Ley del trinquetazo
Freddy Sánchez jueves 2, Nov 2017Precios y desprecios
Freddy Sánchez
En 1982 con su reiterada oferta electoral a voz en cuello de la “Renovación Moral de la Sociedad”, Miguel de la Madrid Hurtado, en plena campaña política electoral del todavía priísmo pudiente y todo poderoso de aquellos tiempos, no tuvo empacho en hacer una confesión institucional, más o menos en estos términos.
El dinero que fluye para el campo se diluye entre los dedos de funcionarios corruptos.
Muy orondo declaró quien acababa de concluir su tarea de Secretario de Programación y Presupuesto en el sexenio de López Portillo.
Y como si fuera ayer, (treinta y cinco años después), el empresario Carlos Slim trajo a la palestra política en la víspera de una nueva campaña presidencial, prácticamente el mismo reproche para las instituciones del gobierno al señalar que el burocratismo y la corrupción merman el gasto social.
Así que en el decurso de casi seis sexenios, en los que el PRI seguía ejerciendo el poder “a sus anchas” hasta ser echado de Los Pinos por el hartazgo social y luego regresar a la Presidencia tras dos sexenios de panismo presidencial decepcionante para el magro electorado que quitó y repuso al Revolucionario Institucional en el mando presidencial, aparentemente la misma vieja historia de corrupción oficial se ha repetido inexorablemente.
Los hechos de aquel remoto pasado y su recurrente presencia en una y otra administración sexenal hasta nuestros nuestros días, obviamente, lo demuestran.
Y todo casi siempre por lo mismo La falta de buenos controles institucionales, la opacidad general y absoluta obscuridad en ciertos manejos institucionales, leyes insuficientemente implacables contra los corruptos, complicidades y encubrimientos, que fueron desde antaño y son ahora la causa de una descarada corrupción en uno y en otro frente gubernamental, en manos de distintos abanderados partidistas.
Porque eso sí ha cambiado, puesto que no sólo al priísmo se le puede reprochar que el dinero institucional se siga diluyéndose entre los dedos de funcionarios corruptos ni tampoco que el burocratismo y la corrupción tenga un sello exclusivamente priísta.
Los muchos y variados actos de inmoralidad, abusos de poder, el manoseo del erario público con afanes electoreros, el otorgamiento abusivo de grandes sueldos y prestaciones y el reparto de toda clase de privilegios entre funcionarios y sus familiares e incluso amantes, sirvientes y choferes, de tiempo atrás hay que achacarlo a la deshonestidad de políticos con cargos oficiales, provenientes de distintos institutos políticos.
Es menester por lo mismo señalar que la escasa trasparencia en los ejercicios presupuestales, la asignación truqueada de contratos para la compra de bienes y servicios institucionales, amén de muchas otras acciones oficiales con el sello del amiguismo y la corrupción, ocurren por omisión y falta de voluntad política para un cambio radical en favor de la rectitud en los asuntos públicos, no sólo del PRI sino del PRD, PAN, el Verde Ecologista, Encuentro Social y lógicamente el nuevo partido de Morena.
“La pelotita” que se echan unos y otros políticos diciendo que la corrupción subsiste en el país, es un mal general y de hecho forma parte de la “cultura” nacional, no por su culpa sino de sus adversarios partidistas, es una tan vieja como nueva falacia de la demagogia política prohijada por todos esos políticos que son amantes de la corrupción y todo el tiempo defienden y practican la ley del trinquetazo.