión en un solo partido sino que en su Ritual NFL incluye bastantes jugadas de varios encuentros que se escenifican a la misma hora lo que nos permite apreciar en qué condiciones se encuentran los 32 equipos que forman esta liga. Envío una sincera felicitación a todo el personal de TV Azteca que está relacionado con la transmisión de los juegos de la NFL, y les digo que ya estoy esperando ansiosamente el inicio de la temporada 2018-2019 de este espectáculo maravilloso que es el futbol americano de la NFL.” Gracias don Miguel. Haré llegar su mensaje a mis compañeros conductores.
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