Mentadas de madre
Freddy Sánchez martes 30, Ene 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
José Antonio Meade no se anduvo “por las ramas” y de plano se fue hasta “el cielo”, prometiendo recuperar el dinero de la corrupción para acrecentar las arcas públicas. Algo que prácticamente nadie anteriormente se había comprometido a hacer con el sustento de una iniciativa de ley.
Los políticos y tecnócratas interesados en ganar votos en pos de una elección, suelen asegurar que lucharán infatigablemente para combatir la corrupción.
Recuperar el dinero de la corrupción, es diferente, mucho más trascendental y difícil de realizar. De ahí que las promesas contra la corrupción, sexenio a sexenio, se han limitado a dar unos cuantos buenos resultados y nada más.
El aspirante priísta a la Presidencia, José Antonio Meade, aseguró que no se esperaría a conocer el resultado de la elección presidencial, sino que antes de que eso ocurra impulsará una iniciativa de ley para que con el apoyo de los partidos que se sumaron al PRI en busca de la primera magistratura de la nación, se logre su aprobación y aplicación inmediata.
Así que si en verdad se pudiera devolverle a la nación el dinero de la corrupción, inequívocamente, lo que el abanderado priísta ofrece supera con creces cualquier otra promesa de los demás aspirantes presidenciales.
Basta imaginarse cuánto dinero no se tendría a disposición oficial, no sólo para becar a miles de estudiantes, sino para financiar otros proyectos institucionales encaminados a elevar el bienestar y la calidad de vida de la población.
Tantísimo dinero estaría entrando a las arcas del gobierno, conforme procediera su recuperación de las manos de políticos, empresarios e infinidad de familiares “prestanombres”de éstos, que faltaría tiempo en un solo sexenio para el registro de bienes, dinero y demás riquezas sujetas a la extinción de dominio que propone José Antonio Meade.
La sola certificación patrimonial a la que deberán someterse los servidores públicos, de acuerdo al contenido y alcance de la iniciativa de ley que estaría presentándose al Congreso por las gestiones del aspirante presidencial priísta (si no se trata de una pantomima contra la corrupción como han terminado por convertirse disposiciones legales diversas, estridentemente anunciadas en el pasado), constituiría un golpe demoledor para la inmoralidad de los servidores públicos en ejercicio de atribuciones pasadas.
Con la advertencia, además, de que los rufianes y bandidos que pretendan ocupar cualquier encomienda institucional, de hoy en adelante, en cuanto sean “pescados en una movida” la nueva ley Meade les impondrá sanciones más severas. Lo que mucha falta hace en este país para remediar el peor de todos sus males: la impunidad.
Y es que toda clase de sinvergüenzas por sus componendas en actos de corrupción dentro y fuera de las áreas oficiales siguen practicando con descaro y persistencia sus habituales transas.
Enhorabuena, por lo que Meade decidió hacer, gane a no la Presidencia, pues justamente lo que la sociedad quisiera ver es un manifiesto interés de cada uno de los contendientes, a fin de aportar no sólo propuestas de cambios, sino acciones concretas que lo avalen.
Así, estaríamos observando con agrado, no un grotesco reparto de alusiones ofensivas de unos contra otros, sino campañas políticas en las que valdría la pena ver a los aspirantes presidenciales en una gran competencia de iniciativas de ley y no lo que poco falta para rebajarse al reparto de mentadas de madre.