Perdón a los narcos
Freddy Sánchez jueves 21, Dic 2017Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Como un chorrito de agua que pronto creció hasta convertirse en un caudal devastador, la propuesta de López Obrador sobre la amnistía a los narcotraficantes, desató un maremágnum de críticas para el tabasqueño.
Medio mundo político, social y empresarial se le echó encima. Panistas y priístas se dieron vuelo tildándolo de todo: ingenuo, iluso y demente, entre otras calificaciones.
Ricardo Anaya, al catalogarlo de loco, demandó a López Obrador proponer acciones serias e inteligentes.
Claro que el panista, como tantos otros críticos de López Obrador, hasta ahora no han logrado encontrar entre sus ideas y planes de acción nada diferente y digno de encomio para contener la ola de violencia en el país, lo que hace propicio la sobrevivencia, auge y crecimiento de la delincuencia organizada.
Un hecho a la vista de todos, en torno al que si bien se puede culpar al priísmo, no se podría exculpar al Partido Acción Nacional.
Y es que durante su gestión continua en dos sexenios, tampoco logró acabar con el fortalecimiento y la expansión de las actividades delictivas, a pesar de constantes enfrentamientos con delincuentes de alto nivel, la captura o la muerte de muchos narcotraficantes considerados como los más temidos, siendo que tras “su desaparición” de las actividades criminales, simplemente llegaron otros a sustituirlos en el mando de las organizaciones del crimen organizado que sigue regodeándose de sus fechorías a lo largo y ancho del país.
Es más que notorio pues, que la guerra contra la delincuencia, se ha distinguido por ser un constante fracaso institucional, pues las redes delictivas se mantienen en operación, como si nada ocurriera que lo imposibilite.
Sus actividades a todo vapor prosiguen incólumes del mismo modo que sucedería en las grandes empresas, como Bimbo, Sabritas, Coca-Cola o cualquier otra corporación empresarial, sin importar que uno o todos sus altos directivos quedaran fuera de circulación por jubilación, deceso o encarcelamiento.
Por eso, hay que decir sin tapujos, que las mafias del crimen le han ganado la batalla a los cuerpos de seguridad, no obstante la patriótica y tenaz participación de las fuerzas armadas, lo que hace menester un nuevo análisis de qué hacer para que el poder público recobre el control de la seguridad nacional y le devuelva a este país el orden jurídico y la paz que son indispensables para la marcha armoniosa de las actividades económicas.
Porque de no ser así, la alta rentabilidad de las delincuencia organizada seguirá alentado su desarrollo cada vez más expansivo y en detrimento de las actividades lícitas de los que viven bajo el amago de delincuentes que desaniman el quehacer honesto de miles de emprendedores cobrando derecho de piso para dejarlos trabajar, lo que de plano es el colmo de la inseguridad imperante.
Una razón más que suficiente para evaluar toda clase de alternativas para cambiar de estrategias contra el crimen organizado, aunque si la única solución eficaz implicara otorgar una amnistía a los narcos, obviamente, esto tendría que estar amarrado a una serie de condiciones que garanticen no más derramamiento de sangre, la recuperación en buena cuantía de las fortunas acumuladas por las mafias del delito, con la firma voluntad de usarlas en beneficio de la colectividad y, naturalmente, el encarcelamiento y hasta pena de muerte a los delincuentes que no se entreguen voluntariamente, pretendiendo beneficiarse de un simple perdón a los narcos.