Vigilar apoyos a damnificados
¬ Augusto Corro miércoles 27, Sep 2017Punto por punto
Augusto Corro
¿Quiénes serán los encargados de la reconstrucción de México por los sismos? ¿Los políticos? ¿Las organizaciones civiles? ¿los gobernantes? Estos cuestionamientos surgen porque nuestras autoridades (municipales, estatales y federales) tienen la etiqueta de corruptas.
La población no confía en ellas. Entonces ¿qué hacer? Escuchar las voces que claman por la formación de comités de vigilancia que se encarguen de supervisar y confirmar el uso correcto de los recursos que se entregarán a las personas que perdieron sus casas. O la ayuda para restaurarlas.
El proyecto de reconstrucción es mayúsculo. Por lo mismo debe realizarse con total transparencia. No permitir que se cuelen los políticos que todo lo contaminan. Y si estos quieren colaborar que lo hagan con sus aportaciones, pero desde lejos.
Se cuenta con pruebas suficientes que la clase política es egoísta y dañina. Basta con ver lo que ocurre en los estados donde la pobreza es galopante. Con los sismos se evidenció que son muchos pueblos sumidos en la miseria.
Desde hace muchos años, los estados de Chiapas, Oaxaca, Morelos, Puebla y Guerrero, entre otros, son clasificados como entidades abandonadas por las autoridades federales del centro, a pesar de que siempre contaron con presupuestos económicos generosos cada año. Pero, tristemente, el dinero fue manejado por los gobernadores corruptos que llegan pobres al poder y en seis años se convirtieron en millonarios.
¿Nombres? José Murat, Ulises Ruiz y Gabino Cué, entre otros. Políticos enriquecidos tras el saqueo al tesoro público. Son dueños de casas en el extranjero, o de hospitales en la Ciudad de Mexico, o de cuentas bancarias con prestanombres en Estados Unidos (EU).
No serán estos “personajes” los que se encargarán de repartir los beneficios a los damnificados; pero si sus descendientes o amigos. En Oaxaca el poder se hereda. Así sucedió en esta entidad. ¿Quién confía en el actual gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat? ¿Quién será su aval en esta tarea de reconstrucción de Oaxaca? ¿Su padre? ¿Con esa credencial de corrupto? ¿Sabrá Alejandro dónde se encuentra Juchitán? El flamante mandatario ni siquiera es oaxaqueño. Pero ya saben que en México para alcanzar una meta, es suficiente contar con las palancas necesarias.
Independiente de la determinación que se tome para la aplicación de la ayuda a los damnificados, en Oaxaca los recursos públicos tendrá que vigilarse con lupa. Los grandes sectores de la población oaxaqueña están hartos de la demagogia de sus gobernantes, que de izquierda o de derecha no tienen freno en el saqueo al erario.
En Chiapas, otro de los estados afectados por el terremoto del 7 de septiembre, la población también vive momentos difíciles. Se encuentra en la misma situación que Oaxaca. Las amenazas de los “zapatistas” encabezados por el subcomandante Marcos, ahora subcomandante Galeano, obligaron al gobierno federal a mirar a esa entidad.
Desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, los presupuestos económicos para Chiapas llegaron, suponemos, pero se quedaron en los bolsillos de la clase política. Esa entidad continúa en la pobreza económica y política. Quien gobierna ese estado, Manuel Velasco, un sujeto frívolo e irresponsable, no está en condiciones de canalizar de transparentar el uso de los recursos a las personas que perdieron sus viviendas.
¿Y el mandatario Graco Ramírez? ¿Si es sujeto digno de confianza? Este personaje no tuvo la menor intención de guardar las apariencias. En cuanto empezaron a llegar las despensas que enviaron de otros estados, les colocó el sello del DIF para hacer caravana con sombrero ajeno.
De plano, tampoco Graco se encuentra en condiciones de la reconstrucción de los pueblos afectados por el terremoto. En Jojutla, Morelos, la inversión será millonaria y ningún sector de aquel estado tiene confianza en su mandatario, al que califican de corrupto e inepto.
¿A quién le encomendaría usted que repartiera la ayuda multimillonaria que destinarán las autoridades y la sociedad para la reconstrucción de México. ¿Se le ocurre el nombre de alguna persona honorable para esa delicada misión?
¿Y en la Ciudad de México (CDMX) que se espera? A simple vista el panorama es incierto. El gobierno actual no se distinguió por resolver los problemas de los capitalinos, siempre sometidos a los caprichos de las autoridades. Sobran los ejemplos de mal gobierno. Y para superar los amargos momentos que vivimos se necesita la presencia de la sociedad civil.
Urgen acciones que reflejen talento e ingenio para superar la crisis. Alejarse del burocratismo y de las mezquindades. Se necesita una coordinación más efectiva para inspeccionar los inmuebles colapsados y evitar que habiten los que se encuentran colapsados; pero los delegados se hacen los sordos.
Urge ayuda económica rápida, oportuna, que realmente se agradezca. Que no caiga en el manejo político. A ocho días de la tragedia, son abundantes las promesas de ayuda a los damnificados. ¿Cuántas se cumplirán? Pronto lo sabremos. Para empezar no se valen mezquindades.
Urge pues la instalación de comités de vigilancia que comprueben el uso correcto de los recursos económicos o de otra especie que se destinen a los damnificados, porque de plano, la sociedad no confía en sus gobernantes, menos en los políticos oportunistas, en busca de “hueso”.