Impreparados
¬ Augusto Corro miércoles 1, Dic 2010Punto x Punto
Augusto Corro
Durante la aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), los diputados al subir a la tribuna mostraron todo el cobre de su preparación escolar: apenas saben leer.
Según un ejercicio realizado por el diario “Reforma”, algunos legisladores tienen nivel de lectura similar al de un niño de cuarto de primaria. Para la Secretaría de Educación Pública, la práctica de la lectura desarrolla la capacidad de observación, atención, concentración, reflexión y diálogo.
El asunto da pena ajena, porque se suma un defecto más a la imagen de los diputados que de por sí son señalados como flojos, transas, mentirosos y abusivos. La sociedad no los conoce y por lo mismo no confía en ellos.
Sus horas de intenso trabajo se registran cuando se presenta la posibilidad de aprobar en “fast track” algunas leyes, principalmente aquellas que tienen que ver con el dinero: Presupuestos de Ingresos y Egresos de la Federación.
Es el único tiempo en el que se les ve subirse a la tribuna para exhibir sus limitaciones. Su casi nula preparación se deriva de la falta de lecturas, de una instrucción educativa que nunca tuvieron y que los obligó a engancharse de políticos para sobrevivir. Por eso, temas relacionados con la ética, la ideología, los derechos humanos no pasan por sus cerebros.
Muchos diputados iniciaron su carrera política como cargadores de portafolios, guardaespaldas o choferes del funcionario encumbrado. Luego, un empujón del partido y el milagro se realiza: nace un diputado.
La ignorancia no es obstáculo para la realización de un político a la mexicana. Es suficiente que carezca de escrúpulos, que se trate de un diputado plurinominal que ni idea tenga de que existe un electorado que clama ser escuchado.
¿Qué se puede hacer contra esos parásitos sociales? Nada. Se trata de seres privilegiados que tienen sueldos envidiables; hacen lo que les viene en gana y su trabajo lo realizan desde las curules cómodas, confortables, sin sobresaltos.
Saben que su ignorancia o su deficiencia escolar nada tienen que ver con su responsabilidad de hacer leyes. Con alzar la mano es suficiente. El voto a favor o en contra es lo que cuenta. No les importa subir a la tribuna a leer pésimamente algún párrafo, les tiene sin cuidado, no les incomoda, pues no conocen las orejas de burro aquellas que les colocaban en la cabeza a los reprobados y los sentaban contra la pared, porque estos flamantes diputados nunca fueron a la escuela.
Sin embargo, sí se prepararon en la escuela de la política para convertirse en ciudadanos poderosos protegidos por el fuero legislativo que los hace intocables y arbitrarios. Claro, entre los legisladores también hay excepciones, también se cuenta con gente capaz, preparada, honesta, pero son unos cuantos.
Porque la propia Cámara de Diputados sirve de refugio para delincuentes que fungieron como funcionarios: ex gobernadores, ex servidores públicos variados y dirigentes traidores a sus organizaciones sindicales. Son “representantes populares” que se encuentran en ese lugar para obedecer consignas. Por eso, mismo aprueban cuanta ley les mandan. Se hacen los ciegos, sordos o mudos cuando se trata de defender a la sociedad. Por ejemplo, la constante alza en los precios de los combustibles. ¿Quién o quiénes son los valientes que protestan por las alzas? Pocos. Algunos diputados, principalmente del Partido del Trabajo (PT) suben a la tribuna a protestar contra esa medida que daña brutalmente a la economía de los desfavorecidos económicamente. Los demás, ni por equivocación asumen una actitud de protesta.
¡AY AMALIA!
En difícil situación se encuentra la ex gobernadora de Zacatecas, Amalia García, quien tiene que comprobar un sinnúmero de irregularidades en el manejo del dinero público durante su gestión.
En la auditoría ordenada por el actual gobernador, Miguel Alonso Reyes, obedece a que “tenemos un serie de quebrantos patrimoniales, la imposibilidad de cerrar el ejercicio fiscal 2010, porque no tenemos dinero para pagar la nómina”.
Como se informó oportunamente, doña Amalia se gastó una fortuna en la contratación de artistas de renombre internacional, para que fueran a Zacatecas a cantar y divertir a los paisanos. En ese renglón, según se dijo, las cifras rebasan los cien millones de pesos.
Otro cuestionamiento se refiere a las compras de botellas de mezcal que realizó el DIF. Esa adquisición extraña de bebidas embriagantes aún sigue sin justificación.
Y si la señora Amalia no pudo controlar el manejo de los dineros, en las cuestiones políticas y sociales le fue peor. Sus ex colaboradores son ahora sus propios verdugos. La inseguridad creció incontrolable. Basta recordar la fuga masiva de reclusos del penal de Cieneguillas. Como mandataria estatal lo hizo mal.
Sin embargo, la ex gobernadora se defiende como puede e ingeniosamente plantea que las acusaciones de irregularidades durante su gobierno, obedecen a intereses políticos de sus enemigos.
“Buscan parar mi aspiración al gobierno del Distrito Federal”, dijo doña Amalia. Luego se quejó de sus adversarios que la quieren inhabilitar para contender a un cargo de elección popular.
Sin embargo, ese pretexto no convence, porque no tiene posibilidades para competir en la justa política capitalina, donde Martí Batres es el puntero perredista. Además, la zacatecana no reúne los requisitos de tiempo de residencia en el Distrito Federal que se exige a los candidatos.
Por otra parte, el senador Ricardo Monreal, del Partido del Trabajo (PT) enemigo jurado de la ex gobernadora, también anhela ser el próximo jefe de gobierno capitalino. Así, la ex mandataria no tiene posibilidad alguna para gobernar en el Distrito Federal. Y en ese sentido sus declaraciones parecen reflejar una salida al paso de las acusaciones de sus enemigos. Es lógico que los capitalinos nunca aceptarán a una ex gobernadora con los antecedentes que le endilgan a doña Amalia.
Por cierto, a partir de este mes de diciembre, las contralorías tendrán un trabajo intenso en Oaxaca y Puebla. Llegan los nuevos gobernadores, Gabino Cué y Rafael Moreno Valle. Ambos tendrán que investigar a fondo el estado real de las finanzas que les dejaron Ulises Ruiz Ortiz y el “gober precioso” Mario Marín.
Aunque en el estado de Oaxaca, el problema es más complejo, porque la sociedad padeció el caciquismo de Ulises Ruiz Ortiz y vivió la violencia de un sátrapa que no le interesó, ni en lo mínimo, salvaguardar los derechos humanos.