Fondo y forma de las candidaturas
¬ Mauro Benites G. miércoles 13, Dic 2017Municiones
Mauro Benites G.
Inmerso en los cambios del gabinete y la fiesta de los futuros candidatos a puestos de elección popular, este comentarista reitera el posible cambio en el fondo, pero no la forma del rito para designarlos. Veamos al ejemplo de la designación para candidato a la Presidencia de la República de Don Gustavo Díaz Ordaz. El último presidente “político, político”.
La postulación de Gustavo Díaz Ordaz como candidato a la Presidencia de la República se dio en el marco de la III Convención Nacional Ordinaria del PRI en el cine Internacional de la Ciudad de México, el 16 de noviembre de 1963.
Alfonso Corona del Rosal, presidente del Comité Ejecutivo Nacional del partido, fue el encargado de dirigirse junto con una gran multitud hacia la Secretaría de Gobernación al despacho de Díaz Ordaz, para informarle de la resolución que se había tomado en la convención.
En el acto, Corona del Rosal le planteó a Gustavo Díaz Ordaz: “…el hombre que debe afrontar la resolución de los graves problemas de México, debe ser fundamentalmente revolucionario, honesto, capaz, conocedor de los problemas y de los hombres y de nuestra patria, y los convencionistas absolutamente unidos han manifestado que el hombre que debe regir los destinos de México en el próximo sexenio es usted…” y afirmó “…me complace tener el honor de, en nombre de los sectores de nuestro partido, de sus organizaciones, de sus militantes representados en nuestra convención, notificar a usted que nuestro partido lo ha electo nuestro candidato al cargo de Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos para el sexenio 1964-1970…”.
“Más de 4 mil voces priístas -los delegados de todo el país-, abarrotaron el espacio, pronunciando el nombre Gustavo, Gustavo… Más de 4 mil hombres puestos de pie, habían escogido su candidato a la Presidencia de la República. Esos hombres, esas voces, pensamiento y decisión de los tres sectores mayoritarios de México, reunidos en la III Convención Nacional Ordinaria del Partido Revolucionario Institucional, designaban al hombre que, por su limpia calidad ciudadana, por su aprobada convicción revolucionaria y su brillante trayectoria política, es el candidato priísta a la Presidencia de la República…” decía la nota periodística.
Gustavo Díaz Ordaz, al rendir protesta como candidato, en el estadio de la Ciudad de los Deportes el día 17 de noviembre de 1963, apuntó: “…acabo de contraer un solemne compromiso, tengo plena conciencia de la enorme responsabilidad que desde ahora pesa sobre mis hombros y sólo me atrevo a afrontarla…” pues “…las fórmulas democráticas de gobierno no se limitan al ámbito de lo político, sino que trascienden a otros muchos de la vida del hombre. Democracia también significa economía del pueblo, para el pueblo y por el pueblo…” y “…Como candidato de un partido en el que están agrupadas las grandes mayorías, pero no abarca, ni con mucho, la totalidad de la población, ni lo pretende, aspiro; sin embargo, a ser presidente de todos los mexicanos.
Cuenta Miguel Alemán Velasco en su novela Sí el águila hablara, que Adolfo López Mateos fue preparando a Díaz Ordaz desde el inicio de su régimen para ser presidente, pues “…ha sido el último que ocupó cargos de elección popular antes de entrar en funciones como titular del Ejecutivo federal…”.
Según lo señalo Alemán Velasco, López Mateos “…engañó con la verdad, pues nunca demostró que otro que no fuera dos Gustavo sería su sucesor. “Había entonces una fuerte “camarilla” en la que figuraban, principalmente, su secretario particular, Humberto Romero Pérez y el general José Gómez Huerta, jefe del Estado Mayor -ambos en pleito constante con Díaz Ordaz- quienes apoyaban a Donato Miranda Fonseca, secretarios de la Presidencia. “Inclusive se hablaba de que iban a adelantar el destape para favorecer a éste en vez de a Díaz Ordaz. Pero el hombre que maneja el país no puede dejarse vencer nunca, ni el último minuto de su período y no podía dejar que le ganaran esta partida ni ninguna otra, por eso, aunque retrasó un poco el nombramiento, o el destape, como quieran llamarle, su carta siempre fue el secretario de Gobernación, el licenciado Gustavo Díaz Ordaz”.
Gustavo Díaz Ordaz, ya como candidato, tuvo a su cargo la inauguración del moderno edificio sede, del PRI, en Insurgentes Norte en un acto muy sencillo, dónde recibió, según lo comentaron los medios, un sin fin de muestras de apoyo, cariño y solidaridad de los ciudadanos que ahí se congregaron y que le dieron la certeza de que su camino hacia la Presidencia estaría libre de obstáculos.
Las cifras fueron claramente una prueba de que la maquinaria electoral seguía funcionando bien: había recibido 8’368,446 votos contra 1’034,337 de su más cercano competidor, el licenciado José González Torres del Partido Acción Nacional. “La forma y estilo del rito en la actualidad: es la misma”.