¿Vale lo que pide la chiquillada?
Ramón Zurita Sahagún miércoles 18, Oct 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Los partidos políticos pequeños o como los calificaba Diego Fernández de Cevallos “la chiquillada” valen lo que piden o solamente buscan sumarse a las causas de otros organismos para sacar la mayor raja posible.
Es cierto que en algunos casos, esos partidos han permitido inclinar la balanza a favor del partido grande y que este obtenga la victoria con los pocos o muchos sufragios que aportan sus aliados.
Durante largos años, esos organismos políticos fueron conocidos como rémoras, ya que se pegaban al pez más grande y con él pasaban sus vidas tranquilamente.
Los partidos Popular Socialista, Auténtico de la Revolución Mexicana, son el más claro ejemplo de ello, ya que mientras se sumaron al candidato presidencial priísta tuvieron vida y hasta algunos cargos de representación pública. Algunas diputaciones, alcaldías y hasta en el caso del PPS una senaduría, mediante una negociación política.
Todo transcurría dentro de los parámetros de aquel entonces, hasta que el PARM buscó su independencia, ofreciéndole la candidatura presidencial a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y el PPS le siguió la ruta.
Ahí inició la debacle de esos partidos rémoras que arrastraron a otros más, el Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, el antiguo PST, del que surgieron políticos como Graco Ramírez Garrido, Jesús Ortega Martínez y Carlos Navarrete, entre otros.
Los tres partidos que vegetaron por algunas décadas perdieron su registro como tal y dieron paso a otros también catalogados como “chiquillada”, de breve existencia.
Eran los tiempos en que se contabilizaban los votos por igual, sin clarificar cuáles eran de uno u otro partido.
Con la legislación actual, las alianzas y coaliciones, separan los votos de cada uno de los partidos que la integran y de esa manera se cuentan cada uno de ellos y pueden originar que uno de los partidos que no cumpla con la cuota mínima de sufragios pierda el registro.
Ahora que se está conformando el Frente Opositor que integran, por lo pronto, los partido de la Revolución Democrática, Acción Nacional y Movimiento Ciudadano y al que pretenden sumarse otros organismo como Nueva Alianza y el Verde, vale la pena sopesar lo que ofrecen unos y otros.
El más claro en ese sentido es Nueva Alianza, partido que forma equipo lo mismo con el PRI que con el PAN, pero que en las dos elecciones presidenciales en que ha participado lo hizo con candidato propio.
Nueva Alianza, según su dirigente nacional, Luis Castro, espera que el Frente Opositor acepte sus puntos para sumarse al que se considera será uno de los grandes contendientes de los comicios del 2018.
Castro no quiere nada con el PRI, enojado con este partido que lo hizo de lado en el reparto de posiciones realizado por el candidato de ambos en el Estado de México, Alfredo del Mazo Maza.
Nueva Alianza quería cuando menos un par de posiciones de primer nivel, incluida la secretaría de Educación, por lo que se sintió relegado. Sin embargo, lo aportado por Nueva Alianza en el triunfo de Alfredo del Mazo Maza (por tres puntos porcentuales sobre la candidata de Morena, Delfina Gómez Álvarez, no fue lo que se esperaba, ya que el respaldo al PANAL apenas alcanzó el rango de los 52 mil votos, el 0.90 por ciento del total de sufragios realizados a favor del candidato tricolor.
El número de votos otorgados a Nueva Alianza fue menor en cien mil que los ofertados en 2015, en la elección de ese año, donde el PAN superó los 152 mil votos.
Y es que en el Estado de México, a diferencia de Coahuila, el convenio firmado entre PRI y Nueva Alianza no establecía porcentajes de votación a los que debía llegar el partido para obtener posiciones en el gobierno, al momento del triunfo.
El convenio fue firmado por Carlos Iriarte, entonces presidente estatal del PRI, a quien sustituyó Alejandra del Moral y hoy preside al partido Ernesto Nemer Álvarez, quien coordinó la campaña electoral de Alfredo del Mazo Maza.
Hoy, Luis Castro, presidente nacional de Nueva Alianza, rompe lanzas con el PRI y prefiere sumarse al Frente Opositor, especialmente si el candidato resulta ser Rafael Moreno Valle Rosas, su aliado en Puebla.
Renunciantes
La renuncia de Mariana Moguel a la presidencia del PRI en la CDMX se suma a una larga lista de renuncias y licencias que se presentarán antes de que finalice el año, preparándose los más de ellos para abanderar a su partido en la disputa por un cargo de elección popular, aunque hay otras que se dan por causa diversas.
Por lo pronto, de las renuncias la más sorprendente fue la de de Raúl Cervantes Andrade, ahora ex procurador general de la República y quien desató polémica por su supuesto pase de titular de la PGR a fiscal general, lo que motivó una revuelta legislativa de los opositores al PRI. Pablo Escudero, senador del Verde, solicitó licencia al Senado de la República, el que presidió durante un año.
Ahora faltan aquellas que desatará la nominación del candidato presidencial del PRI, así como los reacomodos que habrán de darse como se acostumbra cuando el partido en el poder nomina a su abanderado presidencial.
Claro que también hay otras renuncias, aunque no a cargo público o partidista como la de Julio César Moreno, ex delegado en Venustiano Carranza quien se separó del PRD y las más sonadas de todas, la de Margarita Zavala Gómez del Campo que renunció al PAN y hoy pretende ser candidata presidencial independiente.