¡Que Meade ya alcanzó a AMLO!
Francisco Rodríguez lunes 4, Dic 2017Índice político
Francisco Rodríguez
Es asombrosa la cantidad de miles de millones de pesos que ha corrido como pólvora seca entre los medios de comunicación a modo en los últimos días, para que se presten al jueguito de santificar la candidatura priísta de Meade Kuribreña, el nieto de Daniel, el fundador del PAN. Un asunto de simbiosis entre gente de la misma ralea.
Cualquier mercachifle con micrófono, cualquier aventurero con pluma, se han prestado al birlibirloque: esconder la verdad bajo una montaña de dinero, la única garantía de lealtad que conocen. No se habla de una lealtad para siempre, es sólo de ocasión, la que sea necesaria para legitimar un dedazo inconsulto, en favor de un palurdo sin atributos.
Se dan casos espeluznantes. Como los de aquellos concesionarios de medios radioeléctricos que hacen jurar por ésta a sus locutores y comentaristas que en sólo 24 horas el país se rindió agradecido ante el candidato y lo han subido al primer lugar de sus preferencias, en encuestas más acordadas que una pelea de box de Parnassus.
De un día para otro, el inefable Meade se despertó con una popularidad que rebasa el quíntuple de la aceptación que trae Peña, desde que inició el sexenio. Como es sabido, el Presidente nunca ha alcanzado los 5 puntos porcentuales de popularidad, mientras que en sólo un día, su paniaguado Meade ¡ya trae 26!
Con esos porcentajes, los momios del priísmo se engañan solos. Ya no hay necesidad de hacer campaña, pues desde antes de iniciarla, se pone empatado con el líder de las preferencias, que es en este momento el candidato de Morena, Andrés Manuel. Los dos tienen los mismos porcentajes. Adiós Nicanor.
El sueño del dueño del pandero priísta, léase Videgaray, siempre ha sido llegar al segundo lugar empatado con Morena, para que después de la operación mapache, esos votos se inflen en las casillas lejanas al mundanal ruido y poder ganar incluso el primer lugar. Como lo hicieron con Alfredo III en el Estado de México.
Sólo tienen un problema: ya no tienen ni mapaches en los estados priístas. Casi todos se fueron en la desbandada, pues también su propio pellejo peligraba. Y usted sabe, primero está ser y después la manera de ser. A la fecha, cada gobernador priísta tiene su candidato en otra franquicia, así como cada uno tiene su ética y su ambición.
Y no es para menos. Los gobernadores priístas que iniciaron el sexenio con Peña, los símbolos del “nuevo PRI”, han sido los sacrificados, son los negros de la feria. Sobre ellos se han cebado todas las responsabilidades y corruptelas que no quisieron cargar sus compinches y socios de Los Pinos. Cosas de la lealtad priísta.
Han cambiado las cuentas de la lechera, las ilusiones y expectativas de la cándida rancherita del cuento, por las cuentas del Gran Capitán, aquellas infladas que se usan para atrapar incautos, para engañar bobos o para pedir prestado. Estas nunca concuerdan con la realidad, pero sirven para ganar tiempo, nadando de muertito.
Hasta los conspicuos líderes priístas de todos los tiempos se han ido con su propia finta. Los hay que apuestan doble contra sencillo de que López Obrador trae 26 puntos porcentuales de la votación nacional, igual número que ya trae Meade. ¿A cuenta de qué? les preguntan sus parroquianos. Son las cuentas del chantaje por darle mi apoyo, contestan muy ufanos.
Y no son cuentas menores: estamos hablando de una lista nominal de electores de 90 millones en números cerrados. La votación será del 60%, como siempre. Estarán en juego 54 millones de votos en esa bolsa. Según los chantajistas del PRI, a ellos les corresponden 14 millones de sufragios efectivos, los mismos que a Andrés Manuel. Y tantán.
