El gran cinismo
Ramón Zurita Sahagún jueves 8, Feb 2018De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
De verdad los políticos son tan cínicos que no se dan cuenta de sus limitantes o de que su tiempo ya pasó o, simplemente, buscan exacerbar al electorado y les genera adrenalina sentir el repudio ciudadano manifestado en las urnas.
Se creen sus propias mentiras y confían en la desmemoria del ciudadano común y que sus pecados son lavados con el olvido o la falta de interés de los electores por acudir a las urnas.
Uno de los más claros ejemplos de cinismo es el manifestado por el ex gobernador de Michoacán, Fausto Vallejo Figueroa, quien regresa a la disputa de los cargos de elección popular, después de que no pudo terminar con su mandato como gobernante.
Fausto un priista de siempre, protegido por su partido a pesar de diversas derrotas en las urnas, buscó el cobijo de Morena para ser por enésima vez candidato a la alcaldía de Morelia, pero fue rechazado por este partido, por lo que dirigió sus ojos hacia los aliados de AMLO en su campaña presidencial y el Partido Encuentro Social, resultó el agraciado con la rifa de ese tigre llamado Fausto Vallejo Figueroa.
La historia de Vallejo Figueroa es de altibajos, electoralmente, salpicada en los tiempos recientes por una serie de dudas que lo llevaron a solicitar diversas licencias en su desempeño como gobernante.
Fausto se significó durante su administración por padecer enfermedades que lo llevaron a ausentarse en diversas ocasiones del gobierno estatal, solicitando licencias en ocasiones y en otras no fue necesario, ya que su ausencia se traducía a unos cuantos días.
Lo difícil vino, cuando su encargado del despacho y, en alguna ocasión, gobernador interino, Jesús Reyna García, fue detenido, por vínculos con la delincuencia organizada.
Circularon videos en los que se ve a Reyna García dialogando placenteramente con uno de los principales jefes de la delincuencia organizada y se le fincaron responsabilidades de haber servido como puente del crimen organizado que permeó, supuestamente, en la campaña a gobernador de Vallejo Figueroa.
Ocurrió el regreso de Fausto al gobierno del estado, mientras que Jesús Reyna ingresaba a prisión, donde todavía se encuentra, y estalló el escándalo del propio hijo de Vallejo Figueroa, Rodrigo Vallejo Mora, mejor conocido como “El Gerber”, cuyo nexo con el mismo jefe de la delincuencia organizada fue captado en un video en el que departen amistosamente.
La diferencia entre uno y otro encuentro (el de Reyna García y el de Vallejo Mora) es que el ex gobernador interino sigue en prisión y el hijo de Fausto salió libre con una módica multa de siete mil pesos.
Pero si esos “inocentes” incidentes ya salpicaban el gobierno de Vallejo Figueroa, el surgimiento de los autodefensas y la presencia de los grupos de la delincuencia organizada, conocidos como caballeros Templarios, entre otros, provocó violencia y dejó en claro el desastre de la administración del entonces gobernador.
Entre las enfermedades y ausencias de Vallejo Figueroa, la violencia, los excesos adjudicados a su familia, principalmente a su hijo Rodrigo, se gestó la salida definitiva de Fausto, quien argumentó que su enfermedad requería ser atendida.
Se entendió que con su licencia definitiva se establecía el réquiem de la carrera política de Fausto Vallejo Figueroa, un priista con amplia carrera, quien tardó en ser considerado como candidato de su partido al gobierno del estado y a pesar de dos administraciones consecutivas surgidas del PRD, convenció al electorado que sufragó por él.
Los intentos de Fausto por insertarse en la política michoacana habían sido muchos, con triunfos y derrotas alternadas, mostrando que su fortaleza se encontraba en la capital del estado, donde fue alcalde hasta cuatro veces, unas de elección y otras fungiendo como interino.
Se le catalogaba como un político local, por lo que no era considerado para disputar la candidatura al gobierno del estado, ya que había sido derrotado en su intento por ser diputado y senador, no alcanzando en el segundo de los cargos, ni siquiera el premio de consolación que resulta ser la senaduría de primera minoría.
Y aunque para muchos Fausto ya estaba retirado de la política y otros lo consideraban un cadáver político, el enfermo goza de cabal salud y se prepara para competir nuevamente por la alcaldía, en el colmo del cinismo.
Violencia mexiquense
Si en algún sitio la violencia crece desmesuradamente es en el Estado de México, donde los feminicidio son una constante y los crímenes, de todo tipo, se ramifican. Los ilícitos abundan y la autoridad se nota ausente, registrando municipios como Ecatepec, Netzahualcóyotl y ahora hasta Cuautitlán, con altos índices delictivos.
Dos asesinatos del fin de semana provocaron focos rojos en la entidad, donde un diputado federal (con licencia) y aspirante al ayuntamiento de Cuautitlán fue asesinado en la etapa de precampaña y en otro municipio, Atlacomulco, un familiar del Presidente de la República, fue también víctima del mismo delito.
La atención fue mayor de la acostumbrada, por tratarse de personajes vinculados a la actividad política. Uno por ser aspirante priista a la alcaldía y el segundo por el parentesco con Enrique Peña Nieto.
Pero el Estado de México está considerado desde hace algún tiempo como una de las entidades más peligrosas del país, especialmente en algunos municipios del oriente.
Su peligrosidad llega al grado de estados como Tamaulipas, Guerrero, Sinaloa, Michoacán, Veracruz y Chihuahua, algunos de ellos ubicados como sitiados por la delincuencia y hasta expuestos como un riesgo para turistas a nivel internacional.