Un rajoncito
Alberto Vieyra G. miércoles 1, Nov 2017De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Se rajó el fiscal electoral. Tanto brinco estando el suelo tan parejo. A Santiago Nieto Castillo lo corrieron en Los Pinos porque, con su chaqueta de perredista, era un fiscal electoral incómodo, que traía entre ceja y ceja al ex gobernador de Chihuahua, César Duarte Jáquez, y últimamente, a Emilio Lozoya Austin, quien presuntamente arregló los sobornos de la empresa brasileña Oderbrecht para la campaña electoral de Enrique Peña Nieto en el 2012.
Toda una faramalla se hizo en el Senado para reponerlo, puesto que Alberto Elías Beltrán, lo mandó a la rechintola por haber declarado al periódico Reforma que Lozoya Austin, en una carta, lo estaba presionando, y le exigía exonerarlo e incluso, que le ofreciera una disculpa, pues mientras no le demuestren lo contrario, él es una blanca paloma.
Se armó la gorda. La oposición no priísta paralizó al Senado, exigiendo su reinstalación en la Fepade, porque a todas luces se trata de que el escándalo Oderbrecht duerma el sueño de los justos, para que no mate al PRI en las elecciones federales del 2018, en las que, por cierto, se reelegirán diputados, senadores y alcaldes en México, pero de ese delicado asunto, le hablaré en capítulo aparte.
Priístas y no priístas en el Senado se enfrascaron en la forma en que debería celebrarse la votación para reinstalar a Nieto Castillo. Los priístas y las rémoras del Partido Verde, así como los senadores rebeldes del PAN y enemigos de Ricardo Anaya, optaron por el ensarapado en la votación, es decir, que fuese secreta para que no se supiera quiénes son los traidores o que se revelase en dónde estaba el gato encerrado.
El propio Santiago Nieto, revelaría en su carta de renuncia al Senado, que dos partidos, sin mencionar por su nombre al PRI y al Verde, eran sus enemigos y que no querían verlo, ni en pintura, como fiscal electoral. En su carta, el rajón Nieto Castillo reconoce que “pese a las irregularidades en las razones de su remoción del cargo, ya no hay condiciones para que regrese a la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales, debido a la polarización política”, que su caso provocó entre los mexicanos.
Lo malo es que este asunto no se acaba hasta que se acaba. El senado tendrá que nombrar a otro fiscal: ¿Priísta, panista o de otras yerbas de olor? ¿Seguirá estando, la justicia electoral, en manos de la ponzoñosa partidocracia? ¿Qué ocurrirá si en el 2018 el PRI gana al estilo Jalisco, es decir, arrebatando o con un monstruoso fraude electoral? ¿Quién perseguirá a los mapaches electorales, que los habrá por montones?
La cuestión es que, Santiago Nieto Castillo se rajó o le sacó al parche, como dicen allá en mi tierra, y nos queda claro que, mientras la ponzoñosa partidocracia siga al frente de las instituciones de impartición de justicia, ésta se impartirá favoreciendo a los poderosos de la partidocracia.
Lejos estamos de una imparcialidad en la impartición de la justicia electoral, y mientras esto no ocurra, la democracia mexicana será una democracia tiránica.
Por ahora, Nieto Castillo lleva un sello que dice: rajón.