Un tigre de papel
Alberto Vieyra G. lunes 5, Feb 2018De pe a pa
Alberto Vieyra G.
“Latinoamérica no necesita nuevos poderes imperiales”, sentenció la semana pasada el secretario de Estado norteamericano Rex Thillerson, al iniciar una misteriosa gira por varios países de América Latina, comenzando en México, y al advertir del peligro de la creciente influencia rusa y china en los países de habla hispana. Admitiría que “el imperialismo yanqui ha perdido vigor e influencia y ahora está buscando la forma de retomar el garrote de Goliat que suele usar el Tío Sam, cuyo uso puede acelerar el hundimiento de su dominio en América Latina y también, por supuesto, iniciar una guerra mundial convencional y nuclear”.
El secretario de Estado gringo, no descartó, incluso, una intervención militar norteamericana para derrocar la dictadura populista de Nicolás Maduro en Venezuela y dijo: “Muchas veces las fuerzas castrenses son agentes de cambio cuando las cosas van mal”; lo que también se traduce en una advertencia para México en caso de que los mexicanos lleven a la silla presidencial a un populista y autócrata como San Juan Diego López Obrador, a quien, Rusia, está impulsando con toda su alma para convertirlo en presidente de México.
Con la llegada del güero loco a la presidencia de los Estados Unidos, el tío Sam comenzó a soltar el dominio imperial que esa nación ejercía sobre la mayoría de las naciones, especialmente sus socios comerciales como México.
Donald Trump olvidó la tesis de James Monroe, cuya doctrina rezaba muy claro: “América para los americanos”. Así que el tigre de papel no permitirá que Rusia ni China sienten sus reales en México y en Latinoamérica.
Los tratados comerciales le dan a Estados Unidos la potestad de intervenir directa o indirectamente en las naciones en las que la poderosa corporatocracia imperialista tiene intereses millonarios.
Recuérdese que Estados Unidos no tiene amigos, sólo socios, y el presidente norteamericano que no defienda a sus empresas y a sus empresarios, dentro y fuera de Estados Unidos, nada tiene que hacer en la Casa Blanca. Es por eso que la bestia trumpiana le ha bajado de espuma a su chocolate en la renegociación del TLC con México y Canadá, gracias a que los poderosos empresarios, que son finalmente sus patrones, le han dicho que “no os la jaleis porque discobijais”, porque ellos han ganado carretadas de dólares en México y quieren seguir ganando más.
Así que ese tigre de papel evitará, con otra guerra fría, y por todos los medios posibles, la injerencia rusa en México, Cuba, Venezuela y otras naciones latinoamericanas.
Para los halcones de Washington, es razón de Estado, cuidar del patio trasero de la Casa Blanca para seguir haciendo realidad la doctrina Monroe de que “América para los americanos”, o como dice Thillerson: “Latinoamérica no necesita nuevos poderes imperiales”.
¿Le quedará claro al Putin Vladimir y a China?
Así que, compatriotas. ¡Aguas en las próximas elecciones, con llevar a la presidencia a un autócrata que nos lleve a una confrontación ruso-norteamericana!