Rebelión en Chiapas
Ramón Zurita Sahagún lunes 22, Ene 2018De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Se esperaban desde hace tiempo los rompimientos de alianzas proyectadas hacia los comicios del uno de julio, además de renuncias a militancias de todo tipo y conforme se acerca la fecha de elección, éstas van dándose.
Lo más fuerte es lo sucedido en Chiapas, donde el Partido Verde (gobernante en esa entidad) decidió romper con el PRI, por la pretendida imposición del candidato a gobernador, que formaría parte de esa alianza.
Roberto Albores Gleason, senador del PRI de mayoría, fue el elegido por los altos mandos priístas para encabezar esa alianza con la intención de mantener el gobierno del estado ganado, mediante una coalición formada por el partido tricolor y el verde, que puso al candidato.
Los priístas creyeron que la selección del abanderado les correspondía a ellos, ya que hace seis años, ellos apoyaron al nuevo “Niño Verde”, Manuel Velasco Coello, quien resultó una decepción como gobernante.
Como sucedió en el Estado de México con Eruviel Ávila Villegas y en el Distrito Federal con Miguel Ángel Mancera Espinosa, Velasco Coello arrasó en las urnas, con diferencia abismal sobre sus adversarios.
La gente en Chiapas evocó a la memoria del abuelo Manuel Velasco Suárez, un eminente neurólogo y no mal gobernante y se volcó en las urnas en favor del nieto, esperando un buen gobierno.
El desastre de Velasco Coello es mayúsculo, con finanzas sumamente endeudadas y sin acción judicial en contra de Juan José Sabines Guerrero, su antecesor, quien fue nombrado cónsul en Florida.
La decepción sobre la administración del militante del Partido Verde fue, principalmente por la intromisión de su madre en asuntos de gobierno y el desapego del gobernante, quien prefirió potenciar su romance con una incipiente estrellita del medio artístico, antes que aplicarse como gobernante.
Con todo y ello, Velasco Coello formó su partido local y con el Verde se adueñó de la situación política, por lo que se sintió con derecho a implantar a su sucesor.
Se trata de Eduardo Ramírez, líder del Congreso del estado y presidente estatal del PVEM, quien se enfiló como uno de los prospectos más sólidos a la candidatura de una eventual alianza.
Los priístas lo soslayaron, fincaron la alianza y confiados en contar con el respaldo del gobernador y del dirigente estatal del Verde, propusieron a Albores Gleason como el candidato de esa alianza.
El abanderado nominado por los tricolores es hijo del ex gobernador interino, Roberto Albores Guillén, llegado a ese cargo, después de la matanza de Acteal y quien fue repudiado por los ciudadanos en el poco tiempo que estuvo.
“Croquetas” fue el apodo endilgado por el “subcomandante Marcos” al entonces gobernador interino y hacía referencia de él de esa manera.
Fue tanto el repudio de los electores hacia esa imposición del gobierno federal que en la siguiente elección de gobernador, los ciudadanos decidieron borrar al PRI del mapa electoral de Chiapas.
Pablo Salazar Mendiguchía, un ex priísta, fue avalado por ocho partidos políticos y ganó con amplitud a un desprotegido Sami David David, que pagó las consecuencias del rechazo hacia el priísmo.
Cuando se votó en Chiapas, los priístas acababan de perder la Presidencia de la República, un mes antes con su candidato presidencial, Francisco Labastida Ochoa.
Otro ex priísta, Juan José Sabines Guerrero, fue nominado seis años después al gobierno estatal y como tal ganó los comicios sobre el candidato del PRI, José Antonio Aguilar Bodegas.
Sabines Guerrero hijo del ex gobernador interino, Juan Sabines, ganó con los colores de los partidos de izquierda y renunció a una candidatura del PRI al Senado de la República.
Conscientes de que Chiapas se había convertido en un feudo antipriísta, ensayaron con otros abanderados, alejados de la militancia tricolor.
Manuel Velasco Coello, con fuertes relaciones con el PRI y quien ha sido un militante del Verde de toda la vida, fue el seleccionado y venció con el aval del Verde y del PRI, en una gigantesca ola que le permitió a Enrique Peña Nieto recuperar la Presidencia de la República para el partido tricolor.
Con presidente surgido de las filas priistas y un gobernador cercano al Ejecutivo federal, intentaron su movimiento que les resultó fallido y provocó la renuncia del dirigente estatal del Verde, Eduardo Ramírez, aspirante a la candidatura.
Cómanse su alianza y quédense con ella, ya que de todas formas, el Verde y sus prospectos no pintan en una elección, en la que Rutilio Cruz Escandón, el seguro candidato de Morena, se ve como el abanderado a vencer.
Los problemas de Chiapas son muchos y los desplazamientos en la zona indígena, amenazan con crear un conflicto de grandes consecuencias que fue desestimado desde el inicio por el gobierno estatal.
Chiapas es uno de los estados más olvidados por la federación, aunque destina grandes cantidades de dinero y programas que no son llevados con cabalidad.
Los tres más recientes gobernantes han sido caóticos, tanto que uno de ellos terminó en la cárcel y el otro fue protegido por el actual gobernador, que se negó a presentar denuncias en su contra.
Antes de ellos, los gobernadores se sucedieron en una cascada de interinos sustitutos y demás, mostrando que poco interés había en solucionar los problemas, especialmente los relacionados con la religión, el desplazamiento, los migrantes, la tala inmoderada de bosques y la falta de obras y creación de empleos en la entidad.
Habrá que ver la suerte que corre Manuel Velasco Coello, sin importar el partido que gane los comicios del uno de julio.