De vuelta a las promesas
¬ Fernando Garcilita Herrera lunes 2, Oct 2017Fernando Garcilita Herrera
El reclamo de que los partidos políticos reciben una millonada en presupuesto, que viene de nuestros impuestos y se dan una vida de reyes, con ese dinero, no es nuevo.
Además de lo que reciben por ley, para operar, siempre que hay elecciones, se les da una partida extra, bajo la idea de que todos tengan una campaña justa, en publicidad, promoción y alcance de sus propuestas, para que la gente tenga una idea clara, sobre quién votar.
Es más, México es uno de los países que más gasta en el mundo para sus campañas políticas, y el resultado con la gente no es proporcional al esfuerzo invertido.
Vamos a analizar las cosas, venimos de una historia de abuso de confianza, donde la apatía por el sistema de gobierno que tenemos, se ha manifestado en altos niveles de abstencionismo en las elecciones de todo nivel de gobierno, estatales y nacionales, además no creemos en nuestras autoridades, el ejemplo que tuvo la perrita rescatista de la Secretaría de Marina, es un perfecto resumen, de nuestro sentir, ni uno solo de nuestros líderes políticos, puede ser un héroe nacional, como lo fue “Frida”.
Incluso, la ayuda que desbordó la ciudadanía, es un claro ejemplo de esta situación, pues sabemos que en los momentos de crisis, nosotros tenemos que hacer las cosas, que no podemos confiar en el gobierno, que es tanta nuestra desconfianza, que preferimos hacerlo todo nosotros, la organización y colecta de víveres, al igual que la repartición, las calles se llenaron de camionetas civiles, que tenían escrito con plumón: “agua”, “ayuda”, “medicinas” y no sólo eso, todo esto se empezó a repartir gracias los motociclistas y ciclistas que se podían mover mejor por la ciudad.
Y para colmo, el gobierno, al saberse impedido, empieza a solicitar la ayuda de la gente, ¿no le parece inaudito que, a una semana del temblor, el gobierno anuncie que tenemos que seguir donando y que tenemos que seguir ayudando con medicina y víveres? Si esto hubiera pasado en otro lugar del mundo, el gobierno es el que le da a la gente, el que ayuda a la gente, a final de cuentas desde hace años. Rousseau, en el contrato social, estableció que el gobierno debe ser un empleado de la gente.
De ahí viene el reclamo de que nos regresen nuestro dinero los partidos políticos y los servidores públicos, porque, en primer lugar, viene de nuestros impuestos, no deja resultados y en los tiempos de campaña, sólo se llena la ciudad de basura electoral.
De nada ha servido que los dirigentes de los partidos ofrezcan el cien por ciento de lo que se le destinó, como propone el presidente del PRI; el líder de Morena propuso un 25 por ciento de lo que se le ha destinado, pero administrado por morenistas y el Frente Amplio Ciudadano, encabezado por Ricardo Anaya, con un 50 por ciento.
Las cifras han cambiado al paso de los días, pero sus legisladores, diputados y senadores, han dicho que se tiene que hacer una reforma al respecto, ¿se da cuenta de la doble moral? Los presidentes pueden decir lo que quieran, pero al final, sus empleados, que deberían ser los nuestros, porque se supone que son nuestros representantes, dicen lo contrario para sepultar las promesas y que se haga su voluntad.
El hartazgo de la sociedad, tiene límites y más vale que se preparen, porque el futuro está en nuestras manos.