Puntadas de locos
Freddy Sánchez martes 19, Dic 2017Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Cero y van dos… Primero, López Obrador con su idea de amnistiar a los narcotraficantes, en aras de ponerle freno a la delincuencia organizada. Y después, Ricardo Anaya, al afirmar que para erradicar la pobreza se debe otorgar un ingreso universal garantizado por el sólo hecho de ser mexicano.
Cuestiones ambas, inequívocamente ligadas a dos grandes males imperantes en México: el nugatorio mejoramiento de las condiciones de vida de la mayoría y la impunidad de la corrupción y el delito.
Razón más que suficiente para emprender acciones institucionales más efectivas.
Sólo que las soluciones que plantearon tanto López Obrador como Anaya recibieron un amplio rechazo de diversos actores políticos, intelectuales y, naturalmente, los opinólogos de café, alentados por el cuchicheo en torno a la sucesión presidencial.
Y frente a las críticas sobre sus propuestas de acción institucional contra la pobreza y la delincuencia, el tabasqueño es el que menos se ha empeñado en defender lo que dijo de perdonar a los narcos, mientras que Anaya, por el contrario, se esmera en justificar lo que propone, exponiendo reiteradamente sus argumentos.
En distintas entrevistas con periodistas, conductores de noticieros en radio y televisión, el abanderado panista aseguró que el gobierno federal cuenta con los recursos suficientes para afrontar el gasto de su propuesta, que además no es sólo una idea suya e irrealizable, pues reconocidos intelectuales en el mundo la apoyan y de hecho se aplica con éxito en países, como Egipto.
Para el ingreso universal garantizado, según el aspirante presidencial panista, se pueden utilizar fondos públicos que anualmente el gobierno federal obtiene y no se gastan, acumulando un remanente del ejercicio presupuestal de ingresos por casi un billón de pesos.
Y mencionó otras dos fuentes de financiamiento: la reestructuración de programas sociales creados al vapor con propósitos similares y grandes derroches administrativos, como sucede con el gasto corriente para financiar muchos privilegios entre la alta burocracia nacional y que con un plan de austeridad permitiría dar un mejor uso a ese dinero en beneficio de la sociedad.
En sus entrevistas con los medios de comunicación, Anaya pregunta a la gente si acaso prefiere que ese dinero que le sobra anualmente al gobierno federal se siga dejando en manos de funcionarios corruptos, en vez de que sirva para el pago del ingreso universal garantizado, que supuestamente él implantaría de ganar la elección presidencial.
Y como es obvio, los electores que hayan escuchado los planteamientos del panista, seguramente responderían que no, dando apoyo a su propuesta, en especial si consideramos que a nadie le viene mal un dinero seguro y mucho menos si sólo implicara extender la mano para recibirlo.
Así y todo, es menester que Ricardo Anaya aporte más información y debata sobre lo que plantea sobre el ingreso universal garantizado, hasta convencer a los escépticos de que no propone acciones absolutamente inviables y a la postre más perjudiciales que benéficas para el país.
Lo mismo debe hacer, lógicamente, Andrés Manuel López Obrador en relación con sus intenciones de otorgar una amnistía a los narcotraficantes, hasta dejar en claro que lo que quiere es beneficiar a la gente y no a los delincuentes.
Ambos pues, están obligados a sustentar con argumentos creíbles que lo que están diciendo en su afán de llegar a la primera magistratura del país, no es algo demagógico ni mucho menos puntadas de locos.