Videgaray-Meade, la dupla que financió las derrotas en 2016
Francisco Rodríguez viernes 12, Ene 2018Índice político
Francisco Rodríguez
Algo muy fétido flota sobre el agua. El sargazo de la corrupción ha emergido de las profundidades con el margallate de las Operaciones Zafiro —y miles más de ellas que se conocerán a su debido tiempo— y que están pegando directamente en la línea de flotación de esta barcaza nacional. No es posible ocultarlo. Ya ha sido demasiado.
En un océano infestado de corrupción todas las actividades de saqueo y robo de los gobernantes tienen una característica esencial: lastiman la economía de todos, merman el producto de nuestros esfuerzos y nos precipitan cada vez más al hambre y a la dependencia crónica. Todavía más, cuando como ahora los próceres están estructuralmente empinados a la hegemonía gabacha.
No son estropicios menores. Los más de 300 mil millones de pesos saqueados por los gobernadores priístas, más el acumulado de un billón de pesos en deudas públicas estatales que son manejadas en las bolsas de valores por los favoritos del régimen, constituyen un delito de lesa patria que no quiere acabar, ni tiene para cuándo.
Evidentemente, se suman a las deudas de los rescates bancarios, carreteros y de todo tipo de construcciones nylon e infraestructuras, más una gigantesca deuda externa nacional, hecha pública, que hoy representa la escalofriante cantidad de 11 billones de pesos, que salen de la misma bolsa: nuestros bolsillos.
Tan sólo del famoso Fobaproa, y del IPAB, el cobrón encargado dinásticamente a la familia de próceres Meade Kuribreña, alcanza la cantidad de 60 mil millones de dólares —un billón y cuarto de pesos— de los que no se han pagado ni los intereses, ya no digamos un peso del capital de esa deuda graciosa. Y van 25 años de estar en todos y cada uno de los presupuestos de egresos de la Federación.
Once billones de pesos representan más de la mitad del producto nacional bruto del país. Esa suma tan manipulada por nuestros expertos mercenarios de escritorio, que no puede rebasar el uno por ciento anual de crecimiento, aunque se prometió llegar al siete para estas alturas.
Los 20 billones de pesos que significan el producto nacional bruto, son saqueados a lo largo de todos los años de todas las administraciones públicas —de alguna forma hay que llamarlas— para quedar al final de cuentas reducidos a la mínima cantidad de cerca de 60 mil millones que deberán ser usados en contingencias, promesas y emergencias de toda laya.
Cincuenta mil millones de pesos, la única opción de gasto ejecutable, que resta de los más de 5 billones del presupuesto federal anual, tirados con displicencia y desprecio en los fuegos fatuos, en el gasto inacabable de la burocracia, en los salarios y estipendios de los favoritos de la casta dorada, y en compromisos etiquetados irrenunciables para los pensionados, que casi siempre sufren los atracos de la manipulación de su dinero.
Habría que apuntar, nunca sobra, que los famosos 60 mil millones de pesos de gasto programable y ejecutable, están sujetos al capricho y las vendettas de los próceres de turno en el pandero. Es una cantidad miserable, si se compara con cualquier caja chica de los capos del narcotráfico, supuestamente socios, entrañables aliados, en la realidad, los dueños de todo el aparato.
En efecto, en este terreno, como en todos los demás, nadie sabe para quién trabaja. Y es que el único efectivo circulante de la nación, ese que no aparece por vergüenza en ningún presupuesto y que funciona para crear empleos, para lavar pasivos y activos de las empresas, para desarrollar las infraestructuras de las plazas que dominan…… para potenciar la economía de todo este sufrido país, proviene de las bolsas del narcotráfico. Muy contados empresarios nacionales pueden estar al margen de esos movimientos de dinero. La sal de la tierra. Casi ningún proyecto de inversión gigantesca o mayor que mediana en cualquier parte de la geografía puede quedar relegado de la actividad del lavado de dinero. Somos un narcoestado con toda la barba.
El costo de los intereses de la deuda externa, contratada sólo para amacizar los nexos de subordinación con los financieros neoyorquinos, jamás para necesidades populares, abarca más de la mitad del presupuesto, lo demás de va en pitos y flautas, en maquinaciones subterráneas del erario que ponen en un predicamento constante a los gobernados.
Cada peso que emigra del presupuesto público federal, que lo es todo, por la inactividad hacendaria de los gobiernos estatales, y que se canaliza al extranjero, para comprar propiedades de los gerifaltes en Miami, la Costa Este de Estados Unidos, Europa, y donde se piense, sangra profundamente las heridas abiertas por la corrupción nacional.
Cada peso que emigra del presupuesto público para ser empleado en actividades políticas, en proyectos de relumbrón, en necesidades apremiantes de las personitas dizque gobernantes, merma estructuralmente la economía nacional, destruye el valor de la moneda, incapacita a la productividad y a la competitividad en el extranjero.
Cada peso de cualquier Operación Zafiro, o como gusten llamarle los ladrones estrategas de la depredación, se integra a una cuenta concentradora de la desgracia, a un barril sin fondo, a un vórtice inimaginable de consecuencias desastrosas para todos, nadie puede salvarse. Lo que pasa es que ningún escribano financiero lo explica. Todos lamen su propia coyunda. Responden a la misma brida.
Por eso, desde que inició el saqueo en grande en este país, los expertos hacendarios y los aprendices de nada, convinieron en poner el valor de la moneda con relación al dólar en flotación. No porque no pudiera ponerse un tipo de cambio fijo, una paridad cierta y sonante, sino porque las actividades del saqueo rebasan todo control posible, y lo saben.
