Una limosnita
Alberto Vieyra G. viernes 1, Dic 2017De pe a pa
Alberto Vieyra G.
¡Una limosnita, por el amor de Dios..!
¿Cuántas veces nos hemos topado, en la calle, los caminos o los pueblos, escuchar a menesterosos clamando por una generosa ayuda, aunque sólo sea una dádiva?
Pero ¿Qué es una limosna? De acuerdo con el tumbaburros de la Real Academia de la Lengua, se entiende como limosna a una cosa, especialmente dinero, que se da a otro por caridad, o bien, que se da como ayuda a un necesitado y cantidad demasiado pequeña de dinero que se da como pago por un servicio o un trabajo, aunque también puede ser a las instituciones eclesiásticas.
¿Pero, por qué hablo de una limosnita por el amor de Dios?
Como cada año, por estas fechas, las cúpulas empresariales, el gobierno y el banco central, es decir, el Banco de México, ultrajan la dignidad de los trabajadores mexicanos con aumentos salariales, que bien pueden recibir el nombre de miserables limosnas.
Apenas, la semana pasada, se anunció que el salario mínimo en México, aumentaba, de 80 pesos con 04 centavos a 88 pesos con 36 centavos. Miserables 8 pesos con 32 centavos, menos, mucho menos de lo que una persona deposita como limosna en las iglesias.
¿Para qué sirven 8 pesos con 32 centavos? Sólo alcanzan para comprar un refresco negro del imperio capitalista del mal. Para comprar un kilo de tortillas o de frijoles, simplemente no alcanza porque vale 15 pesos, y en algunas regiones del país, mucho más. Así que sólo alcanza para medio kilito y unos dos o tres chiles verdes. ¿No le parece a usted, esa limosna, una grosería?
Pero en el gobierno, y utilizando a los jilgueros de éste en los principales medios de comunicación, se nos jura y perjura que es el aumento salarial más sustantivo en los 35 años de historia del neoliberalismo económico o de la pomposa macroeconomía, esa que cuida los bolsillos de la clase empresarial, pero jamás de la clase trabajadora, que es, hoy por hoy, la gran generadora de la riqueza nacional y mundial.
¿De qué le serviría a los magnates, contar con carretadas de dinero, y empresotas que, aún tecnificadas, requieren de la mano del hombre? De nada.
Hace ya tres décadas, que fui enviado por el Sistema Radiópolis a cubrir un evento en la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, en el que se anunciaba pomposamente, que el aumento sería de menos de 4 pesos. Tanta fue mi indignación, que al hacer uso de la palabra, le dije al presidente de esa institución, palabras más, palabras menos: ¿Para qué alcanza esa miserable limosna? ¿No sería mejor que enrollaran esos 4 pesos y se los metieran…? El funcionario miró a este átomo de la comunicación con fiereza, mientras la conferencia se daba abruptamente por terminaba en medio de aplausos de mis colegas reporteros.
Uno de los enemigos públicos, número uno, del aumento salarial, Agustín Carstens, ya se acaba de ir del Banco de México, pero antes de hacer maletas, recomendaría: “Hay que tener prudencia en el alza salarial, porque la inflación se irá a las nubes”. Ese individuo, como muchos otros tecnofondomonetaristas, siguen al pie de la letra las criminales recetas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Habrá que decirlo, que México es la nación en la que existen los salarios más miserables del planeta. Son una limosna. Hasta los sindicatos de Estados Unidos y Canadá se han indignado por esas limosnas, y justamente, un aumento salarial digno para los trabajadores en México, es lo que ha provocado severos encontronazos entre los negociadores, e incluso, esas limosnas, podrían ser la causa del fin del TLC. Aunque usted no lo crea.