Todos cargamos la piedra de la corrupción
Francisco Rodríguez miércoles 13, Sep 2017Índice político
Francisco Rodríguez
Desde tiempos inmemoriales se ha hablado del pensamiento sobre una piedra insospechada, que aparece como obstáculo en medio de cualquier camino. Aunque atribuido a Tales de Mileto, André Maurois, el gran filósofo francés del modernismo y del Arte de Vivir, lo ubicaba miles de años antes. Vale la pena recordarlo:
“El distraído tropezó con ella. El violento la utilizó como proyectil. El emprendedor construyó con ella. El campesino cansado la utilizó como asiento. Para los niños fue un juguete… en todos los casos, la diferencia no estuvo en la piedra, sino en el hombre. No existe piedra en tu camino que no puedas aprovechar para tu propio crecimiento”.
Viene a cuento, porque cuando los medios de comunicación más prestigiados del mundo, como la televisión holandesa, la Deutche Welle alemana, el The New York Times, y todos los que todavía se ocupan del acontecer mexicano, se horrorizan, se muestran estupefactos sobre la catatonia nacional alrededor de los casos de corrupción escandalosa, es un delito grave permanecer inmutables.
Es un delito grave, porque la corrupción se trenza alrededor del dinero que todos producimos y que el gobierno engaña, diciendo que los recursos públicos se aplican en nuestro provecho, cuando todas las realidades comprobadas y vergonzosas indican que no es así. Todos estamos comprometidos en esa lucha.
La corrupción se ha convertido en esa piedra atribuida a Tales de Mileto o a cualquier pensador europeo, porque es la piedra del escándalo, del azoro mundial sobre un fenómeno social, económico, político, cultural, institucional, administrativo, nacional, que no tiene solución. Un azoro mundial.
Con cierta displicencia, el portal Animal Político y la ONG Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad bautizaron como La Estafa Maestra. Y entre mofas y veras, los medios internacionales describen la utilización de “empresas fantasma”, subcontratadas por universidades que se han prestado para el peculado de miles de millones de pesos que quizá hubieran establecido la diferencia entre el hambre y el empleo de más de cien millones de mexicanos, hoy en estado de indefensión.
Pero también de podredumbre. Es un fenómeno que algunos como el principal beneficiario, Enrique Peña Nieto, han catalogado sólo como “cultural”, para que esa expresión sirva de pantalla a sus complicidades con empresarios, emprendedores fantasmas, narcotraficantes, subsidiarias patito internacionales, entrambuliques y desaseos macabros.
Cuando todos en el mundo se dan cuenta de que ningún mexicano hace algo para denunciarlo, señalarlo, atacarlo, obviamente llegan a la terrible conclusión de que nadie lo hace porque todos estamos untados con el mismo barro, todos estamos involucrados en esa tarea. “ En corrupción, no hay nadie que pueda atreverse a arrojar la primera piedra”, dijo hace casi un año EPN, al inaugurar la Semana Nacional de Transparencia.
Llegan a la conclusión los medios internacionales de que todos los mexicanos somos por fuerza enemigos del país. Todos buscamos la destrucción de lo que ha sido nuestro por siglos, en materia soberana de recursos naturales, en acabar con el gran patrimonio histórico que durante centenas de años defendieron los que antes tuvieron más conciencia de país.
Todos, dicen, con nuestra actitud, colaboramos, consciente o inconscientemente, para acabar con el pasado, con el presente y con el futuro de los aún nonatos. Dicen que somos una turba de salvajes sin noción histórica, política, ni internacional del significado de un fenómeno devastador e irremediable.
La Estafa Maestra es ya el sinónimo de la impunidad. El calificativo oportuno para un sistema, un modelo de pensamiento mexiquense que ha trascendido las fronteras en busca irremediable de sentencia, de vergüenza, de oprobio sobre lo que pasa en México. Claman castigo, pero nosotros pensamos en su absolución.
Dicen que tenemos en las manos el remedio, pero como estamos todos en el ajo, nadie puede levantar la mano, menos tirar la piedra. A diario, opinan, concedemos —vía legislativa— más facultades al presidencialismo ñoño para esconder sus incapacidades, renegar de sus responsabilidades ejecutivas y crear organismos pedestres para hacerlo.
Es así con la creación injustificada de fideicomisos disfrazados cómo organismos constitucionales autónomos, con presupuestos de sultanes y facultades omnímodas para destazar al país, convertidos en refugio de maleantes y escondites nominales de saldos burocráticos que hacen lo que quieren, cuando quieren.
Y todavía tienen las facultades legales para juzgarse a sí mismos. Están fuera de toda vigilancia, por encima de la ley que permitió su creación. Son una especie de extraterrestres que sólo se rinden ante el poder del dinero. Y son los mecanismos justos para ocultar toda opacidad y todo negocio al margen de la ley.