¿Y los demás? preguntan sus azorados seguidores y conclapaches. Los demás los trae el candidato del FCM, contestan, sin despeinarse. Tirios y troyanos de esa escuela afirman que esa entidad tan vapuleada por los francotiradores al servicio de Los Pinos, está más viva que nunca. A ésa es a la que temen. Se aferran a la creencia generalizada que Morena en el norte del país no tiene posibilidad alguna.
El Frente Ciudadano por México, esa fusión de corrientes partidistas que han formado un bloque amplio electoral, ya registrada por el INE, está en la pelea por el máximo galardón. No son suposiciones de este escribidor, es lo que afirman los más experimentados dirigentes históricos del tricolor, hoy convertidos en augures de su propia derrota.
Su dicho es más que atendible. Sacan la cuenta que les da 28% de votos potenciales para el Frente, lo que redondearía sus números en 80% de la lista de votantes en el padrón. Faltan sumar otros 20, sí, pero dicen que Margarita Zavala sacará un 6%, el Bronco un 4% y los otros diez para la chiquillada. Es su radiografía de la elección del 1 de julio del 2018.
Es asombroso que a estas alturas del partido, los líderes emblemáticos del tricolor reconozcan la debacle. Así como asombroso es que den un 26% al candidato del PRI, que si no tiene simpatizantes en esas cantidades, menos tendrá funcionarios de casilla que quieran arriesgar el pellejo en su favor. Primero está el estómago.
De los votos de Andrés Manuel, ni hablar. Se da por descontado que de arranque de campaña pueda traer el 26%. Pero de ahí a tomarlo como referencia de sus angustias hay un largo camino. La reacción del pueblo siempre ha sido impredecible. Y por lo que se ve, ninguno de los candidatos ya registrados le podrá hacer ni cosquillas.
El mundillo político está atento de la definición del Frente. Unos para atacarlo en cuanta ocasión se pueda, aunque no venga ni al caso, y otros para analizar el sentido real de sus preferencias. En las negociaciones internas del Frente, que no han parado en los últimos tres años, participan incluso los gobernadores y jefes regionales de los partidos coaligados. Una experiencia que sólo se ha vivido en los frentes amplios del cono sudamericano. E hicieron la chica, todos.
También está visto que unas son las especulaciones de café que hagan los tricolores, ajenos de siempre a la realidad, y otros los compromisos y operaciones en prenda que se ofrecen en las negociaciones de reparto de posiciones en las que están encerrados, cada quien con sus padrones en la mano. Se trata de apuestas con el gallo ahí.
Frente a ello, los experimentados tricolores saben de antemano que no hay gran cosa qué hacer, pues sus gobernadores están retraídos unos, y los demás se esconden para que no les pidan un favor, para que ni los saluden, no vaya a ser que los jerarcas se queden con sus anillos, casi lo único que les queda después de pagar fianzas y carísimos amparos.
Ningún gobernador priísta ha levantado la mano en favor del panista Meade. Ellos saben que tienen que obedecer, pero usted sabe que lo que se hace a fuerza, es casi siempre un trabajo mal hecho. Han sido castigados con la justicia, con el presupuesto, con los recortes, con los auxilios. Sólo los reciben en Los Pinos para pedirles las cuentas de las comisiones y los moches. Y de eso, obvio, ya ni quieren hablar, porque lo que digan se usará en su contra.
Entonces, ¿ dónde están los votos en favor del PRI? ¿A qué le tiran los loros radioeléctricos y de la prensa escrita que hablan de esa verdadera locura? ¿Piensan que habrá quien les premie sus esfuerzos? ¿O ya les pagaron “en efe… y por adela…? ¿Usted qué cree?
Índice Flamígero: Escribe Bibi Villavicencio, lectora de siempre de este espacio: “Oiga usted, si que andábamos bien despistados, como dijo EPN. Pero ¿en qué estábamos pensando?, ¿que había un tapado? Bien despistados. No había tapado es ¡Tapadera!… A que re mensos. Esperando un tapado. Despistados. Y mucho.”
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