Firmeza y no un Ferrari
Freddy Sánchez martes 24, Oct 2017Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Qué va a hacer y no quién va a ser el fiscal general Anticorrupción. Esa es la cuestión a resolver ante los afanes de “manoseo” y la “grillería” entre los políticos, lo cual ha impedido avanzar en un asunto toral para la nación.
Y es que el futuro combate contra la inmoralidad en el ejercicio público en los tres niveles de gobierno, tiene que convencer a la sociedad de que nadie más podrá gozar de impunidad, trátese de quien se trate.
Los cercanos al primer círculo del poder (compadres, amigos y parientes), funcionarios emanados del PRI, PAN, PRD, Morena o cualquier otro instituto político y conocidos o desconocidos de la sociedad civil, nadie que se desempeñe en un cargo institucional y llegue a cometer la más mínima conducta deshonesta y delictiva debe quedar impune.
Lo que la gente común demanda y espera es que toda forma de corrupción entre servidores públicos y particulares sea “barrida” hasta no dejar indicio alguno de “pillerías” sin castigo.
La hora de acabar con la impunidad ha llegado.
Y por supuesto, entre más pronto, mejor.
De ahí que al pretenderse la postergación de atender esta urgencia nacional (pensando que primero hay que esperar la elección presidencial), francamente es una falta de respeto a la voluntad de la mayoría.
A la que seguramente le importa menos, quién llegará a la primera magistratura del país y quienes al Congreso de la Unión y los gobiernos estatales a renovarse el próximo año, siendo ahora justamente cuando se requiere saber que sean los que fueren los que puedan ocupar un cargo electoral y cuyas decisiones influyan en la vida y haciendas de la sociedad, realmente se trate de hombres o mujeres que estén bajo la mira de una implacable y escrupulosa revisión de su comportamiento para evitar que incurran en descarados actos de corrupción.
Así que a nadie en su sano juicio puede complacer la idea de seguir posponiendo las acciones pertinentes, que con el apoyo y todo el rigor de la ley impidan que un sin fin de corruptos continúe amasando fortunas mal habidas por falta de disposiciones y acciones legales que en verdad sean un valladar contra la impunidad.
Por ello, entonces, lo importante no es quién será el fiscal general Anticorrupción, sino qué medidas se verá obligado a aplicar contra los corruptos, para no ser uno más en la larga lista de omisos, indiferentes o ineptos en la lucha oficial para erradicar las prácticas que atentan contra el interés colectivo, debido a tantas “marranadas” de los que no llegan a servir, sino a servirse cínicamente de los cargos que ocupan.
En ese tenor puede decirse recio y quedito que lo que México requiere es un fiscal que asuma el puesto sin tener compromisos políticos o empresariales que lo lleven a actuar como “tapadera” de sinvergüenzas.
Alguien con una reputación intachable que provenga de una familia decente dedicada al trabajo honesto.
Quien esté dispuesto a ser un verdadero fiscal y no un “monigote” que se deje intimidar o comprar fácilmente.
Hombre o mujer al que no le tiemblen las corvas ni se deje seducir por las prebendas del poder.
Una persona con plena convicción de actuar con imparcialidad contra la corrupción y que sea obligada a hacerlo con absoluta trasparencia por una legislación precisa sin recovecos en la ley.
Que quede claro pues: el fiscal general Anticorrupción debe ser un personaje incorruptible que exhiba su honestidad con firmeza y no un Ferrari.