Chapulineo
Ramón Zurita Sahagún jueves 14, Sep 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
La disputa por los cargos de elección popular que no les son concedidos en los partidos en que militan, produce la mayor fuga de militantes de una organización política hacia otra.
Esta movilización masiva se genera en los momentos en que se vislumbran los candidatos con qué partido competirá en los distintos tipos de lección.
Ese fenómeno debía suceder hasta finales de año, cuando empieza la definición de nombres y cargos a los que aspiran cada uno de ellos.
Sin embargo, la anticipación de Morena por promover a sus abanderados a los diferentes cargos de elección popular hace que el calendario se sacuda.
El primer chapulín en dar el salto es uno sumamente conocido que de tanto anunciarlo ya no producirá sorpresa alguna al dar el paso.
Se trata de Ricardo Monreal Ávila, quien pretende tener seguro el peldaño que escalará para renunciar a Morena, partido en el que no pudo alcanzar su ambición de ser candidato al gobierno capitalino.
Monreal Ávila sabe el impacto que tiene el sentirse víctima y relegado en un partido por su aspiración, ya que eso le redituó en el pasado ser gobernador de Zacatecas, cuando los priístas no le dieron la candidatura y el PRD se la ofreció,
Ahora negocia, para no dar paso en falso y quedarse sin cargo de representación popular o cuando menos al que él aspira.
La historia de Ricardo Monreal ha sido la misma, es un combativo político que ha superado algunos escollos, aunque en esta ocasión su historia parece ser que no convence a nadie de llamarse traicionado.
Claro que son muchos los que pretenden rescatarlo, porque será un gran activo en contra de los candidatos de Morena y especialmente del dirigente nacional del partido y eventual candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador.
La historia de Monreal no es, ni será la única que se presente en esta temporada de caza de candidaturas, donde el chapulineo y el trapecismo político se convirtieron en partes fundamentales de la vida de los políticos mexicanos.
Claro que es una historia cíclica, donde saltan de uno a otro partido, donde les den cabida o les prometan cumplirles sus ambiciones, sin importar que ellos no cumplan con las suyas de ganar los comicios.
La época de procesos electorales es rica en traiciones, cambio de convicciones que muestran su flexibilidad y la adopción de doctrinas que antes criticaban.
Es cierto que antes del tan mencionado cambio de estafeta de Monreal Ávila se han producido otros cambios de chaqueta o camiseta, como la nutrida bancada del PRD que se pasó a alimentar la del PT, pero que lleva implícita su incorporación a Morena.
Dos coordinadores de la fracción perredista en el Senado de la República renunciaron antes de que lo haga Monreal, para incorporarse a las tareas de proselitismo de Andrés Manuel López Obrador.
Luis Miguel Barbosa y Dolores Padierna Luna, así como otros distinguidos perredistas renunciaron a su militancia, sin anunciarse demasiado o ponerle emoción a su salida.
La diferencia entre la de ellos y la de Monreal Ávila es que el zacatecano es una estrella de la victimización y sabe cómo sacarle raja al producto.
En las dos más recientes décadas, el chapulineo ha sido uno de los deportes mejor practicados y donde algunos de los ejecutantes han mostrado sus cualidades.
Un gran número de ellos ha confiado en su fuerza, renunciando a su militancia, se suman a otro partido que les promete la candidatura que les fue negada y ellos en retribución ganan la elección.
Es claro que no es lo mismo renunciar con anticipación a su militancia, aunque en ello vaya la meta de conseguir la candidatura, que hacerlo pocas semanas antes de su nominación, cuando ya supieron que no serán los candidatos del partido en que llevan tiempo militando y al que le declaran su amor perpetuo.
Uno de esos casos que les garantizaba la victoria al que lo tomara fue el de Juan José Sabines Guerrero, a quien le fue ofrecido el cargo de candidato priísta al Senado de la República, incluso primero en la fórmula, como garantía de ingresar al Legislativo, lo que rechazó, para asumir la candidatura del PRD al gobierno de Chiapas.
Otro que realizó una acción parecida fue Mario López Valdez, senador por el PRI, quien renunció para convertirse en candidato del PAN-PRD al gobierno de Sinaloa y ganó con amplitud.
Antes lo hicieron Leonel Cota Montaño y Alfonso Sánchez Anaya, priístas ambos que aceptaron convertirse en candidatos de la izquierda a los gobiernos de Baja California Sur y Tlaxcala, respectivamente, cuando fueron relegados por el tricolor.
Esos son algunos de los casos en que los candidatos les proporcionan noticias agradables y responden a la confianza de sus nuevos ofertantes.
Hay otros muchos casos de candidatos que con el cambio de camiseta lograron concretar sus sueños y ambiciones de gobernar su terruño, pero que renunciaron con mucha anticipación, antes de ser candidatos a su militancia anterior.
Veremos en esta temporada cuántos más se suman a la modalidad de chapulines y trapecistas y garantizan la victoria a sus nuevas ideologías.
Se acumulan irregularidades
Quien ni se duda ni se acongoja ante las diversas irregularidades que detectan alrededor suyo es el secretario de Comunicaciones, Gerardo Ruiz Esparza.
Ya antes había dicho que no tiene por qué renunciar y el Presidente Peña Nieto lo avaló, con todas las sospechas que se levantan alrededor suyo y ahora anunció que los servidores públicos referidos por la Función Pública por supuestas irregularidades tienen 45 días para responder a los señalamientos.