La repudiada clase política
¬ Augusto Corro lunes 25, Sep 2017Punto por punto
Augusto Corro
Los terremotos trajeron muerte y desolación, pero también esperanzas. La juventud de México respondió con valor y determinación a los embates de la naturaleza. Ante el dolor y desolación los mexicanos demostraron que sí saben que es la solidaridad, unidad y carácter para superar las adversidades.
Sin mezquindad, miles de jóvenes, sin importar horario, cansancio, hambre y sed se integraban a las brigadas para ayudar en las labores de rescate, en las zonas afectadas por los sismos del 7 y 23 de septiembre.
Fue determinante la acción de los muchachos que, inclusive, superaron el trabajo lento y negativo de las autoridades. La respuesta de la juventud fue y es ejemplar. Confirmamos que no estamos solos. Ahí están esos ejércitos de jóvenes decididos a enfrentarse a la tragedia.
Si bien la luz de la esperanza surgió de los sectores de jóvenes, la oscuridad de la ruindad de los políticos que insensibles ante la fatalidad, acudían a tomarse la foto con las personas en desgracia. Más de un funcionario público fue repudiado por los vecinos que recibían a cuenta gotas la entrega de despensas.
No era el escenario propicio para el lucimiento, a todas luces desagradable, de los funcionarios públicos, pero estos no lo entendieron. Los políticos demagogos sufrieron de manera directa el desprecio de la población.
No fue agradable la presencia de los mentirosos y oportunistas en los sitios donde los fenómenos naturales dejaron sentir muerte y destrucción.
Como sucedió en el terremoto del 85, las autoridades lucieron desorganizadas, lentas e ineptas. Será necesario que se pongan al corriente en cuanto a medidas preventivas y de rescate ante las acciones de los fenómenos naturales.
Leyes estrictas
Es importantísimo entender que México se encuentra en una zona sísmica y que, por lo mismo, estamos a merced de los terremotos, donde las leyes para la supervivencia humana deben ser estrictas. Debe erradicarse la corrupción de los funcionarios que untada la mano de dinero, no se negaron a autorizar la construcción de inmuebles con plena violación a los reglamentos.
Es posible que de las nuevas desgracias, la sociedad mexicana opte por una mayor participación en la vida política de México.
Es necesario, para sacudirse a esa clase política de zánganos que, ya se vio, solo sirven para llenarse los bolsillos de dinero de los contribuyentes.
De esos vividores que se ostentan como diputados o senadores, o los mismos dirigentes de partidos políticos, que lo único que les importa es el enriquecimiento inexplicable. La “grilla” como base fundamental de su negocio. La demagogia como el eje de sus acciones. Nunca estuvo desacreditada la clase política.
Los mexicanos somos testigos de que los gobiernos van y vienen en los diferentes niveles: municipal, estatal y federal y la pobreza continúa incontrolable. Las autoridades de esos tres sectores ya confirmaron que la política es el mejor camino para llenarse los bolsillos de dinero mal habido.
La pobreza de nuestro país se muestra en la realidad lacerante cuando somos alcanzados por los huracanes y los terremotos. Solo en las grandes ciudades se nota algo de un desarrollo económico que esperamos desde hace muchísimos años; pero no llega.
Pobreza
En cambio, en el interior de México el tiempo se detuvo. Así lo vimos en esas casas y chozas de gente humilde que perdió todo. Personas que viven en la incertidumbre, porque saben que si obtienen una respuesta por parte de las autoridades a sus problemas, esta será lenta y, por lo mismo, tardía.
De ahí que la prioridad será atender las necesidades de la supervivencia como son el agua y la comida. También el techo seguro. Son miles de personas que viven a la intemperie o en los albergues, con las inconveniencias de compartir su vida privada con gente ajena a la familia, etc.
De ahí que es importante que la población colabore en trabajos de vigilancia para que los damnificados obtengan los alimentos y el agua necesarios que les envían los propios mexicanos.
Que no ocurran más hechos tan lamentables como el registrado en Morelos, donde el impresentable gobernador Graco Ramírez y su esposa Elena Cepeda obligaron a los choferes de tráilers, que llegaban de Michoacán, a descargar las despensas destinadas a damnificados por el sismo del martes en bodegas del Sistema Estatal de Desarrollo Integral de la Familia (DIF).
Es fácil imaginar los propósitos que perseguían esos sujetos. Se informó que las autoridades ya investigan a esa pareja de depredadores políticos.
Los sismos alcanzaron también a la partidocracia, esa rancia agrupación de organizaciones políticas y sus representantes, que una vez rebasados por la sociedad, no encuentran la brújula que los saque del pantano donde se encuentran.
En el afán de mejorar su imagen, empeoraron su situación. En el presente, la sociedad los ve como oportunistas e insensibles. Pero no solamente son los partidos políticos los repudiados por la población mexicana.
En esa larguísima lista de “grillos” también se encuentran el Instituto Nacional Electoral (INE), los legisladores que forman bandas numerosas de pillos que piensan que sus miserables “donativos” son suficientes para paliar el hambre y la miseria de millones de pobres.
Vuelvo al principio. Repito: No todo está perdido. México tiene una riqueza incalculable en sus jóvenes que volvieron a demostrar amor, coraje, entrega, valor por su país, muy por encima de la partidocracia y sus personajes de opereta.