Vacío de poder catapultará el cambio
Francisco Rodríguez viernes 19, Ene 2018Índice político
Francisco Rodríguez
El mexicano no sólo se ha hecho la idea de que las cosas funcionan mal. Lo ha confirmado. Todos los días de su existencia comprueba el vacío general de poder. En los tres niveles de gobierno, la certeza sobre la existencia real del Estado no es posible de ser confirmada. Vivimos en un espacio ingobernable, en medio de la ley de la selva.
Por el lado oficial, la precampaña electoral es una farsa. Un irigote que comprueba el reino de la necesidad y del abandono. La talacha cotidiana de todos sus actores, la competencia por demostrar que el cinismo, la codicia y la ignorancia son los que deben alentar la abstención electoral.
El partido oficial, desmembrado y sin objetivo preciso, es un vehículo para atizar la nada. La falta de certeza y de seguridad, la misma que existe en el terreno de la vida cotidiana: en los negocios, en el ejercicio libre de las profesiones, en la libertad, en el orden, la convivencia, en la justicia, en el libre tránsito, en la limpieza de la autoridad, en la certeza sobre el mínimo respeto a las garantías fundamentales del ser humano en este territorio.
Lo que se conoció sobre los conceptos de gobernabilidad y coexistencia ya es un mito, inexistente en todos los rincones del país. El veneno intravenoso de la corrupción hace efectos perniciosos y catatónicos. Como el poder ya no se desea, se lucha, se obtiene, se ejerce y se disfruta por la casta dirigente, ahora se arrebata y se asienta sobre la sevicia.
Vivimos en carne propia los panoramas infernales pintados en alguna ocasión a mediados del siglo pasado por Curzio Malaparte, aquél mensajero de la desgracia que no abonaba un quinto sobre el futuro de la democracia, sobre las cenizas de la imprecación y del abuso, el profeta del fin de la estructura social conocida.
Decía el autor de La piel, La noche de los eunucos, el último condotiero, el que mejor pintó al mercenario del poder que, gracias a esto, en el futuro posible no podría distinguirse al fascista del luchador social, que no tenía objeto un solo esfuerzo por cambiar, usted sabe. Era un nazi revestido de adalid.
No es posible desarrollar ninguna de las manifestaciones posibles sobre la existencia del respeto. El llamado poder, entendido por los actuales mandarines como la herramienta indispensable para su obsesión enfermiza de dinero, ha rebasado los márgenes de entendimiento y de convivencia. Violar la ley en perjuicio del ciudadano es la consigna gubernamental.
Desaparecer todo rastro de palabra, de promesa, de futuro, por el ejercicio de la corrupción, la apariencia y la mentira, nos ha llevado a desconfiar de todo y de todos. A pelearnos entre nosotros mismos por imponer el capricho, la voluntad y el dominio absurdo sobre la competencia del predominio sin sentido, sin brújula, sin destino.
El objetivo central del partido en el poder es destrozar la esperanza, demostrar en cada acto de autoridad que la participación electoral no lleva a ninguna parte, que es un camino en círculos redondos para regresar necesariamente a aceptar aquello que ya no queremos. A elegirlos por exclusión, a creer que no hay salvación posible.
Todos se aferran a la necesidad obtusa de permanecer. Los que están en el llamado poder que no sirve desean mantenerse para no ser enjuiciados por los que les sucedan, a costa de cualquier artimaña, de todo subterfugio, de toda violación. Saben que lo que les espera es un veredicto amargo y necesario. Sus actividades delictivas no merecen otra cosa.
Cualquiera que llegue al poder se verá obligado a actuar en consecuencia. De no hacerlo, su posible credibilidad de desmoronaría, se evaporaría al no actuar en ese sentido desde el momento de acceder. Su lucha sería contra el tiempo. Si la ciudadanía llegara a confirmar que en unos días no lo hace, le retiraría automáticamente su confianza.
El pueblo mexicano está dolido hasta la médula. No sólo tiene una idea sobre la nulidad e incapacidad supina de los funcionarios, está reprimido y masacrado por sus procederes. Ya no cree en nadie. Y los de Zacazonapan piensan que van por el buen camino, pues atizar su decepción es la mejor fórmula para provocar la apatía.
