Tránsfugas
¬ Augusto Corro jueves 25, Ene 2018Punto por punto
Augusto Corro
¿Y la ideología? ¿Y los principios? Quedaron atrás. Ahora, en la política a la mexicana, la moda es cambiar de camiseta. Lo importante es sumar votos. Ganar las elecciones. Lo demás es lo de menos.
Así, sabemos de qué los aguerridos panistas, perredistas, priístas, etc., rectifican y abandonan sus partidos en busca de nuevas aventuras, siempre con la idea de conseguir un hueso, una chamba, en alguna de las dos cámaras legislativas.
Sin rubor alguno, también los enemigos jurados abandonan sus organizaciones políticas de origen, para afiliarse a partidos que repudiaban. Panistas y perredistas resentidos se van a Morena o al PRI. Todos ellos en busca de beneficios personales.
Los cambios son bruscos, violentos en materia de ideología. De la recalcitrante derecha pasan a la izquierda, o al centro. Se trata pues de un reacomodo de intereses muy alejados de las necesidades de una sociedad harta de delincuencia, corrupción, impunidad y pobreza.
Como señalara nuestro colega, Roberto Vizcaíno, las ideologías ya no existen, “se quedaron atrapadas en los grandes movimientos sociales de siglos anteriores, y no sirven más para explicar los cambios en el mundo de la digitalización y el movimiento de masas, vía redes sociales. Hoy, la mezcolanza, el batidillo, el masacote político, son el eje común sobre el cual camina el reclamo de los ciudadanos para ir al cambio”.
Para los políticos no hay ningún problema. A los dueños de los partidos les va bien siempre, con ideología o sin ella. Ahora, se encuentran en la mejor disposición de aceptar a cuanto tránsfuga llega de otras instituciones políticas. En actitud conciliatoria perdonan antiguas ofensas y todo en paz. Hay que cuidar el negocio. ¿Y los principios? Quedaron en palabras huecas, vacías que llenan de demagogia.
Unos cuantos ejemplos nos muestran en su plenitud lo que ocurrió en el Partido Acción Nacional (PAN). La senadora blanquiazul, una de las acérrimas enemigas de López Obrador, optó por solicitar el perdón. Fue perdonada y ahora milita en Morena.
El también panista, de hueso colorado, como se dice, Javier Lozano, que representó a lo más nefasto de la derecha en el gobierno de Calderón, dejó Acción Nacional, para sumarse a la campaña de José Antonio Meade Kuribreña. Sin ideología, ni principios, es más fácil dar el salto a los extremos de la política. Ya no hay conciencia alguna recriminatoria.
En el Partido de la Revolución Democrática (PRD) ya son varios años en que sus principales dirigentes optaron por abandonarlo. Su fundador y líder moral, Cuauhtémoc Cárdenas, no quiso saber nada del “monstruo” que creó y acabó por renunciar. La buena estrella política de Cárdenas se apagó.
No a todos los blanquiazules les va o les fue bien. Un caso concreto es el de Federico Doring, actual diputado federal, que quiso saltar al Senado. La realidad es que lo dejaron fuera de toda candidatura.
Federico saltó a la “fama” pública cuando entregó el video a la televisión en el que aparecía René Bejarano, perredista y cercano colaborador de López Obrador, recibiendo dinero, en una transacción ilegal, de Carlos Ahumada, el argentino. El escándalo fue mayúsculo.
Como están las cosas, el controvertido Federico terminará en las filas morenistas. Es posible. Morena se encuentra en época de perdón. Los votos tendrán su precio en oro. En estos días de precampaña y en la campaña misma seremos testigos de las maniobras políticas de ambiciosos que no quieren vivir fuera del presupuesto.
En las organizaciones políticas aumentará el número de tránsfugas. Que no nos sorprendan los cambios que faltan. Los partidos, ya sin principios, es más fácil cambiar de camiseta. El salto de un partido a otro ya empieza a verse con naturalidad. Todo es cuestión de que el interesado se decida. Superada la barrera de la ideología cualquier partido es bueno.
Fue difícil entender las coaliciones de las organizaciones políticas. No podíamos entender que el PAN, de extrema derecha, pudiera aliarse con el PRD, de izquierda comodina. Al final de cuentas sí se pudo mezclar el agua con el aceite.
También fue difícil comprender que José Antonio Meade Kuribreña, un ciudadano sin militancia política, fue designado candidato presidencial por el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Pero así ocurrió.