La Revolución en oro, caballo y hombre
¬ Humberto Matalí Hernández lunes 27, Jun 2011Al son de las fábulas
Humberto Matalí Hernández
“…Una coraza de oro, un blindaje de oro… ¡kilos de oro!”
Rafael F. Muñoz. / “Oro, caballo y hombre”
Es necesario rescatar a paso veloz, ante la brutalidad reaccionaria de la derecha gobernante y aliada con el oscurantismo decimonónico de la falsedad derechista, espantada ante los intentos, bastante vacuos e inútiles por revivir demandas revolucionarias iniciadas hace un siglo, como única defensa ante los hipócritas conservadores que pretende terminar con el principio de la no reelección, disfrazándola de modernidad y de reforma política.
El mejor recurso es acudir a la literatura, a los documentos y principalmente a la historia. Por ejemplo, a los escritores, que como Rafael F. Muñoz, que vivieron el proceso revolucionario, ya traicionado desde el inicio, pero rescatable y válido en la actualidad para cumplir con la justicia social:
Éste es el camino para los hombres que sean hombres y que traigan caballos que sean caballos… ¡Adelante!”. Con esa arenga el general Rodolfo Fierro azuza a su caballo y a un grupo de jinetes de las fuerza de Pancho Villa, empeñados en huir después de la derrota villista en Celaya ante el ejército de Obregón. Son los tiempos en que la Revolución adquiere institucionalidad y por lo tanto finaliza. Se vuelve gobierno. Se convierte en el contrasentido de ser institucional.
Rafael F. Muñoz (1899-1972), escritor revolucionario, narra la gesta iniciada en 1910 en obras como Vámonos con Pancho Villa, Jefe máximo, Carabina 30-30 y otras, con la crudeza de la violencia de la Revolución, las ambiciones, odios y traiciones entre los hombres, que al derrotar al porfiriato buscan establecer un país justo. Equivocaron el camino y lo transmutaron en botín de políticos, militares y empresarios y actual pretexto para enriquecerse en el XXI.
El general Rodolfo Fierro (1880-1915) es sin duda uno de los personajes más oscuros de la Revolución, al grado de aplicarle el mote de “El Carnicero”. Otro escritor y revolucionario, Martín Luis Guzmán (1887-1976) en Memorias de Pancho Villa, logra una de las mejores descripciones del carácter violento y brutal de Fierro al describir en La fiesta de las balas, el asesinato de 300 soldados carrancistas hecha por Fierro con inusitada e individual frialdad. La otra es la narración escrita por Rafael F. Muñoz en Oro, caballo y hombre. Rodolfo Fierro fallece por la audacia y la valentía llevadas a niveles de enfermedad mental, pero también porque sacrifica al caballo, que se hunde atorado en el fango de la laguna de Guzmán, frente a Casas Grandes, Chihuahua, porque el jinete carga una gran cantidad de oro en las alforjas de la silla y en un cinturón (víbora) de doble forro y algunas talegas y en la ropa, así lo narra el autor:
A la cabeza del grupo iba un hombre alto, con el sombrero tejano arriscado en punta sobre la frente, tal como lo usan los ferrocarrileros, “los del riel”. Rostro oscuro completamente afeitado, cabellos que eran casi cerdas, lacios, rígidos, negros; boca de perro de presa, manos poderosas, torso erguido y piernas de músculos boludos que apretaban los flancos del caballo como si fueran garras de águila. Aquel hombre se llamaba Rodolfo Fierro; había sido ferrocarrilero y después fue bandido, dedo meñique del jefe de la División del Norte, asesino brutal e implacable, de pistola certera y dedo índice que no se cansó nunca de torrar el gatillo.
Después de tan breve y clara descripción el escritor narra la muerte del revolucionario empeñado en cruzar la laguna. —Los caballos andan mejor en el agua que en la nieve —dijo y metió espuelas—. El animal dio un gran salto, penetró en la laguna levantando un abanico de agua con cada pata…
—Una reata… ¡Échenme una reata! Le doy una bolsa a cada uno que me ayude a salir…
Los intentos de lazar a Fierro o su caballo fracasan. —Pronto… pronto… el caballo ya se fue al diablo… Según Rafael F. Muñoz fue la última protesta del general, que cae del noble equino, llevado a la muerte por la ambición y torpeza mental del sanguinario militar. Después fueron aullidos y gruñidos bestiales, sin la dignidad del obediente caballo.
La columna continuó su marcha en la nieve, al ponerse el sol acampó en un bosque. Tronchando ramas de pinos y cedros los villistas medio barrieron la nieve en algunos trechos, bajo los árboles más grandes, y se acostaron a descansar.
Recordando el drama, algunos dijeron:
—¡Lástima de oro!
Otros:
—¡Lástima de caballo!
Y ninguno lamentó la desaparición del hombre.
Este cuento de Rafael F. Muñoz está considerado uno de los mejores del periodo revolucionario y aparece en varias antologías, aunque es un escritor olvidado en este oscurantismo político empeñado en borrar la historia y en especial la revolucionaria. Y el mejor tiempo para recordarlo y reeditar sus obras es este 2010, en que se llega al centenario de la lucha revolucionaría, que se transformó en motín y guerritas por el poder, para terminar convertida en institución, y que más antirrevolucionario puede haber que la Revolución transmutada en institucional. Y por eso en el centenario mucho hay de inhumación. Tanto que sobre la pretendida reforma política de Felipe Calderón, anunció en un también pretendido artículo periodístico, que el lema maderista Sufragio Efectivo. No Reelección, debe ser ahora en la modernidad de los tecno-pragmáticos: del sufragio efectivo a la democracia efectiva. Y eso que van varios sexenios, sobre todo los dos panistas, donde lo menos efectivo fue el sufragio, que para información de los oficialistas del PAN se refiere al voto.
(escribame)
Hi Yolanda,
Could you please forward me the title of some of the works, such as books etc., you yourself have published and where they could be obtained on the internet for purchase.
Respectfully Yours,
Sean Taniane
el autor del hermoso y terrible cuento no es Rafael F. Muñoz, querido Humberto… investigue
besitos