¿Revanchas políticas?
Ramón Zurita Sahagún viernes 27, Oct 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
En recuerdo de Hilda Sahagún
En verdad un fiscal puede tomar revancha en contra de los que se oponen a su regreso como tal o solamente es un ardid de sus adversarios.
Si este señalamiento es cierto, que pobre es la democracia mexicana que presenta todavía este tipo de episodios.
El no transparentar los votos de los senadores para definir si Santiago Nieto Castillo regresa como titular de la Fepade y recurrir al voto secreto, bajo el argumento de que el ex fiscal pueda tomar revancha es un argumento infantil, que muestra que quienes lo aseguran son capaces de eso y más.
Los legisladores mexicanos gozan de fuero constitucional (ese mismo que se niegan a desparecer), precisamente para estar protegidos en su integridad y gozar de independencia en sus decisiones y decires.
Por eso, llama la atención que por un voto contrario, un fiscal pueda actuar en contra de estos personajes que son tan transparentes que se niegan a ventilar su voto.
Pero así es el manejo de los legisladores actuales que se protegen con el fuero, para evitar que personajes como los diputados federales priístas, Antonio Tarek Abdalá y Alberto Silva Ramos, puedan ser desaforados y responder a las acusaciones que sobre de ellos realiza el gobierno de Veracruz.
La disposición de usar el fuero ventajosamente causa molestia en una ciudadanía, que ve distante a sus representantes populares, cuyos excesos son exhibidos una y otra vez.
Empero, la gravedad del tema de no transparentar el voto, ante el temor de que una autoridad actúe con revancha y ejerza venganza, es un asunto que debe aclararse, ante el riesgo de que alguna autoridad haya actuado de esa manera en el pasado reciente o lo esté haciendo en este momento.
Son varios ex servidores públicos que se encuentran en prisión y valdría la pena saber si en alguno de esos casos se ejerció acción penal por una revancha de alguna autoridad.
En el pasado reciente se encuentran algunos ejemplos de esos actos vengativos que nunca fueron clarificados, pero que crearon dudas entre los personajes políticos y los que no lo son.
Durante los comicios de 1988, el candidato presidencial del PRI perdió varios estados, por primera vez en la historia, de ellos cuatro estados claves, donde la votación no fue la esperada.
Por vez primera dos entidades quedaron representados por senadores de oposición al PRI: Distrito Federal, donde ganaron Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez Hernández, y Michoacán con Roberto Robles Garnica y Cristóbal Arias Solís.
En otros dos, Estado de México y Baja California no ganaron los opositores por errores de procedimiento en cuanto a las alianzas establecidas, pero los votos para el candidato presidencial priísta, Carlos Salinas de Gortari, no fueron los esperados.
Fue una elección sumamente cuestionada, a la que algunos consideran que le fueron regateados los votos al opositor Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, en lo que fue tachado como un fraude electoral a favor de Carlos Salinas de Gortari.
Curiosamente, tres de los cuatro gobernantes de esas entidades fueron removidos de su cargo, mediante una conveniente licencia que los incorporó al gobierno federal, mediante cargos de segundo y hasta tercer nivel.
Mario Ramón Beteta, gobernador del Estado de México, el símbolo priísta, santuario del Grupo Atlacomulco, solicitó licencia de la principal entidad del país, para sumarse como director de Comermex al gobierno federal, un cargo políticamente inferior al que ostentaba, que, además, era de elección popular.
Luis Martínez Villicaña, llegó como gobernador de Michoacán, inmediatamente después de que terminó la gestión de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y poco pudo hacer para frenar la efervescencia de los electores a favor del hijo de “Tata” Lázaro. En consecuencia, el PRI fue avasallado en esa entidad, perdiendo 11 de las 12 diputaciones federales y las dos senadurías de mayoría. Martínez Villicaña fue convidado al gabinete ampliado mediante la dirección de Caminos y Puentes, un cargo de mucho menor nivel que el de gobernador de Michoacán.
Xicoténcatl Leyva Mortera, gobernaba Baja California una entidad en que el candidato, presidencial del PRI, Carlos Salinas de Gortari, fue desplazado por los votos a favor de Cárdenas Solórzano. Al poco de asumir como Presidente de la República, Salinas de Gortari, Leyva Mortera solicitó licencia para separarse del cargo y desde entonces desapareció del escenario político.
El cuarto involucrado fue Ramón Aguirre Velázquez, entonces regente del Distrito Federal, quien culminó su gestión al mismo tiempo que Carlos Salinas de Gortari tomaba posesión como Presidente de la República. El priísmo fue avasallado en la capital del país por el llamado Frente Democrático Nacional (FDN), donde perdió, incluso, las dos senadurías correspondientes. Aguirre Velázquez todavía fue designado director de Lotería Nacional y dos años más tarde nombrado candidato del PRI al gobierno de Guanajuato, donde ganó la elección, pero fue convidado a no tomar posesión del cargo.
Otros casos sospechosos de venganza política son los de Eugenio Méndez Docurro, Arturo Durazo Moreno y hasta el de Jorge Díaz Serrano (quien fue desaforado como senador de la República), de los que, se afirma, se actuó en su contra por revancha política y desacuerdos del pasado-
De varios de esos asuntos se mantienen dudas y, tal vez, pensando en cómo actuaron las autoridades priístas del pasado, se piense que el titular de la Fepade pueda hacerlo de la misma forma.
El escenario está puesto y se espera que se actúe con total transparencia y se evite surjan dudas como las expuestas en que las autoridades quedaron evidenciadas y se considera se actuó con revanchismo.