Fiscal de terciopelo
Freddy Sánchez jueves 23, Nov 2017Precios y desprecios
Freddy Sánchez
El “desatorón” en el Senado de la República, finalmente dará paso al nombramiento del fiscal electoral.
Una figura central que garantice legalidad, equidad y trasparencia en la conducta de los partidos políticos, una vez que en los siguientes meses cobre fuerza el “ajetreo” sexenal, previo a la nominación de un nuevo encargado del despacho en Los Pinos.
De modo que sin más rémoras que lo impidan, habrá fiscal y “sumo sacerdote” a cargo del gran “culto” electoral de cada seis años, con la obvia intención institucional de procurar que ninguno de los contendientes incurra en desviaciones y abusos.
Por esa razón, sea quien fuere el elegido, su misión tendrá como “sagrado” propósito actuar con estricto apego a la ley, a efecto de que la competencia electoral sea limpia, sin “atajos” ni pillerías. Con una elección presidencial tan limpia como agua pura y cristalina.
Bueno, esa sería lógicamente la encomienda a realizar que uno esperaría de un fiscal electoral honorable, competente e imparcial.
Y ante ello, cabe preguntar si los responsables de nombrar a ese fiscal realmente pondrán por delante el interés de la nación, dando cobijo a un ejercicio democrático sin manipulaciones, incorruptible e imparcial.
Que haga propicio en el 2018, no sólo en cuanto a la renovación del cargo de presidente, sino en general en las elecciones que ocurrirán a lo largo y ancho del país, un piso parejo para los competidores, acción inmediata contra desviaciones y corruptelas y ejemplar castigo para los políticos y sus huestes que osen abusar de su poder para cooptar, influenciar o pervertir el voto ciudadano, pretendiendo impedir que éste se emita en las urnas de manera libre, espontánea y sin inducción al voto.
Esto último, naturalmente, un fiscal inflexible y honesto no lo permitiría.
De eso, seguramente tienen absoluta certeza los legisladores que habrán de aprobar el nombramiento a resolverse en las siguientes semanas.
Y como es lógico, no todos los que podrán influir para que tal cosa suceda, ciertamente acogen con beneplácito el arribo de un “fiscal de hierro”, puesto que las habituales patrañas en las que suelen incurrir los dirigentes partidistas y sus aliados queriendo meter “mano negra” en las campañas electorales para inclinar a su favor una elección, lo que realmente quisieran es a un fiscal a modo de sus truculencias.
Alguien que se haga de “la vista gorda” si recibe denuncias de manipulación del voto ciudadano, exceso en los gastos de propaganda, manejo de dinero ilícito en las campañas, entre otras conductas tramposas e irregulares de quienes dentro y fuera de los partidos políticos suelen actuar no sólo con desacato de las leyes en vigor, sino descarado cinismo en apoyo al candidato que les inspire mayor confianza en la defensa de sus intereses.
En ese tenor es inevitable señalar que justamente por el desaseo tradicional de muchos políticos a la hora de cualquier proceso electoral, cuesta tanto trabajo nombrar a quien pudiera estar al frente de una fiscalía electoral debiendo tener el poder para actuar contra los corruptos.
Y que lo digan si no los senadores que apenitas lograron destrabar el acuerdo para el nombramiento del que se habla y que todavía falta por saber si efectivamente recaerá en la persona que la sociedad reclama y espera.
Un hombre o mujer con agallas y firme voluntad de actuar contra la corrupción sin dejarse intimidar por siglas partidistas y no como muchos políticos lo desean siendo más bien alguien “suavecito” como un “fiscal de terciopelo”.