Dejando fuera de cualquier responsabilidad al Poder Ejecutivo que, de esta manera, ejerce sin ejercer facultades metaconstitucionales en todos los terrenos de un presidencialismo ausente, pero presente en el campo de los negocios y de toda corrupción posible. Desde universidades, hasta comisiones de hidrocarburos que destazan la soberanía del país.
La corrupción de los gobernadores es parte de este mecanismo, que parecen las manos de un pseudópodo que lo abarca todo: todo el presupuesto sin rendir cuentas a nadie y que cuando es descubierto tiene la facultad de enjuiciar y encarcelar a sus cómplices.
La opinión pública, que en todos los países civilizados funciona como la segunda fuerza, en México es aplacada en segundos por embutes, concesiones y mercedes anticonstitucionales que hacen imposible el conocimiento de los problemas que ocurren.
Las dinastías gobernantes se montan sobre tragedias que, como las del terremoto de hace unos días, hicieron añicos construcciones autorizadas por los mismos que hoy las salvan, con caras de hipócritas y beneficiarios, aplaudidos por claques de irresponsables que jamás debieron merecer un cargo público.
Hasta Emilio Gamboa Patrón se da el lujo de pedir a la población que deposite sus ahorros en el Senado para canalizarlos al lugar de la tragedia.
Veinte funcionarios de la Universidad Autónoma del Estado de México son inhabilitados para volver a ejercer cualquier función, dados los estropicios administrativos y la rapiña ejercida en ése que debería ser un centro superior de estudios. El más señalado, Enrique Fitchtl Becerra, un truhán “de gran prestigio” entre los descarados, a quien dejaron libre bajo fianza, no obstante el monto de la Estafa Maestra en la que participó la UAEM. Ahora pasea su desfachatez en los más caros comederos de Polanco.
Concretamente. Fitchl vendió al gobierno del estado de Oaxaca, “sin autorización” de la Universidad Autónoma del Estado de México —¿de dónde más, si no?—, un software que no entregó. Se le reclamó a la institución una compensación de 95 millones de pesos, y terminó pagando hace unos días 100 millones. Pero el autor, ¡salió libre bajo fianza!
A pesar de todo, señalan, han corrido la suerte de José Narro Robles por los desfalcos cometidos en la UNAM…Todos se tapan con la misma cobija, una cobija que ya no alcanza para tapar…
Decía André Maurois, en Un arte de vivir que cuando alguien decidiera hacer algo, no debería pensarlo tanto… Sólo decidirse a hacerlo. ¿Usted qué haría?
Índice Flamígero: ¡No tienen madre las señoras y señores senadores! ¡Ya están pidiendo más recursos de nosotros los contribuyentes para darse un aguinaldo “de agasajo” en el 2018 —y todavía no cobran el de este año— y, por otro lado sacan la charola, inician la “coperacha” entre los ciudadanos para juntar recursos para los damnificados del sismo del jueves anterior. ¿Cuánto van a aportar ellos? ¿Pondría Emilio Gamboa, a subasta, su colección de arte valuada en ¡500 millones de dólares! —quizá ya más, pues el último dato es de hace dos años—, y de ahí donarla a los necesitados? ¿Cuándo menos uno de los Ferrari’s de Romero Deschamps? ¿Y los otros “padres conscriptos”, con cuánto se van a caer? ¡No tienen madre! ¡Me cae! + + + Pidió EPN a la iniciativa privada que participe, ¿pro bono?, en la reconstrucción del sureste mexicano donde millares han perdido sus hogares y se han venido abajo muchos edificios públicos (mal construidos y superbien cobrados, con moche al calce para los gobiernícolas). ¿Pondrá el ejemplo con “su” constructora Higa? ¿Y qué caso le harán las consentidas OHL, Aldessa, y, entre otras, las de Hank, Vázquez Raña y la de los cuñados de Carlos Salinas de Gortari que hacen ahora mismo “su agosto” en la obra del aeropuerto intergaláctico de Texcoco? Veremos. + + + “¿Y el FONDEN?”, pregunta don Rubén Mújica Vélez, quien de inmediato comenta: “Ni siquiera lo menciona Peña Nieto. Raro, raro, raro.” ¿Será que también ya se lo robaron, don Rubén? + + +, De la mano de don Alfredo Álvarez Barrón, El Poeta del Nopal nos obsequia hoy un epigrama sobre el casi centenar de muertos que ha dejado el sismo en Oaxaca, Chiapas y Tabasco:
“Y la desgracia se esconde
entre lamentos y gritos
como un sollozo infinito
¡venido de no sé dónde!”
A Enrique Peña Nieto todavía le quedan 444 días para continuar su promoción personal en prensa, radio y televisión… aún sobre las desgracias de la población empobrecida y nuevamente damnificada.
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