Un discreto tirano
Alberto Vieyra G. miércoles 31, Ene 2018De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Una noche de fines del 2008, más o menos a la hora en que salen los espantos, el delegado en Miguel Hidalgo, demarcación que está a unas cuantas cuadras de la residencia oficial de Los Pinos, llegó una mujer muy golpeada a denunciar a su cónyuge. La influyente señora pidió hablar directamente con Demetrio Sodi de la Tijera, delegado en esa demarcación. Cuando éste la tuvo enfrente, muy asustado y nervioso no sabía qué hacer. Después de un buen rato, tomó el teléfono y llamó al entonces procurador de Justicia y doctor en Derecho por la UNAM, Miguel Ángel Mancera. Le contó que tenía frente a su escritorio a una mujer golpeada; Mancera sugirió que se levantara una averiguación previa, pero Demetrio le contó que se trataba de un caso muy especial y que no sabía qué hacer. ¿De quién se trata? Cuestionó el procurador. De la esposa del presidente de la República. “Voy para allá inmediatamente”. Mancera se dirigió a dicha delegación y pudo constatar la golpiza propinada por el marido a dicha mujer. Mancera sugirió que los tres personajes se dirigieran silenciosamente a la residencia oficial de Los Pinos, evitando que el asunto trascendiera y se convirtiese en un escándalo mayúsculo.
Mancera y Demetrio encontraron al Presidente con una guarapeta, haciéndoles saber que el asunto quedase ahí para evitar un problema que habría hecho trizas la institución presidencial.
Ahí quedó el asunto, y cuentan que el entonces inquilino de Los Pinos quedaría muy agradecido con ambos personajes. Se cuenta, también, que ese agradecimiento lo pagaría haciendo que el PRD postulase, en el 2012, a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, a Miguel Ángel Mancera, sin ser militante de ese partido.
Miguel Ángel Mancera se convirtió en un político improvisado, cuya trayectoria y formación se desarrolló en instancias de seguridad y procuración de justicia. A simple vista, pareciera que Mancera es un politicastro pulcro, y sin asegunes de corrupción en su historial, sólo que hay un “pero”. Su gobierno se ha caracterizado por criminalizar a la gente que no ha cometido delito alguno, como ocurrió con Lesby Berlín Osorio, la joven que fue hallada muerta en Ciudad Universitaria y a quien desprestigiaron y tacharon de promiscua y drogadicta que, oficialmente, se suicidó, cuando la realidad es que el novio la mató.
Desprestigiar a víctimas que se distingan por su activismo, es el común denominador del mancerismo.
Otro ejemplo de la discreta tiranía de Mancera, sería el caso de los 4 de la Narvarte, sobre cuyo caso se profundizaría en el morbo para descalificar la exigencia de justicia.
A finales del año pasado fue asesinada una joven modelo argentina en un hotel de la Ciudad de México. Con inusitada celeridad se detuvo al actor mexicano Axel Arenas, como presunto autor intelectual del asesinato, pero resultó que fue liberado a los 10 días, pues su defensa demostró que el día en que ocurrió el crimen, él se encontraba en Colombia, pero Mancera ya lo había incriminado.
Mancera vuelve a estar en el ojo del huracán político, tras la detención, desaparición, búsqueda y localización del joven preparatoriano, Marco Antonio Sánchez Flores, ocurrido la semana pasada en la Ciudad de México, y cuya aparición se llevó a cabo en el municipio de Melchor Ocampo en el Estado de México, donde fue encontrando “deambulando”, rapado, con golpes contusos en la cara y, según su familia, está internado en un psiquiátrico, porque perdió el habla y el conocimiento, presuntamente por la golpiza que le propinaron policías de la Ciudad de México.
Ahora, Mancera, argumenta que el muchacho tiene problemas de drogadicción, sólo porque su línea es criminalizar a la gente.
En este asunto no está dicha la última palabra, pero, malditos sean esos discretos tiranos del poder.