Grandes expectativas
Ramón Zurita Sahagún lunes 29, Nov 2010De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
El miércoles próximo asumen las administraciones estatales, tres nuevos gobernadores en Aguascalientes, Oaxaca y Veracruz.
Se trata de Carlos Lozano de la Torre, Gabino Cué Monteagudo y Javier Duarte de Ochoa, priístas el primero y el tercero y convergente el segundo de ellos.
En los tres personajes en cuestión se fundan las expectativas de una población que acudió a las urnas a respaldar sus respectivos proyectos.
Son personajes ajenos los unos a los otros y generacionalmente distantes, aunque unidos por la política y su interés por responder a las necesidades de sus estados.
El priísta Lozano de la Torre llega después de dos elecciones perdidas -alcalde y senador- por lo que hasta la tercera ocasión en que se presentó de cara al elector, este decidió darle un respaldo mayoritario.
Llega empujado por dos políticos que se convirtieron en estandartes de su triunfo el pasado cuatro de julio, el senador Manlio Fabio Beltrones, principal impulsor a la candidatura priísta y el propio gobernador de Aguascalientes, Luis Armando Reynoso, a quien el respaldo al priísta le costó ser expulsado del Partido Acción Nacional.
En la negociación para su candidatura del partido tricolor, Lozano dejó en el camino a Lorena Martínez, quien contendió por el ayuntamiento de la capital del estado, el que también ganó el PRI.
Las cosas en Aguascalientes no parecen tan simples, ya que la estridente figura de Reynoso Femat generó grandes controversias y su relación ríspida con los políticos de su partido y con la federación, dejaron decaimiento en la población que no vio reflejado en el trabajo gubernamental las promesas de campaña.
Aguascalientes fue de los primeros estados en decidir por la alternancia, lo que hace nuevamente, al regresar al poder el PRI luego de 12 años de gobiernos panistas, los que no rindieron lo esperado por la ciudadanía.
Para Lozano de la Torre el reto es grande, como el de los otros dos nuevos gobernadores, aunque las miradas estarán dirigidas, principalmente a los otros dos territorios, cuyos gobernantes asumen al mismo tiempo que él.
Oaxaca es el estado símbolo de las alianzas, donde convergieron los partidos de derecha e izquierda con un candidato común, el que se convirtió en la manzana de la discordia entre PRI y PAN y terminó costando la dirigencia partidista a César Nava Vázquez.
El compromiso entre tricolores y blanquiazules era de no establecer alianzas en Oaxaca ni en el Estado de México, aunque el firmado fue el segundo. A cambio de que los panistas no fueran en alianza con la izquierda, el PRI avalaría el presupuesto del 2010.
Los panistas no cumplieron con su palabra, se aliaron con la izquierda en varios estados, aunque solamente ganaron en Oaxaca, Sinaloa y Puebla. Durango e Hidalgo fueron experimentos frustrados.
Gabino Cué Monteagudo se convirtió en el mítico y legendario héroe de las batallas aliancistas y cumplió en el terreno de los hechos. Fue el único candidato de las alianzas entre izquierda y derecha avalado por todos loa actores de la trama, incluido el principal enemigo de ellas, Andrés Manuel López Obrador.
En Oaxaca se trataba de romper con la hegemonía priísta de 80 años, lo que se consiguió con una fórmula sencilla, un buen candidato representado en la figura de Gabino Cué y la unidad de sus aliados.
A favor de los opositores jugó el que los dos últimos gobernantes priístas reunieron los argumentos suficientes para que el pueblo se cansara del poder ejercido por los priístas.
José N. Murat Casab, principalmente, y Ulises Ruiz Ortiz, representan la máxima expresión de autoritarismo y abusos cometidos en Oaxaca en décadas, lo que provoca la repulsa ciudadano, a pesar de que el candidato del PRI -Eviel Pérez Magaña- era un político ubicado dentro de una buena aceptación de la población, pero que arrastraba el desprestigio de los dos gobiernos anteriores de los que él mismo fue colaborador.
Ahora le corresponde a Cué Monteagudo responder a lo ofrecido en campaña y desarrollar una administración que responda a las expectativas depositadas en su persona por una ciudadanía ávida de respuesta a los años de relegamiento que vive esta entidad.
Veracruz es un caso distinto, donde, a diferencia de los otros mencionados arriba, no se produjo alternancia en el poder y continuará gobernando por seis años más el PRI.
Javier Duarte de Ochoa es el nombre del nuevo gobernante y pertenece a una generación experimental para su partido, el PRI, al postulara ese cargo a jóvenes menores de 40 años, cuyos proyectos y perspectiva va de acuerdo con una población acorde a su edad.
Duarte de Ochoa se encuentra doctorado en finanzas y manejó esta cartera en el gobierno sexenal anterior, el de Fidel Herrera Beltrán, considerado como su mentor político.
Enfrentó una batalla feroz en las urnas contra Miguel Ángel Yunes Linares y toda la fuerza del gobierno federal, aunque no estaba desprotegido en esa materia con el poderío de un gobernador “en la plenitud del poder”, como dijera su mentor político.
Con 37 años de edad, Javier Duarte de Ochoa, asume el gobierno de la tercera entidad más poderosa del país, en cuantía de recursos públicos y en población y donde se localizan los potenciales energéticos más importantes de las próximas décadas.
De carácter firme, pero no bullanguero, ni dicharachero como su antecesor con poco tramo político recorrido, Duarte de Ochoa enfrenta los retos de suministrar bienestar a una población de más de 7 millones de habitantes.
*Finalmente, llegaron al matrimonio la pareja compuesta por el gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto y la actriz Angélica Rivera, en una ceremonia que puede considerarse austera, en contraparte con la de los hijos (a) de los principales políticos del país.
Habrá que ver como le repercute este matrimonio al gobernador mexiquense en su ruta a la candidatura presidencial.