Despejada, la ruta de Ricardo Anaya
Ramón Zurita Sahagún jueves 11, Ene 2018De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Si algo queda confirmado es la facilidad con que Ricardo Anaya Cortés se deshace de adversarios, enemigos y contrincantes.
El potosino-queretano muestra el tesón, con que se promueve, la enjundia que pone a sus argumentos, además de disfrutar cómo se le abre, de la manera esperada, la ruta trazada.
Lo anterior no significa que se encontrará con el camino asfaltado para llegar a la victoria en las urnas el primero de julio próximo, pero sí que su proyecto se encuentra bien definido y con una ruta estratégica bien esquematizada.
El precandidato presidencial (de hecho ya puede presentarse como candidato, aunque deberá esperar los tiempos formales) de la alianza conformada por PAN, PRD y MC, muestra ser un personaje bien estructurado, con un proyecto sólido, con facilidad de palabra, con verborrea y sumamente punzante para desactivar al enemigo, sea de dentro o de fuera.
Desde su lanzamiento estelar, en aquel debate en que trituró a uno de los principales ideólogos del priismo moderno, Manlio Fabio Beltrones, Anaya Cortés se insertó en los primeros planos de la actividad política.
En ese momento quedó claro que Anaya Cortés sería el único que podría arrebatarle la candidatura presidencial de su partido a una Margarita Zavala Gómez del Campo, quien se encontraba en plena búsqueda de la joya.
El entonces dirigente nacional del PAN, no solamente le arrebató la candidatura, sino que además obligó a Margarita a renunciar al partido y buscar una candidatura por la vía independiente, que le está costando más trabajo de lo esperado.
Zavala Gómez del Campo pensó que con su sola condición de ser esposa de un ex presidente tendría los elementos necesarios para ser candidata presidencial, sin importar la vía por la que fuese, aunque la realidad le mostró otro rostro.
Hoy lucha desesperadamente por convertirse en candidata independiente, condición que todavía no alcanza, aunque relata que ya tiene el total de firmas necesarias para ello, pero no distribuidas en las 17 entidades que se requieren para hacerlas válidas.
Librado de su principal adversario, Ricardo Anaya se concentró en buscar una alianza con partidos minoritarios que se sumaran a su proyecto, pero sin alterar sus planes de ser candidato presidencial.
De esa manera estableció conversaciones con varios partidos, a los que no reveló sus verdaderas intenciones de ser el gran elector y al mismo el gran elegido para esa tarea titánica de frenar al candidato aventajado, Andrés Manuel López Obrador.
Los primeros en responder fueron los perredistas, molestos por el abandono de AMLO y sus huestes y dolidos por los espacios arrebatados en los comicios del 2015 en la CDMX.
El perredismo a la baja, consciente de que ninguno de sus prospectos presidenciales, Miguel Ángel Mancera, Graco Luis Ramírez y Silvano Aureoles Conejo, podría ser un adversario real para AMLO; prefirió pactar con el joven dirigente nacional del PAN. Igual sucedió con Movimiento Ciudadano, un partido rémora, eterno aliado de los perredistas y a quien el dirigente de Morena había relegado.
Dante Delgado puso en bandeja su único reducto, Jalisco, para participar en la alianza, aunque al final de cuentas el candidato a gobernador de esa entidad (Enrique Alfaro) menospreció al frente opositor y decidió ir solo. Pero finalmente Dante fue el gozne para la alianza presidencial.
Otros partidos intentaron sumarse al proyecto que encabeza Acción Nacional, pero no fueron considerados,
Nueva Alianza buscó un resquicio por el cual sumarse a este proyecto, pero sus condiciones no fueron tomadas en cuenta y debió regresar al sendero de siempre, su alianza con el PRI y el Verde, otro partido que tampoco fue tomado en cuenta.
Encuentro Social intentó, tímidamente, subir al mismo carro que PRD y MC, aunque mantenía negociaciones con MORENA y finalmente se alió con ellos.
En ese lapso y ante el proyecto de la alianza surgieron ambiciones de otros personajes que buscaron la candidatura: Miguel Ángel Mancera, creyó que le alcanzaba para disputar la nominación a Anaya Cortes y no pudo; los senadores Ernesto Ruffo y Juan Carlos Romero, ambos ex gobernadores (Ruffo de Baja California y Romero de Guanajuato) y Luis Ernesto Derbez, ex secretario de Economía y de Relaciones Exteriores, así como Rafael Moreno Valle, ex gobernador de Puebla, alzaron la mano, pero unos desistieron pronto y otros confiaban en que el dirigente panista no buscaría la candidatura.
Ruffo, Romero y Derbez, se desencantaron pronto y vieron que no les alcanzaba lo que traían, Mancera se dio cuenta que estaba entrampado y prefirió quedarse con los restos del PRD, como factótum y Moreno negoció favorablemente para que su esposa se convierta en candidata al gobierno de Puebla.
Mientras se daban las negociaciones entre PAN, PRD y MC, surgió una corriente de inconformidad con cinco senadores panistas, leales a Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala, los que atizaban con todo al entonces presidente nacional de Acción Nacional.
También de ellos está logrando deshacerse, el primero en huir y buscar acomodo en otras filas es Javier Lozano, quien ya fue incorporado al equipo de campaña del candidato del PRI, José Antonio Meade.
Lozano se lanzó con todo en contra de Anaya Cortés, por lo que pronto fue cooptado por el PRI, partido en el que ya había militado por varios años.
Quedan pendientes Ernesto Cordero y Roberto Gil, cercanos al ánimo de Meade, además de Salvador Vega y Jorge Luis Lavalle, ya que Luisa María Calderón, la otra inconforme y cuñada de Margarita Zavala siguió la ruta de la esposa de su hermano, al declararse independiente.
Ahora solamente le quedan enfrente López Obrador y Meade Kuribreña, para concretar su proyecto, ya que los independientes no podrán alcanzar mucha relevancia en la contienda presidencial.