Más violencia
¬ Augusto Corro miércoles 15, Nov 2017Punto por punto
Augusto Corro
Los tiempos de paz y seguridad en México desaparecieron hace varios años. En el presente, es común hablar de violencia, como tema cotidiano.
En una reunión de la organización Causa en Común, su presidenta, María Elena Morera, dijo que los índices de violencia y masacres en México “han alcanzado proporciones bélicas”.
¿Dijo algo nuevo Morera? No. Lo que suponemos es que se trató de una denuncia que al rato caerá en el olvido.
¿Qué ganamos con reconfirmar que los mexicanos somos víctimas de la delincuencia?
La actitud y reacción de las autoridades al escuchar esas quejas es la de alzar los hombros y manifestar su impotencia, porque el problema continuará con las posibilidades de que se agudice. Las causas de la violencia son múltiples y desafortunadamente los programas para combatirlas fallaron. La lucha contra la delincuencia organizada nació muerta.
En vez de derrotar a los delincuentes, éstos ampliaron sus acciones criminales. Por ejemplo, los cárteles de la droga se multiplicaron.
Cuando las autoridades informaban que tal o cual banda de pillos era desmantela, quienes la integraban se convertían en jefes de nuevas pandillas. Ampliaron su lista de delitos y se encuentran en todas partes.
“La violencia que vivimos ya no es temporal ni regional, es endémica y de alcance nacional, no se ha logrado contenerla y mucho menos revertirla”, dijo Morera.
No se trata de un asunto difícil al que nadie quiere ponerle fin. No se ve voluntad política para enfrentar a los delincuentes. Un gran paso hacia la seguridad se daría con el combate a la corrupción que va de la mano con la impunidad. Mientras no se apliquen leyes severas a los feminicidas, asaltantes, secuestradores y narcos, todos corremos el riesgo de ser víctimas de los criminales.
LÍOS DE COMADRES
En la Asamblea Legislativa los pleitos de las comadres -Morena-PRD- sólo reflejan su grave irresponsabilidad.
Los pleitos entre ambos organismos políticos tienen en jaque a los miles de damnificados en la Ciudad de México (CDMX).
Resulta que los asambleístas tienen que sacar la ley de la reconstrucción, pero como se encuentran metidos en los conflictos partidistas, nadie se preocupa por las condiciones en que se encuentran aquellas personas que perdieron sus casas en el terremoto del 19 de septiembre.
La lucha en la Asamblea Legislativa es por el cargo en la presidencia de la Mesa Directiva: Morena pugna porque se quede en el cargo su diputada Flor Ivone Morales, y los demás grupos apoyan al legislador del Verde Ecologista, Fernando Zárate.
Para lograr sus propósitos, los legisladores no se limitan a los insultos verbales, también hacen uso de su fuerza para desgreñarse. Ya ocurrió en la sesión anterior. Ya le platicaré que ocurrió en la última reunión.
Mientras, los diputados continúan en sus enfrentamientos en defensa de sus negocios muy personales, los damnificados se preparan para pasar la temporada de frío a la intemperie.
SE DESGRANA LA MAZORCA
Tras la declaración de que (Ricardo) “Anaya está acabando con el partido”, el senador panista Javier Lozano, renunció como coordinador de Cultura del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Partido Acción Nacional (PAN).
Esa renuncia es parte del divisionismo que tiene al PAN en uno de los conflictos más agudos en el interior del partido, que empezó cuando Ricardo Anaya, con el poder en las manos, se adueñó de ese instituto político.
La confrontación surgió entre los “anayistas” y los “calderonistas”. El primero usó los spots de su partido para su promoción personal en la búsqueda por la candidatura a la Presidencia de la República.
Los “calderonistas”, seguidores incondicionales del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, optaron por el conflicto, que en el primer capítulo terminó con la renuncia de Margarita Zavala de Calderón a esa organización política. La esposa de Calderón ahora se encuentra en la recolección de firmas para su registro como candidata independiente. Entre el grupo de panistas distinguidos que se dicen “calderonistas” se encuentra el senador Javier Lozano, así como el legislador Ernesto Cordero, el “delfín” fallido de Felipe Calderón Hinojosa.
En el PAN, el divisionismo continuará y lo más complejo se presentará cuando se designe a su candidato presidencial para el 2018, que podría ocurrir en el denominado Frente Ciudadano por México, en la que contarán los puntos de vista del PRD y Movimiento Ciudadano. O al revés. El aspirante al gobierno federal tendrá el apoyo de panistas. Vaya revoltura.
En tanto, Javier Lozano no quiere saber nada de Anaya, quien en las últimas fechas se encuentra abrumado por las acusaciones de riqueza inexplicable, por su colección de propiedades inmobiliarias.