2018: huele a fraude electoral
¬ Armando Sepúlveda Ibarra martes 31, Oct 2017Deslindes
Armando Sepúlveda Ibarra*
Ufanos de quitarse estorbos del camino mucho antes de que lleven a escena la elección de Presidente de la República en 2018, los señores de la clase política en el poder se armaron ya de sus maliciosos guiones de siempre y, ávidos de avasallarse, descabezaron o rindieron a todas las instancias contra la corrupción en general y la electoral en particular o las dejaron acéfalas antes de que salgan a probarse, en el fuego intenso de la perseverante y generosa escuela del fraude, contra este atractivo manjar de ladrones bendecidos por la impunidad que, como todos saben (menos la autoridad), anidan en las madrigueras de los partidos y en los pestilentes sótanos de los gobiernos de los municipios, estados y federal, bajo el disfraz de la democracia que enmascaran con el artificioso recoveco, el engaño y el abuso del hambre ancestral de las legiones de mexicanos en pobreza acarreadas con afrenta y vistas durante las elecciones de mero trámite, como simple utilería de un país de lágrimas y risas, fantasía y cuento, para sostenerse con las garras por la inagotable vía de la compra de árbitros y votos al por mayor, al triste precio de la dignidad, para que por unos días con su pan se lo coman.
A partir del arranque de esta contienda política, los empoderados han puesto la mira, para descarrilarla, sobre los senderos tortuosos del proceso electoral que corre por los rieles de la impunidad, sin jueces ni equilibrios entre unos partidos de dizque oposición, rasos y de rodillas flexibles, encadenados con el viejo y el nuevo PRI al tren de la corrupción en calidad de cabús de cómplices. Bajo esta óptica sombría engolosinan con sus artimañas un escenario de manos libres y rapaces, para manipular organismos y conciencias y saciarse en sus más bajos apetitos de la política a la mexicana con las ausencias de procurador general de la República, tras su rara y sorpresiva renuncia, de fiscal general y de fiscal Anticorrupción pendientes de nombrarse y de fiscal Electoral tras su escandaloso e interesado cese cuando husmeaba en los escondites y pistas de los sobornados de pantalla y sus beneficiarios reales por la empresa brasileña Odebrecht, que ha manchado el honor de incontables políticos latinoamericanos corruptos y ha recluido detrás de las rejas, con sus revelaciones, a numerosos personajes de 12 países de la región, excepto de México, incluyendo a ex presidentes inyectados con dineros sucios en sus campañas políticas a cambio de regalarle al emporio carioca contratos de obra pública por miles de millones de dólares, tras bambalinas o bajo la mesa, en gratitud por haberles dado la mano y el pie para encaramarse en el gobierno con el socorrido brazo de la corrupción.
En el escaparate o marquesina política donde salen a estrenarse una semana sí y otra también los escándalos seriados de una clase política que sobresale por su ineptitud y corrupción, por su cinismo y su desprecio por la ciudadanía, salvo en el tiempo electoral cuando baja en manadas de su pedestal de oropel para darse un baño de pueblo y rogarle con mentiras, demagogia y populismo ramplón, que voten por sus nuevos redentores, los clanes volvieron a ponerse de acuerdo, como las mafias de todos los tiempos que pactan las treguas, para coincidir en sus bondadosos mensajes al pueblo, que al país mejor le conviene esperar la designación del fiscal general y del fiscal Anticorrupción, para después de las elecciones de 2018: un poco más de tiempo para comenzar a sentir y gozar de los beneficios increíbles y milagrosos que traerán consigo sus garbosas presencias, más si anudan amistad entre los cárteles del sistema, por hoy todos juntos mancomunados en sus intereses. Empero, las cúpulas del poder de los partidos y gobierno en turno con posibilidades auténticas o ensoñadas de hacerse con el triunfo por la buena o por la mala, con o sin la mano negra y convenenciera de la alicaída Televisa, calculan por separado que saldrán airosos con esos entes anticorrupción con la venia e imposición de quien gane Los Pinos con fiscales a modo, dóciles a la consigna, amaestrados de antemano para encubrirlos. Así, de plumazo cínico sugieren o imponen a un pueblo con hambre y sed de justicia – según la memoria fresca aún del sacrificado Luis Donaldo Colosio– que puede o debe aguantar a los pillos hasta que termine el Año de Hidalgo, donde unos ponen y “todos roban”, atestigüe una vez más el imparable saqueo de los tesoros públicos y les aplauda, con la esperanza de que los Pejes, Meades o Anayas o quien resulte agraciado por la fortuna o reciba el milagro de ungirse Presidente, desoigan los cantos de la sirena que desde ahora aconsejan un “fiscal carnal” con sus carnalitos incrustados en el aparato de justicia para que siga la fiesta y vuelvan a sacar de entre los mafias de la partidocracia reinante otras camadas de nuevos ricos que luchan por la patria, desgarran sus vestiduras, desangran y roban a la nación “con la avidez del niño que mama”, como diría Marcel Proust, a propósito de rapacerías de buitres panteoneros, en su monumental novela En busca del tiempo perdido.
A nadie le cabe la duda de que el depuesto fiscal electoral, Santiago Nieto Castillo, valentón al principio y con fintas de querer arrojarse contra gigantes y enderezar entuertos a salivazos con algunas frases quijotescas con que pensaba arremeter para que el Senado lo restituyera en su posición, fue de nuevo víctima de las fuerzas oscuras del poder y supieron abrirle paso a su graciosa retirada y, dicen por ahí, alguien que sabe elaborar mensajes convincentes con el estilo y aplomo de Don Vito Corleone, el célebre personaje de El Padrino, le hizo “una oferta que usted no puede rechazar”, como para que tirara el arpa y todos los bártulos justicieros y dejara a los senadores que dicen ser de oposición vestidos y alborotados con sus lanzas en ristre, oportunos para lucirse e intentar vindicarse a costa de todo, incluso caer en ridiculeces. Y qué inferir en consecuencia de los senadores del nuevo PRI y sus paleros verdes, bajo la orden pastoril, rústica y manchada como el tigre, de uno de los célebres parásitos del sistema que, desde tiempo inmemorial, se amamanta gozoso y con rigor de la ubre del pueblo, aunque nunca haya ganado una elección en las urnas, el señor Emilio Gamboa Patrón, quien con su perfil de demócrata modelo y maestro de las nuevas generaciones priístas, esperaba atrapado en la ansiedad de quedar bien con el patrón juntar algunos votos opositores entre los calderones margaritos u otros legisladores siempre en oferta al mejor postor, entre los cuales estirando la mano podría haber cogido de los pelos a petistas y perredistas con el signo de pesos, para ratificar con voto secreto y corrompido el cese de Nieto Castillo.
Viene ahora el momento de la verdad para cuando arribe el incierto 2018 y, entre los caminos o encrucijadas de la vida que acechan y angustian a los mexicanos, pudiera enseñorearse y resplandecer el empuje de la sociedad como lo hizo durante el terremoto, si consigue animarse como debería a ser la protagonista e infundir aliento a los reclamos de la nación por un cambio verdadero, con el poder del tiempo y la perseverancia para que, parafraseando al clásico, la fuerza luminosa alcance su culminación.
*Premio Nacional de Periodismo de 1996