Ceguera de políticos
Freddy Sánchez jueves 14, Dic 2017Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Digan lo que digan los demás, a Manuel López Obrador le debe tener sin cuidado.
La cuestión es que cualquier cosa que salga de la boca de los aspirantes presidenciales, podrá ser usada en su contra.
La andanada crítica para el tabasqueño, a su idea de explorar la posibilidad de otorgar una amnistía a los narcotraficantes para recobrar la paz en el país, lo dejó más que demostrado.
Los encargados de las fuerzas armadas, además de políticos opositores a Morena, empresarios, comunicólogos, académicos, empresarios y gente del pueblo, no deja de criticar a quien tuvo aquella ocurrencia de decir, “lo que diga mi dedito”.
Un dedo que por lo que se ha dicho contra López Obrador, tal parece que imprudentemente se metió en un contacto eléctrico y recibió una tremenda descarga que debió erizarle los cabellos al que dijo lo que dijo.
De modo, que los contrincantes del ex jefe de gobierno de la ciudad, una vez que se complemente la baraja de los candidatos presidenciales, con la presencia de los independientes que logren pasar la difícil aduana de las firmas ciudadanas a conseguir, tendrán que andarse con cuidado, al proponer cualquier acción futura de gobierno.
López Obrador, tras el furioso cuestionamiento de sus críticos, en un intento de honestidad manifestó sin tapujos: “yo digo lo que pienso”.
Y eso naturalmente, esperaría uno de quienes se proponen asumir la primera magistratura de la nación. Que digan lo que piensan y hablen con la verdad.
Sólo que en política tristemente, decir lo que se piensa no siempre reditúa ganancias electorales.
De ahí, que la mayoría de los que buscan el voto ciudadano, regularmente, dicen lo que los electores quieren escuchar y no lo que necesitan saber y menos si se trata de propuestas controvertidas que puedan dividir las opiniones y hasta causar un inmenso rechazo de la mayoría.
Como parece haber sido el caso, de esa sugerencia de López Obrador, acerca de explorar la posibilidad de amnistiar a los narcotraficantes para devolverle a México la paz en las calles.
Más aún sin haber precisado a cambio de qué se podría otorgar una amnistía a los narcos, poniendo como condición para dicho beneficio una suma de obligaciones para los delincuentes que se tradujera en una importante ganancia social, lo cual habría permitido justipreciar la viabilidad y conveniencia de una arreglo de esa naturaleza que a simple vista y sin justificarlo planamente, como es lógico hizo más que propicio a los adversarios del tabasqueño tildarlo de uno y mil dislates y locuras.
Algo que al señor López Obrador, probablemente, le habrá quitado todo deseo de explicar mejor su propuesta pensando quizás en que lo más adecuado para sus propósitos electorales, será darle vuelta a la hoja y esperar que en los meses que faltan para la elección presidencial eso que “dijo su dedito” sobre la amnistía a los narcos, se quede en olvido de sus adversarios políticos y la gente común.
Por desgracia, eso dificultará una discusión sensata y creativa que permita explorar nuevas acciones contra la delincuencia organizada.
Así que el tráfico de drogas con la acumulación de grandes riquezas provenientes del delito, el contubernio entre autoridades y delincuentes y la preservación y acrecentamiento de estas y otras actividades delictivas, no verán su punto de quiebre ni rotundo abatimiento en tanto subsistan las complicidades con el poder por la codicia o la ceguera de los políticos.