Emergencia en la CDMX, lejos de laxitudes y permisividades
Francisco Rodríguez miércoles 20, Sep 2017Índice político
Francisco Rodríguez
La Ciudad de México es la tercera más grande del mundo y, potencialmente, una de las más explosivas de todas. Ayer resistió un terremoto de 7.1 grados Richter —aunque la percepción generalizada es que se percibió como si hubiese sido del máximo, de 10— y, aunque la emergencia persiste, hoy puede decirse que la CDMX salió indemne de este trago amargo. Nada que ver con lo sucedido tras el sismo de 1985, replicado exactamente 32 años después.
Paradoja o, como bien dice Carlos Ferreyra, parajoda. Tras un simulacro, 2 horas 14 minutos antes del sismo, ciudadanía y autoridades demostraron estar listos para una emergencia cual la sucedida.
Y la ciudad resistió. Pocas edificaciones sufrieron daños de consideración y mucho menos se colapsaron. Nada que ver, insisto, con lo sucedido hace poco más de tres décadas, cuando barrios enteros de la urbe prácticamente desaparecieron. Se revirtieron las laxitudes y las permisividades de antaño en materia de construcción.
La coordinación de las autoridades dio resultados inmediatos. Y ello evitó que la tragedia que hoy viven no pocas familias fuese aún mayor. Contraste enorme, también, con los sucesos de 1985, cuando las autoridades locales y federales se escondieron y dejaron sola a la sociedad en el rescate de sus víctimas.
Lo más destacable, como siempre, la humanidad —me resisto a llamarle solidaridad, tras de que esta fue burocratizada— de quienes convivimos en la megaurbe. Personas de todas las condiciones sociales, edades, filiaciones, etc., en apoyo a las labores de rescate. Otros muchos más, dirigiendo el caótico tráfico vehicular y ayudando así a miles a llegar más pronto con sus familias.
La megalópolis que tiene como eje a la CDMX resistió. Lamentable, empero, que proporcionalmente haya habido más víctimas en Morelos, en el Estado de México y Puebla.
Y sucedió apenas tres días después de que el jefe de gobierno de la CDMX rindiera un informe que, hoy se comprueba, no se construyó sólo de palabras, sino de hechos.
No es fácil dirigir los destinos de 22 millones de personas que diariamente demandan los servicios de infraestructura, sanitario-asistenciales, educativos y de seguridad, entre otros, de la megaurbe.
Menos fácil es gobernar en medio de tanto descrédito, desconfianza e ingobernailidad como la que plantea cotidianamente el gobierno federal, que presa de la envidia y la estupefacción se dedica a torpedear informativa y presupuestalmente a un gobierno distinto.
La autonomía presupuestal y la capacidad financiera de la CDMX son los goznes sobre los que se apoya su amplia oferta de programas sociales que cubren todo tipo de necesidades económicas, laborales, alimentarias populares, equipamiento para la movilidad y oferta de vivienda en estándares por encima de ciudades y países con este grado de desarrollo relativo.
Aparte de que la capital de la República genera el 17% de toda la riqueza nacional, produce uno de cada cinco empleos formales que se ofrecen en el catálogo de posiciones de trabajo. Además, en un hecho insólito, el gasto social que eroga beneficia al 80% de la población del Valle de México, una extensión geográfica de 700 mil hectáreas. Se dice fácil, pero no lo es.
La transparencia en el ejercicio de sus haberes produce confianza y certidumbre entre hombres de empresa y emprendedores locales y extranjeros que multiplican recursos para la inversión, así como corrientes turísticas que representan una derrama económica de gran monto.
Los signos evidentes de la fortaleza y viabilidad de la ciudad están en las grandes obras que zurcen a diario la recomposición del tejido social, que han devuelto a los capitalinos la esperanza en orden y crecimiento. Transporte masivo para autopistas urbanas, vehículos con gas natural, corredores de cero contaminación y unidades de alta tecnología para transporte masivo.
Corredores comerciales en la Central de Abasto para los productores agropecuarios de Milpa Alta, Tláhuac, Cuajimalpa, Xochimilco y Tlalpan, faros culturales y recreativos, plantas de biodigestión y termovaloración destinadas a producir energía eléctrica del servicio público, a partir de millones de toneladas de basura recolectada a diario en sus calles.
Una obra iniciada para potabilizar el cien por ciento del agua de la Ciudad de México, pozos profundos para extraer el líquido del subsuelo en Venustiano Carranza, Iztapalapa e Iztacalco, clínicas pioneras de Latinoamérica, especializadas en Alzheimer, Parkinson, paladar hendido, autismo, cáncer de mama, Sida, emociones, diabetes, síndrome de Down, obesidad mórbida, tratamientos integrales contra el virus del papiloma humano, cien mil micronegocios de mujeres financiados en más de mil colonias, programas de autosuficiencia alimentaria en coordinación con la FAO, reducción de accidentes viales, seguros de desempleo para indigentes, indígenas y migrantes desplazados, marcan la diferencia.
