Los ricos pobres (II)
Alberto Vieyra G. martes 7, Nov 2017De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Otra vez, otra vez y otra vez volvemos a ser inmensamente ricos para seguir siendo escandalosamente pobres.
Durante el último medio siglo, los gobernantes aztecas nos han choreado vilmente con el cuento de que, otra vez, y otra vez, y otra vez somos ricos, porque estamos nadando en “excremento del diablo”.
Nos han ilusionado con el petróleo que nunca ha sido nuestro. Desde antes de la Revolución Mexicana, Porfirio de la Cruz Díaz Mori había concesionado el petróleo a los buitres británicos.
Nunca se supo cuánto petróleo y cuánta sangre nos chuparon los ingleses, y también EU, pero fueron los gringos los que emprendieron una guerra sin cuartel para que México nacionalizara el petróleo, es decir, para que echara de México a las compañías inglesas, y que tarde o temprano se apoderaría de nuestro petróleo El Tío Sam.
En un artículo titulado “La época de oro de nuestra riqueza petrolera”, mi colega periodista Rigoberto Cordero y Bernal, en el 2013, reveló algunos números duros que nos dan idea de cómo ha sido el indiscriminado saqueo petrolero en contra de la nación azteca, mientras nuestros gobernantes no podían resolver el dilema de cómo administrar nuestra abundancia.
Sí, México ha sido catalogado siempre como “el cuerno de la abundancia”, y de hecho en nuestro mapa original, México tenía la forma del cuerno de la abundancia, sólo que dicha abundancia ha sido para los ricos de aquí y de allá y para los mexicanos ha sido el puro cuerno.
Entre 1910 y 1938, año de la expropiación petrolera, se tiene el registro de que México sufrió un saqueo por 1 billón 800 mil millones de barriles.
En los regímenes de Ávila Camacho, Miguel Alemán y Ruiz Cortines, la producción petrolera se mantuvo en secreto, pero Ruiz Cortines diría al oído de su sucesor, el joven Adolfo López Mateos, que nuestra riqueza petrolera era de casi 2 mil 200 millones de barriles.
Diez años después, Gustavo Díaz Ordaz, quien había formado parte del gabinete de López Mateos, informaba que nadábamos en más de 5 mil millones de barriles de petróleo, y fue en ese sexenio cuando México comenzó a explotar yacimientos en tierra adentro que despertaron aún más la codicia gringa, y un factor que desestabilizó a su gobierno en el 68 fue la CIA norteamericana, porque Díaz Ordaz no les quiso regalar petróleo.
Para 1976, el hombre de la guayabera, Luis Echeverría, le hereda a su amigo José López Portillo la silla presidencial, acompañada de un celoso secreto: “tenemos una reserva de 6,300 millones de barriles de crudo”.
En su primer informe, López Portillo se revelaría como un chillón, ya que en ese informe derramó lágrimas de cocodrilo, al tiempo que pedía perdón a los mexicanos olvidados y limpiaba una lágrima de su ojo derecho.
Para 1980, México tenía reservas petroleras por 60 mil 500 millones de barriles. A partir de ese año se habló de que nuestras reservas probadas y probables de crudo eran de más de 100 mil millones de barriles de petróleo.
Desde hace más de dos décadas, nuestra riqueza petrolera es un misterio. Pero de que somos un pueblo de ricos pobres, ni duda cabe.