La economía, paralizada. La política, enconada. La sociedad, maltrecha y abusada. La cultura, ausente y relegada. El mejor escenario para cualquier dictadura que desconfía del juicio de la participación ciudadana en las urnas, pues sabe de antemano que por esa vía será expulsada del poder y de sus zonas de confort del estropicio y la rapiña.
Son los rasgos de la nueva clase política, nacida para fracasar y decepcionar. Para la que la última ratio es el enriquecimiento violento y vertiginoso. A la que no le importa nada el reino de las leyes, el dominio de la sobrevivencia sobre la estulticia, del progreso sobre la depredación.
Meade Kuribreña utiliza los espacios públicos para apoyar los remedios contrarios a la población, su objetivo es que sus paniaguados en las cámaras aprueben las designaciones de Peña Nieto en el sistema anticorrupción, para también sentirse a salvo la próxima década, creer que sea el antídoto para el juicio popular.
Ochoa Reza, telonero de Videgaray, se atreve a destrozar la información de los cables internacionales sobre el fracaso de la política económica del régimen, para tergiversar, torcer sus contenidos, y afirmar públicamente que eso sólo pasaría si el candidato de Morena ganara.
El Presidente, arengando a las fuerzas armadas para usar la violencia contra cualquier opositor, contra cualquier posible triunfador. Apoyando un proyecto partidista que no es compatible con la declaración de principios, con el estatuto y con el mínimo programa político del priísmo.
Encima de todos ellos, Videgaray, aplicando los presupuestos públicos y las gracias de la nación y las ofertas de su soberanía en aras del triunfo de Meade, el que no puede salirse un ápice del renglón, en el discurso falaz establecido. El responsable de la declinación por Meade de todo independiente, a cambio de ubérrimos donativos del dinero ajeno.
Videgaray es el que coordina todos los ámbitos de la abyección, el que ha demostrado que es capaz de todo, desde el desgarre de la economía, hasta la sumisión frente al Imperio clasista, racista y misógino, con tal de obtener su aprobación a los sesudos dirigentes priístas, que han confirmado hasta la indignidad estar cortados por la misma tijera.
Gracias a gente así, México ya es un auténtico campo de prueba, el mayor experimento continental para demostrar que el camino es la entrega incondicional a los apetitos ajenos. El que demostrará ante tirios y troyanos aquella metáfora de la gallina apaleada por el propietario, que regresará a comer el grano que se le tira.
El mayor ejemplo mundial de que todo es posible, de que todo atentado es exitoso sin que el pueblo reclame. La doctrina del desprecio absoluto por la vida humana, aunque la masacre se logre complicitándose con las peores mafias del narcotráfico y de la delincuencia organizada.
Total, no pasa nada… hasta que pase. El temor al cambio y al juicio popular puede ser hoy el mejor detonante de la indignación popular. Todo está sujeto a acudir a las urnas y demostrarles que están equivocados y que con el pueblo jamás debe jugarse. ¿No cree usted, estimado amigo lector y elector?
Índice Flamígero: La bufa propaganda del establishment señala que AMLO bendice y perdona todos sus pecados a quienes son señalados de corruptos y, tras ello, los recibe en Morena. Pero, me dice un aguzado observador, en el PRI sucedió lo contrario: recibieron a Meade para que limpiara a todo el partido. + + + Buen “pitazo” dio la PGR al pillo priísta César Duarte al anunciar, dos días antes, que solicitaría la extradición del ex mandatario chihuahuense, acusado de múltiples actos de corrupción. Otra muestra más de la protección que se le brinda desde Los Pinos y, claro, desde la coordinación del PRI en el Senado de la República. + + + Javier Lozano Alarcón tiene fijaciones con los chinos y, ahora, con los rusos. Primero el “coopelas o cuello” a Zhenli Ye Gon. Ahora el “Andrés Manuelovich”, que le endilga a López Obrador, por una supuesta intervención a su favor del gobierno de Vladimir Putin. Creador de frases —como aquella de “si me bajan el sueldo me dedico a robar”—, el nieto del fundador de aquel Heraldo de México, don Gabriel Alarcón Chargoy, es un personaje al que hay que seguir por sus ocurrencias y vaciladas, no por sus ideas y, menos, por sus tesis.
www.indicepolitico.com
pacorodriguez@journalist.com
@pacorodriguez