Mantener, frente a un escenario nacional de intolerancia y conservadurismo, derechos esenciales de las personas sobre el derecho al aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la adopción consustancial de menores, la muerte asistida, el financiamiento a poblaciones vulnerables…
… las libertades a la manifestación de las ideas, la protección al comercio informal, el seguro contra el desempleo y a la capacitación de los más desprotegidos, así como la subrogación en su protección judicial, le hacen tanto ruido al gobierno federal, como daño a las finanzas etiquetadas de la ciudad, por envidia supina.
Las decisiones cruciales de la CDMX se enfrentan constantemente a los conservadores que reclaman respeto ortodoxo a lo vigente, aunque esto constituya un dogal para la captación de las necesidades reales de la gente. El optimismo del cambio siempre hace colisión con los pesimistas de la pasividad.
Rescate del gobierno tutelar, equitativo y distributivo
Y esto es lo que ha hecho de la Ciudad de México un reservorio, un arsenal de soluciones cada vez más audaces para lo importante, urgente y emergente. Con soluciones al calor del momento se hace frente a lo que no está escrito en las leyes pero tiene siempre una respuesta efectiva en la creatividad política.
Los actuales gobernantes siempre han estado conscientes de que el Estado nacional se encuentra entrampado por una crisis gigantesca, de estrechez económica y de parálisis administrativa. La baja en la captación de divisas, las afectaciones al circulante monetario y las reformas fiscales ambiciosas y regresivas, han dado al traste con el futuro de obras faraónicas y con esperanzas aspiracionales de tecnócratas de huarache.
La equidad social, única salida posible, está postergada por el presupuesto federal, confeccionado para cumplir las órdenes recesivas del extranjero, hecho para beneficiar a unos cuantos habitantes. Debe recuperarse la filosofía del gobierno tutelar, equitativo y distributivo.
Lo que hay qué hacer frente a presupuestos agotados
Un amplio programa de reivindicación popular como el llevado a cabo en la capital de la República tiene todas las posibilidades de experimentarse con éxito en toda la geografía nacional. Sólo requiere de una condición: que participen todos, haciendo de lado posiciones partidistas y culto exagerado a la personalidad.
No se necesita ser demasiado intuitivo para llegar a la conclusión que los próximos gobiernos nacionales de la primera mitad del siglo XXI no podrán echar a andar con responsabilidad un proyecto económico asentado en obras faraónicas, de enorme calado, que rebasen su capacidad financiera de subsistencia.
Los presupuestos gubernamentales están acotados y agotados por los compromisos contraídos de espaldas al pueblo, entre una pavorosa deuda externa impagable, servicios altísimos de sus intereses, pasivos internos, saldos de pagos y pensiones burocráticas, adeudos atrasados a proveedores, intereses de nuevas obligaciones…
… pagos de armamentos obsoletos e ineficaces adquiridos a precios de oro en los Estados Unidos, en base a un compromiso fantasmal de seguridad que se ha echado por la borda, limosnas internacionales para el pago de costosos aparatos y nóminas de seguridad nacional, remiendos y talachas que han cargado a nuestras costas y todo lo que usted se imagine.
La lección del quinto Informe de Miguel A. Mancera
El único espacio que queda para cualquier forma de gobierno será ejecutar inversiones en proyectos de gasto social, de ensanchamiento del mercado interno, de multiplicación del empleo, siquiera para intentar gobernabilidades mínimas .
Quien quiera seguir empeñándose en operar lo permisivo, lo que produzca comisiones, moches y prebendas, está tan condenado al repudio como los funcionarios que están a punto de ser juzgados. Si antes no los juzgan en otra instancia.
Necesitamos un Estado que cumpla con sus compromisos más apremiantes, que abandone las aventuras del engarce con poderosos extranjeros que sólo les infligen vergüenza y oprobio en desmedro de los mexicanos bien nacidos. Un Estado que se dé y nos dé a respetar en el mundo entero. Es la lección que se desprende del último informe del jefe de gobierno de la Ciudad de México.
Índice Flamígero: Los sismos desnudan la corrupción y la miseria que nos ahogan. El socavón en la Terminal 2 del aeropuerto internacional de la capital nacional son una muestra de ello. ¿Así estarán construyendo el intergaláctico de Texcoco? Le apuesto a que sí. + + + Bendito WhatsApp, el servicio de mensajería por Internet, que permitió a la ciudadanía establecer comunicación inmediatamente después del movimiento telúrico. Las empresas telefónicas que prestan el servicio celular, en cambio, han sido nuevamente maldecidas por una interrupción en su prestación durante muchas horas que, seguramente, sí serán cobradas por los concesionarios. + + + Don Alfredo Álvarez Barrón se conduele por el nuevo sismo que atacó a la megalópolis, y El Poeta del Nopal dice:
“Con un dolor absoluto
y entre rumores inciertos
por el alma de los muertos
¡guardamos 3 días de luto!”
¿Cuántos sismos, terremotos, huracanes, tsunamis habrá en los 437 días que le restan al sexenio?
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