La descomposición y la bancarrota política
¬ Augusto Corro martes 3, Oct 2017Punto por punto
Augusto Corro
Las actividades políticas se convirtieron en una verdadera olla de grillos. Así observamos cómo se dan hasta con la cubeta los líderes de las organizaciones políticas. Los conflictos se dan en el PAN, PRD, Morena. Algunos muy graves.
En Acción Nacional se desató la lucha por el poder total. Este problema que se veía venir ya estalló y no será fácil superarlo. No se trata solamente de la pugna sobre la designación o no de Raúl Cervantes como fiscal general de la República.
Hay algo más profundo y se encuentra en la lucha por el control del partido. Se recrudeció el enfrentamiento entre “anayistas” y “calderonistas”. Los primeros tienen en sus manos la estructura del PAN; los segundos, apoyados por el ex presidente Felipe Calderón, tienen la ambición desmedida de volver a Los Pinos.
Para esto, se encuentran urgidos de que Margarita Zavala de Calderón, esposa del ex mandatario, sea ungida como abanderada panista en la lucha por la candidatura a la Presidencia de la República. La situación se complicó para los calderonistas, pues no hay una solución cercana.
La pugna por apropiarse del partido, más el proyecto del líder blanquiazul, Ricardo Anaya, de participar en alianza con otros partidos, en la justa electoral del 2018, complicará más la designación del candidato o candidata panista.
Si crece la desesperación en los calderonistas, no dude usted que tomen la decisión de que Margarita, la “Dama del Rebozo”, se registre como aspirante independiente. Claro, su determinación sería desesperada, pero la lucha por el control del partido continuaría.
En Acción Nacional se pelea en varios frentes. En el Senado, la designación de Ernesto Cordero, “delfín” de Calderón, como presidente de la Mesa Directiva, fue una “puñalada” que el “joven maravilla”, Ricardo Anaya, no esperaba.
La experiencia de los “calderonistas” superó, por el momento, a los “anayistas”, que están decididos a expulsar del partido a Cordero y a otros senadores que se brincaron los estatutos de su partido.
El conflicto se extendió hasta la Cámara de Diputados. Donde, con el pretexto rebelarse contra la posible designación de Raúl Cervantes, como fiscal general de la República, los diputados panistas también organizaron su protesta.
La guerra interna en Acción Nacional será larga. No sólo es la lucha por pequeñeces, no, se trata de apoderarse del partido. En esa contienda política los “anayistas” y “calderonistas” participarán con todas sus fuerzas y ganas de triunfar. ¿Y los militantes blanquiazules? ¿Alguien pensó en ellos? ¿Qué piensan ante el desbarajuste de la cúpula del poder?
LA JUGADA DE BARRALES
Como señalamos arriba, el Partido de la Revolución Democrática también tiene su olla de grillos. Como en el PAN, los perredistas tienen a su dirigente, Alejandra Barrales, que encabeza el sinnúmero de problemas.
Aunque con Barrales se empezaron a despejar las incógnitas. Tras la aceptación de los dueños del PRD de participar en el Frente Amplio Democrático u Opositor, la lideresa ya tiene la luz verde (no oficial) para iniciar su campaña política como precandidata al gobierno de la Ciudad de México (CDMX).
Con el pretexto de informar sobre los resultados de participar en alianza con otros partidos en las próximas elecciones, Alejandra Barrales podrá visitar a los grupos políticos en la CDMX y de pasada promoverse como aspirante al máximo cargo político en la CDMX.
La decisión de la dirigente perredista provocará la inconformidad de otros políticos amarillos que también tienen deseos de participar como candidatos al gobierno capitalino. No será tan sencillo que acepten órdenes que interrumpan sus carreras políticas.
Mientras se aclara el panorama, más que turbio en el PRD, connotados perredistas continúan con sus manifestaciones de inconformidad en contra de Barrales.
Sobre las declaraciones de la dirigente en el sentido de que se vayan quienes ya no quieren estar en el partido, Pablo Gómez, uno de los fundadores inconformes, le contestó: “Tú no eres nadie para orillar a que me vaya ni para echarme del PRD”. Luego la calificó de tránsfuga.
Manifestó que la crisis del PRD es en realidad la bancarrota política de sus representantes formales, de quienes administran, pero no dirigen, de quienes mercan, pero no luchan.
Dijo que no se va del PRD porque “advierto contradictorio que quienes defienden el programa y la línea política del partido tengan que abandonar sus filas, en lugar que sean desplazados las y los actuales administradores, responsable de la profunda crisis de descomposición que lastimosamente sufre el Partido de la Revolución Democrática”.