El doble juego de Mancera
Ramón Zurita Sahagún martes 21, Nov 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Son muchos los que consideran a Miguel Ángel Mancera como un personaje sin conocimientos políticos, surgido al azar, como simple cuidador de las espaldas de Marcelo Ebrard.
Eso fue cuando el entonces Procurador de Justicia del Distrito Federal fue ungido como candidato del PRD al gobierno capitalino, sin militar en ese partido.
Se consideró una jugada magistral de Marcelo, tanto que Mancera ganó con amplitud la elección del 2012, por lo que con ese respaldo en las urnas al poco tiempo se deslindó de su promotor y hasta ejerció presión y cuestionó algunas de las obras realizadas en su administración, por lo que Ebrard prefirió salir del país.
La esperanza ciudadana sobre un eventual buen gobierno de Mancera se esfumó pronto y, como todo personaje encumbrado en un cargo público, le nacieron las ambiciones chapulinescas, en este caso presidenciales.
Se rodeó de personajes taimados, calculadores, con oficio y perversión política para iniciar su búsqueda por la candidatura presidencial que, en su caso, la tenía segura con el mismo partido que lo proyectó en los terrenos políticos, el PRD.
Carente de figuras dentro de este partido y sufriendo la constante sangría de sus militantes que preferían migrar hacia el recién constituido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el PRD buscó la alianza con un partido más fuerte, con una mejor estructura, lo que fue alentado por el propio Mancera, quien para entonces ya se había apropiado de la dirigencia partidista, después
de limar asperezas con su antigua aliada y después adversaria Alejandra Barrales, a la que ayudó a llegar a la presidencia nacional del partido.
En mancuerna Barrales y Mancera ejercen una política al estilo Penélope, tejen acuerdos por la mañana y los destejen por la noche.
La idea es que Alejandra sea la candidata del Frente Unido por México al gobierno de la CDMX y Miguel Ángel el abanderado presidencial. En lo primero no hay duda y se conseguirá (si es que el Frente continúa hasta la selección de candidatos), en lo segundo es donde las cosas se atoran.
En su propósito Miguel Ángel juega con varias barajas para tener las cartas adecuadas a su proyección.
Por un lado busca abrir la convocatoria para la selección del candidato presidencial del Frente en una competencia directa con Ricardo Anaya, por otro negocia con Rafael Moreno Valle y Margarita Zavala, para presentar otro frente que presione en la alianza con el PAN y Movimiento Ciudadano y pueda abrirse más la opción para que ingresen los aspirantes independientes, algo difícil de aceptar, tomando en cuenta que Margarita prefirió salirse del partido y buscar su camino sola.
La estrategia de Mancera ha funcionado hasta ahora y por lo pronto consiguió eliminar a uno de los principales adversarios en su proyecto.
Fue Mancera apoyado por Barrales quienes frenaron la posibilidad de que Ricardo Monreal fuese el candidato del Frente, ya que van mano en la postulación del aspirante para la Ciudad de México.
El jefe delegacional en Cuauhtémoc traía ya la aprobación de los dirigentes nacionales del PAN, Ricardo Anaya y de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, además del visto bueno de las corrientes de “Los Chuchos”, la de Héctor Bautista y hasta la de Amalia García, pero no la de Héctor Serrano, el principal operador de Mancera.
Iniciaron las conversaciones para destrabar el tema y Barrales y Mancera siempre opuesto a que Monreal saltara como abanderado del Frente.
Y es que uno de los principales proyectos de la dupla Mancera-Barrales es la de mantener a la Ciudad de México como su reducto, sin importar que para ello tengan que sacrificar la eventual candidatura presidencial del hoy Jefe de Gobierno.
Claro que para ello existen otras opciones personales que obtendrían a cambio, además de una serie de posiciones para los principales personajes de su equipo.
De lo demás que importa, Mancera no es el mismo personaje que fue electo Jefe de Gobierno, ya que dejó de ser popular hace mucho tiempo. Su gestión ha sido desastrosa y el sismo vino a terminar con sus aspiraciones que, para entonces, eran muchas.
Aquella popularidad con la que ganó los comicios, como un personaje no político, sin grandes negativos, con un paso discreto como Procurador, sin grandes aspavientos que generó la confianza de los ciudadanos de la capital del país, ya no existe hace mucho.
Varias de sus decisiones y declaraciones han causado desazón entre una población ávida de resultados que creyó que su administración sería mejor que las de AMLO y Marcelo, pero que comprobó en el terreno de los hechos la falta de oficio de Miguel Ángel y como pronto fue cooptado por aquellos profesionales del lavado de cerebro o cultivo como dicen los yucatecos.
En la Ciudad de México persisten los problemas de siempre, adicionados con la presencia de los grupos delincuenciales (siempre negados desde el gobierno capitalino).
La violencia e inseguridad se mantienen, la carencia de servicios es notable en muchas zonas, las obras al vapor mantienen cerradas muchas zonas, lo que se magnifica por los resultados del sismo, el mismo que impidió a Mancera efectuar su proyecto primario que era la renuncia (licencia) a la jefatura de Gobierno e iniciar su periplo en pos de una eventual candidatura presidencial que en un principio sería por el PRD, pero que amplió su horizonte hasta llegar a la del Frente Unido por México, que hoy parece tener como único destinatario (si es que se concreta) en Ricardo Anaya.