Las “mollejas” de los políticos
¬ Augusto Corro lunes 22, Ene 2018Punto por punto
Augusto Corro
Los políticos profesionales tienen las posibilidades de satisfacer sus caprichos sin mayor problema. Por ejemplo, poseer relojes finos, de precios estratosféricos.
El tema viene a colación, porque el ex gobernador priísta, Roberto Borge, ahora en prisión, usa un reloj de máximo lujo, “un Richard Mille, de carbón y oro rosado, edición especial Lotus”. El valor de la “molleja”, como se conoce coloquialmente esa prenda, es de 250 mil dólares, algo así como 5 millones de pesos.
Como informamos, el ex mandatario quintanarroense fue detenido en Panamá hace varios meses y deportado a México, donde será juzgado por acusaciones de “multimillonaria corrupción en su contra”.
El ex gobernador se encuentra en el Centro Federal de Rehabilitación Psicosocial (Cefereps) en Cuautla, Morelos. Hace varios días el gobernador panista de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, intentó ocultar un reloj, presuntamente de la marca Richard Mille, valulado en cerca de 6 millones de pesos.
En una reunión del Grupo de Coordinación Veracruz, consciente de su error de lucir tan costoso objeto, se lo quitó por debajo de la mesa y lo guardó en su bolsa.
Esa imagen de Yunes Linares y sus maniobras para esconder su reloj fueron difundidas en las redes sociales. El mandatario tuvo la desfachatez de aclarar lo que todo mundo vio. Dijo que el reloj no costaba tanto dinero.
De esas extrañezas (no tanto) de la política a la mexicana, el funcionario veracruzano tiene cuentas pendientes con la justicia, pues se le acusó de enriquecerse ilícitamente, cuando fue director del ISSSTE. Entre los políticos priístas aficionados a la colección de relojes costosísimos se encuentra César Camacho, ex líder del Revolucionario Institucional y coordinador de los diputados tricolores. Este político mexiquense es dueño de por lo menos ocho relojes, algunos de ellos con precios superiores a los 700 mil pesos. Una de estas “mollejas”, es un Patek Philippe 5960/1A-001 de acero inoxidable con manecillas de oro ennegrecido, valuado en cerca de 800 mil pesos.
Para justificar su carísima afición relojera, César Camacho dijo que siempre le cautivó el fenómeno del tiempo y el ingenio humano que produce cosas tan complejas en piezas tan pequeñas. Es obvio que los recursos económicos le sobran al legislador para invertir en artículos de lujo.
En mayo del 2016, el flamante secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, fue asaltado en Polanco y el ladrón le robó su lujoso reloj: un Patek Philipe. Esta marca es usada por Brad Pitt o Nicolás Sarkozy, ex presidente de Francia. El precio de un reloj es calculado en 3 millones de pesos.
El aún secretario del Trabajo, a quien ya hacen al frente de la Secretaría de Gobernación, también posee una colección de relojes o joyas que registró en su declaración patrimonial.
Vamos a suponer que la propiedad de los relojes caros es legal, correcta. Lo que no se vale es la insensibilidad de los políticos para lucir sus joyas, en un país donde el hambre castiga a más de 50 millones de personas. El tema de la pobreza es el que menos interesa a la jerarquía del poder.
Los estudios de los psicólogos sobre la exhibición de esas costosas prendas demuestran una forma de mostrar su poder e imponerse, al mismo tiempo que reflejan sus personalidades narcisistas. De acuerdo con el diccionario, el narcisismo es “la admiración excesiva y exagerada que siente una persona por sí misma, por su aspecto físico o por sus dotes o cualidades”.
Por si le interesa otro dato del derroche de la riqueza de los políticos, sólo basta con ver las fotografías de Roberto Borge, ex gobernador de Quintana Roo. El ahora preso, lucía, al salir de la cárcel de Panamá con destino a México, un par de zapatos Salvatore Farragamo, de piel de becerro, con un valor aproximado de 11 mil 400 pesos.
¿Y Calderón cuándo abandona el barco?
El senador panista, Javier Lozano Alarcón, renunció al Partido Acción Nacional (PAN) tras una batalla con su dirigente, Ricardo Anaya, al que calificó de “joven dictador”.
Se suponía que el legislador poblano se incorporaría a la precampaña de Margarita Zavala, aspirante independiente a la silla presidencial. No ocurrió así. El legislador se sumó al equipo del precandidato priísta, José Antonio Meade Kuribreña.
Esa determinación del poblano reafirma la poca fuerza que tiene el ex presidente Felipe Calderón en el PAN y en el grupo de disidentes blanquiazules, entre los que se encuentran los senadores Ernesto Cordero y Gil Zuarth.
El propio Calderón continúa como militante panista, a pesar de que su esposa renunció al partido e inició su propia lucha política. ¿Hasta cuándo continuará el ex presidente en el partido que lo llevó a la Presidencia de la República?