A un mes del sismo
¬ Augusto Corro viernes 20, Oct 2017Punto por punto
Augusto Corro
Tenemos que aprovechar al máximo las experiencias que nos dejan los terremotos. Lo fundamental es evitar la muerte de seres humanos. Para lograrlo, deben intensificarse los esfuerzos de todos. Que cada quien aporte su granito de arena para hacer menos dolorosas los golpes de la naturaleza.
Todo mundo sabe que la Ciudad de México se encuentra en una zona de riesgo por las fallas geológicas que la atraviesan. ¿Qué hacer ante este problema? Pues extremar medidas preventivas antisísmicas para evitar daños mayores.
Los simulacros para actuar en caso de movimientos telúricos tendrán que convertirse en acciones cotidianas. Ya nos dimos cuenta que las alarmas sísmicas, bien utilizadas sí prestan un servicio muy importante.
Sobre el tema de la construcción de inmuebles, es vital que las nuevas normas sean más exigentes que las actuales. Que nadie se burle más de las autoridades. Ni que éstas se dejen sobornar por los constructores.
Debemos desarrollar una cultura sísmica como parte fundamental de sobrevivencia. En función de esta idea tendrán que desarrollarse un número indeterminado de prevenciones.
Por ejemplo, la Secretaría de la Defensa Nacional anunció que a partir del 2018, los jóvenes que realicen su Servicio Militar dedicarán la mitad de su instrucción a capacitarse en Protección Civil.
Debemos concientizarnos de que no tenemos otro camino que el de la prevención para salir lo mejor librados posibles de los ataques despiadados de los fenómenos naturales. En este renglón también deben crearse nuevas leyes que protejan a aquellos que perdieron todo. Hablo de quienes perdieron sus departamentos, pero les quedó la deuda con el banco, etc.
Vamos pues, a esperar nuevas leyes que ayuden a proteger nuestras vidas y patrimonios. En fin, es importantísimo, como señalo al principio, aprovechar las experiencias que nos dejaron sismos anteriores. Tenemos la obligación de aprovecharlas. ¿Usted qué opina amable lector?
EL PRD, EN CAÍDA LIBRE
El próximo diciembre, la dirigente perredista, Alejandra Barrales, tendrá que dejar la presidencia nacional de su partido.
¿Quién la sucederá en el cargo? Vaya que es una pregunta difícil. No hay un perredista con el suficiente arrastre, como se dice coloquialmente, para sustituirla en el cargo.
El PRD es una organización política venida a menos. Sus principales dirigentes lo abandonaron, a tal grado, que la dirigencia lucha por la sobrevivencia.
La cúpula perredista se vio obligada a aliase con el Partido Acción Nacional (PAN) y Movimiento Ciudadano para figurar en el escenario político, aunque sea en los últimos lugares de las preferencias electorales.
Así surgió el Frente Amplio por México (FAM) que encabezan el líder panista Ricardo Anaya, Alejandra Barrales y Dante Delgado Rannauro. Esa coalición, poco ortodoxa, sirvió para aglutinar a los partidos políticos chicos, que con excepción del PAN, los amenaza la desaparición.
La pobreza de líderes amarillos los llevó a cambiar de presidente en los años recientes. A Carlos Navarrete le estalló en las manos el asunto de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Lo sustituyó Agustín Basave, un advenedizo que huyó de la dirigencia porque no soportó la presión de las tribus perredistas. Lo sustituyó en el cargo Beatriz Mojica. Y ahora, las riendas de PRD se encuentran en manos de Alejandra Barrales, que vive una de las peores etapas del perredismo.
El Frente Amplio, que no tiene pies ni cabeza, marcha con dificultades. Quienes funcionan como los líderes tienen problemas internos en sus partidos.
En el PAN, los anayistas y los calderonistas se agarraron del chongo y no se sueltan. La primera en resentir los efectos de esa discordia es Margarita Zavala de Calderón. Abandonó al blanquiazul y se lanzó a la guerra en busca de la candidatura presidencial independiente.
Alejandra Barrales, según sus aduladores y las encuestas (de las que nadie confía) la proyectan como candidata perredista al gobierno de la Ciudad de México. Como están las cosas no deja de ser un sueño. La dirigente pierde fuerza en su partido. Su ambición por la posesión de bienes inmuebles no le ayuda.
En los medios se publicó que es dueña de un “depa” en Miami de un millón de dólares. También se dijo que es propietaria de una casa en las Lomas de Chapultepec, que cuesta 13 millones de pesos.
¿Le afectará a la dirigente dejar el cargo de presidenta perredista? Creo que no. De acuerdo con sus jilgueros, se trata de una mujer que empezó a laborar desde muy joven y supo guardar muy bien el fruto de su trabajo. Así lo dejamos.
Feliz fin de semana.