En ninguna economía seria del mundo, el valor de su moneda se confía a la etérea confianza de los inversionistas extranjeros, ni a las variaciones del mercado, nervioso como sus dueños, los operadores del engaño, los que manejan a su antojo el valor del peso, dependiendo de los enjuagues por venir o a tiempo de ejecución.
Es todo un exabrupto. La delincuencia organizada y mentirosa de los próceres a cargo del abarrote nacional, de esta patria generosa y olvidadiza, manejan el presente, el futuro y todas las expectativas de la expoliación, del robo generalizado al presupuesto público. Y lo peor, es que sienten imposibilitados de echarle la culpa a partido político u organización alguna. Todo depende del poder de su firma, sabe usted.
La Operación Zafiro, como otras que se conocerán a su tiempo, no puede estar en otros delincuentes posibles, sino en ellos mismos.
Son quienes se engañaron queriendo arrasar en las elecciones de gobernadores del 2016, los que quieren ser eternos aferrados al poder. Fueron y serán barridos, porque ya casi nadie se chupa el dedo. Los gobiernos más escandalosamente saqueados fueron precisamente, aquéllos que se perdieron para siempre por el PRI.
El genio de Videgaray puso toda la canasta en los mismos fallos. Y algunas otras, financiando otras de los seguros ganadores al cuarto para las doce, de los cuales recibió juramentos de lealtad para La Grande. Sus protegidos fueron arrasados en esa contienda, de la misma manera en que serán barridos en la presidencial. El saqueo y la corrupción son como el amor y el embarazo: nunca se pueden ocultar.
Enredados en sus complicidades y contradicciones del entendimiento, Meade Kuribreña no puede salir al ruedo para denostar la corrupción, pues se mordería la lengua, y ese chamaquito González Anaya, habilitado como financiero por los mexiquenses, no puede explicar un pequeño trastupije de 2 mil millones de huachinangos martajados.
Honestidad y transparencia, para lo mejor que está por venir… ¡a otro perro con ese hueso!
¿No cree usted?
Índice Flamígero: La única casa encuestadora que no vende sus productos —muchos son quienes, infructuosamente, han tratado de llegarles al precio— da a conocer a los lectores del Índice los resultados de su más reciente estudio, levantado del 20 al 29 de diciembre de 2017. En primer lugar, AMLO con 38.6% de preferencias y también en el número uno de la lista en las cinco circunscripciones electorales, aún en aquellas del norte de la República que, dicen, “no están con él”. En segundo lugar, José Antonio Meade Kuribreña, con el 14.8% de preferencias. Y en tercer lugar, Ricardo Anaya, con 14.7% de votantes que aseguran van a votar por él. Margarita Zavala acumula el 10.8. Y Jaime Rodríguez El Manso, 4.3%. Los indecisos están en el rango de 5.4%. Dato importante: el 63.4% de los entrevistados afirmó que sí acudirá a votar. En 2012 la participación fue del 63.14%. En una de esas, me dicen, la esposa de Calderón rebasa a Meade y a Anaya. + + + ¿Ya nadie se acuerda de aquello que “estremecería a la Patria”, anunciado por el ahora secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, cuando como procurador mexiquense e investigaba el asesinato de Enrique Salinas de Gortari en las inmediaciones de Huixquilucan? Dicen que, a partir de esa frase-chantaje, El Innombrable le llenó de oro los bolsillos y, por supuesto, la Patria ya no se estremeció. + + + Y sobre el relevo del impresentable Luis Miranda, el oaxaqueño Eviel Pérez, me escriben: “En el colmo del cinismo y para ratificar que ‘aún sus chicharrones truenan”, epn (con minúsculas) no se midió al designar secretario de Estado a un sujeto que no terminó la primaria. Sus dotes ‘profesionales’ son de albañil y de albañal. Es indignante que se llegue a estos extremos. Se ratifica que la ‘tesis’ de peña (también con minúsculas) no ‘perdió las comillas’ de sus citas ajenas, sino que apenas el hombre que dice que sí lee apenas llegó al Silabario de San Miguel. ¿Qué otra burla contra México y Oaxaca se cometerá? ¡Este es el PRI de los burros confesos! Por favor no me mencione por razones más que obvias.” + + + De Roberto Campa, encargado de la cartera del Trabajo, ya hemos platicado usted y yo de sus traiciones y gran ambición que lo han convertido en el mayor escalador de posiciones hasta ahora conocido. ¡Pobres trabajadores! + + + Desde el martes 9 de enero, la página Índice Político ha sufrido un ataque cibernético que la ha “bajado” del ciberespacio. Me explica Luis Martínez, el webmaster de la página, que lo que hemos venido sufriendo “es un ataque llamado DoS (Denial of service) o denegación del servicio, en español. La explicación más sencilla es la siguiente: En seguridad informática, un ataque de denegación de servicio, también llamado ataque DoS (por sus siglas en inglés), es un ataque a un sistema de computadoras o red que causa que un servicio o recurso sea inaccesible a los usuarios legítimos. Normalmente provoca la pérdida de la conectividad con la red por el consumo del ancho de banda de la red de la víctima o sobrecarga de los recursos computacionales del sistema atacado.” Mucho de cierto deben contener los artículos publicados en la página en la que, aparte de este escribidor, colaboran destacados colegas. Algo hay en el Índice que el fallido gobierno y lo que queda de su partido llevan a cabo estos ataques.
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