Se busca líder
¬ Augusto Corro miércoles 24, Nov 2010Punto x Punto
Augusto Corro
En el Partido de la Revolución Democrática (PRD) sus pocos militantes buscan líder. Dividido como nunca, urge un dirigente que convoque a la unidad. Algo más que imposible. Los perredistas se distinguen por su belicosidad al interior del partido. Las tribus nunca dejarán de pelear. Su ambición por el poder cambió su ideología. Ya no manejan las ideas izquierdistas, ahora buscan las fuentes donde haya dinero. La izquierda, pues, perdió su esencia.
Como no tienen experiencia para ejercer el poder, los conflictos les brotan por todas partes. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano fue reconocido como líder moral de esa organización. No supo mantenerse con esa responsabilidad en el ánimo de los militantes. Su liderazgo terminó hace tiempo. Una prueba de ello fue la rechifla y abucheos que recibió en una ceremonia en el monumento a la Revolución.
Los demás miembros de la jerarquía perredista, incluidos Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Marcelo Ebrard sólo miran por sus intereses personales, entre otros sus obsesiones por alcanzar la Presidencia de la República. Sin programas reales para beneficiar a la sociedad, los seguidores de la izquierda se encuentran decepcionados y desorientados. AMLO y Ebrard no representan al dirigente que busca no solamente los perredistas, sino toda la izquierda mexicana.
El propio AMLO que navega por lo menos en dos aguas (luego es petista o luego es perredista) tiene confundidos a los militantes, quienes desde las elecciones del 2006 le pedían que se deslindara del PRD. El tabasqueño no los escuchó. De Ebrard poco se puede decir sobre su experiencia como líder de un partido.
El actual presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRD, Jesús Ortega, el “chucho mayor”, no cuenta con el beneplácito de los perredistas. Objeto de discordia y de pleitos por su condición de dirigente, Jesús Ortega sorteó el temporal y seguirá al frente de esa organización hasta el próximo mes de marzo. Su desprestigio crecerá, pues sus compañeros lo acusan del indecoroso entreguismo al gobierno federal panista. Aunque esto lo tiene sin cuidado. El cinismo es parte de su condición humana.
No existe pues, en el ámbito político, aquel dirigente que inyecte ideas nuevas, progresistas a la izquierda mexicana que se encuentra de capa caída desde hace mucho tiempo. Y así seguirá. Por ahí, Martí Batres, quien quiere ganarse los favores de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, se pronunció porque su hijo Lazarito, quien fue gobernador de Michoacán, sustituya a Jesús Ortega, en elecciones que podrían efectuarse el próximo mes de diciembre. El despistado Batres también elogió al ex mandatario michoacano y dijo que es el único que puede rescatar, unificar y relanzar electoralmente al partido. Lo dudamos.
Así de ese tamaño se vive la desorientación en el partido del sol azteca. Sin líderes a quien acudir, los perredistas se inclinan por continuar con más de lo mismo. Lázaro Cárdenas Batel se distinguió como un pésimo gobernador. Dejó a Michoacán con problemas severos que lo tienen al borde de la crisis.
Pero los políticos se olvidan de la historia cuando se trata de defender sus intereses mezquinos. En un análisis objetivo se distingue rápidamente que Lázaro no tiene los suficientes tamaños para dirigir la olla de grillos como lo es el PRD. Sin embargo, es importante tomar en cuenta que México es un país donde lo inverosímil es lo normal. ¿De dónde sacaron la idea de que Lázaro es político? Quién sabe.
La búsqueda del líder que una a toda la izquierda mexicana continuará sin resultados inmediatos. Lázaro Cárdenas Batel es el menos indicado. Así lo demuestra su participación en la política. El apellido no le alcanza para ungirlo como líder. El PRD seguirá pulverizado.
Por cierto, le sugerimos estar muy pendientes de la lucha por la sucesión del gobierno capitalino. Si llegan tan desunidos a la fecha de las elecciones, ahí podría empezar a escribirse su derrota en lo que todavía es considerado un bastión perredista.
¿RUMBO A LA IMPUNIDAD?
El caso del ex gobernador Silverio Cavazos Ceballos corre el riesgo de caer en el terreno de la impunidad. El crimen ocurrió el domingo en la mañana y las autoridades no saben aún quién o quiénes son los asesinos y tampoco se conoce el móvil.
Las autoridades se van por la línea más simple: como el ex funcionario no murió ametrallado, los sicarios no son identificados como narcodelincuentes. Al utilizarse un arma corta, los investigadores cambian su visión sobre los hechos. Así lo dejaron entrever en sus declaraciones.
Sin embargo, ya tienen el llamado retrato hablado del asesino y de sus dos cómplices que esperaban a bordo de una camioneta. Esa supuesta identificación no es definitiva. Podría corroborar alguna hipótesis sobre las características del criminal, pero la información que se extrae no es confiable. Así, de entrada, los investigadores dan palos de ciego. Su capacidad, buena o mala, para aclarar homicidios se enfrenta al crimen organizado que tiene los medios suficientes para burlar a la justicia.
La muerte de Cavazos Ceballos cobró relevancia porque se trata de un ex gobernador, de un miembro de la jerarquía política. Sin embargo, son miles de muertos los que se convierten en un número estadístico. Tal es el caso del doctor Mario Eduardo Robles Gil Bernal, quien pereció en un operativo para localizar a los asesinos de Cavazos Ceballos.
¿Y el móvil del crimen? Ni idea. Aquí el asunto se vuelve delicado. No se vale crear hipótesis que dañen la imagen de una persona. El ex gobernador murió arteramente y las autoridades tienen la obligación de investigar y saber cuál fue lo que llevó a los victimarios a privarlo de la vida.
Urge que él o los asesinos sean llevados ante la justicia. Y no se trata únicamente del caso de Cavazos Ceballos, sino de todos aquellos que murieron estrangulados, decapitados, fusilados o simplemente acribillados a balazos.
Es importante que las autoridades actúen con rapidez e inteligencia en el esclarecimiento del crimen, la sociedad se encuentra harta de que México esté convertido en el paraíso de la impunidad. El tiempo vuela y mientras más días transcurran serán mayores los obstáculos para encontrar a los asesinos y conocer el móvil del crimen.