Venecia, entre el turismo y el bullicio
¬ José Antonio López Sosa miércoles 31, Ene 2018Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Venecia, Italia.- Sí, es una ciudad que aparece entre los titulares de los sitios por visitar en el mundo, su historia y su paisaje ha inspirado a artistas, guerreros y mercaderes.
Nació como una casualidad llena de causalidad cuando los germanos atacaban Roma, llegaron hasta estos pantanos miles de fugitivos y se establecieron, al paso de los siglos, lograron consolidar una de las urbes más espectaculares en el mundo.
Aquí fue el centro del comercio europeo, durante siglos los productos asiáticos llegaban aquí para venderse a los mercaderes europeos, así cientos de familias aquiltaron enormes fortunas y embellecieron la ciudad con palacios y casonas llenas de lujo y aquitectura artística.
Hoy Venecia es distinta, no en la forma sino en el fondo.
Encontré un sitio ciento por ciento turístico, quiero decir, con pocas cosas auténticas. Sí, la arquitectura es espectacular, lo mismo que sus canales, góndolas y puentes, sin embargo, en lugar de encontrar productos locales, artesanales, a gente tomando café en las plazas, lo que hallé fue un gran centro comercial incrustado en el corazón de la ciudad.
Todo está a la venta, desde ropa de H&M hasta pulseras de Pandora. Hay tiendas de renombre internacional, lo mismo que locales con recuerdos hechos en china, comida rápida y hasta tratamientos de belleza.
¿En qué momento se transformó una ciudad histórica en un gran centro comercial?, el turismo es en efecto una actividad que debe dejar dinero a la comunidad, pero, ¿de esta forma?
Las calles de Venecia me recordaron por un momento a Cartagena de Indias en Colombia, donde en cada calle llega un vendedor ambulante distinto, hay tres personas ofreciendo las cosas de sus locales comerciales y no hay un solo momento para admirar el paisaje urbano sin que alguien quiera vender algo.
Venecia es espectacular, sí, pero también es una turba de souvenirs chinos, una ciudad histórica que lejos de poderse disfrutar por sí misma, incitan sus propias calles a comprar, comprar y comprar, para así, tratar de ser un poco más feliz (supongo que para ello lo hacen).
Me hubiese gustado conocer la Venecia del siglo XIX o la de principios del siglo XX. Ahora es un sitio donde lejos de admirar, hay que comprar, comprar y comprar. Una ciudad donde el místico romanticismo se ha diluido entre tiendas de souvenirs.