Culto guadalupano
Alberto Vieyra G. viernes 22, Dic 2017De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Hasta 1530, en el cerro de Tepeaquilla, conocido hoy como el cerro del Tepeyac, se veneraba a la diosa “Tonantzin”, la madrecita tierra.
Cuando, en 1519, arribaron los conquistadores españoles a México, Gonzalo de Sandoval, el más joven de los capitanes al servicio de Hernán Cortés, estableció su cuartel general en las faldas del cerro de Tepeaquilla, donde, según historiadores, aparecieron las primeras imágenes de la Virgen de Guadalupe, realizadas por algún pintor anónimo de la época.
Se trataba del hermoso rostro indígena de Tecuixpo, la hija menor de Moctezuma Xocoyotzin, cuya violación a cargo de Hernán Cortés, daría lugar a la era del mestizaje en México.
La niña, de tan sólo 14 años, al momento de ser violada, logró alcanzar un artefacto del palacio de su padre, pero no logró impactar el golpe en la cabeza del conquistador, y sólo logró herirlo en una pierna.
Hacia los primeros días de diciembre de 1530, en el cerro donde se veneraba a la diosa indígena “Tonantzin”, surgiría el llamado “Milagro guadalupano”, es decir, las apariciones de la Virgen de Guadalupe entre las rosas que llevaba en el ayate o tilma del indio de Cuautitlán, Juan Diego.
Cuentan las leyendas fantásticas, que la Virgen de Guadalupe pidió a Juan Diego que se le erigiera un templo justamente donde, 8 años atrás, había estado el cuartel general del conquistador Gonzalo de Sandoval. Y ahí, el primer obispo de la Ciudad de México, Fray Juan de Zumárraga, ordenaría la construcción de la Basílica de Guadalupe, convertida hasta hoy en el recinto religioso más concurrido en América Latina.
La cosa fue muy simple para los españófilos: Ellos veneraban a la virgen de los remedios, y para someter a los indios rebeldes, era necesario crear una imagen mestiza. Así que la Morenita del Tepeyac surgiría como la gran institución aglutinadora de la sociedad mexicana, no de los gachupines, y hasta hoy lo sigue siendo. La guadalupana ha estado, desde entonces, en las buenas y en las malas con los nativos de la nación azteca.
En 1529, la Ciudad de México sufrió una terrible inundación que duró casi 5 años. Se hizo imposible el culto a la guadalupana en la Villa de Guadalupe, y tanto la virgen como la efigie de Juan Diego, serían trasladados en canoa, hasta la Catedral de México, que apenas llevaba 4 años en construcción. La Virgen de Guadalupe anduvo entre los andamios, y regresaría a su sitio hasta que las aguas volvieron a su nivel en la Ciudad de México, donde las misas se celebraron, durante 4 años en las azoteas de las casas.
Y con los mexicanos oprimidos de a pie, la Virgen de Guadalupe estaría en la Independencia de México. El cura Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte Villaseñor tomaría como estandarte, en Atotonilco el Grande, una imagen de la guadalupana, para arrastrar multitudes en la guerra contra los gachupines.
En el monte de las cruces, a 32 kilómetros de Toluca y la Ciudad de México, se escenificaría la Batalla de las Cruces, en la que, habiendo salidos victoriosos los insurgentes, el cura Hidalgo, decidió, con sus huestes, huir en desbandada rumbo al Bajío. Días antes, el virrey Francisco Javier Venegas, había pedido a la virgen de los remedios, que a los españoles les hiciera el milagro de que el cura Hidalgo no llegara a la sede del virreinato, convirtiéndola en una carnicería humana. ¿Qué pasó entonces? ¿Se impuso la Virgen de los Remedios a la Virgen de Guadalupe? Ese misterio sigue sin ser desentrañado.