Los hermanos del sur
¬ Salvador Estrada martes 12, Sep 2017Folclor urbano
Salvador Estrada
Ante el dolor ajeno no debemos voltear el rostro ni hacernos insensibles, sino sentirlo propio y actuar y dar todo lo que se pueda para los hermanos que han perdido familia y patrimonio por el sacudimiento de tierra y la llegada de los huracanes.
Se estruja el corazón ver las imágenes en la televisión de los oaxaqueños con su dolor a cuestas: observan, conteniendo el llanto, su casa derruida, su patrimonio de años de trabajo hecho un montón de escombros. La naturaleza no conoce la piedad y, generalmente, los más dañados son los que menos tienen.
En Oaxaca, en más de 40 municipios, el terremoto del jueves pasado, dejó 71 muertos y 800 mil damnificados y la mayoría de las casas quedaron en el suelo. El municipio más conocido de todos ellos, y casi destruido, como si hubiera sido bombardeado, es Juchitán.
Suman en Chiapas 16 los muertos por el temblor y un millón 479 mil 576 los damnificados y 82 municipios los más afectados de los 122 que tiene el estado.
Oaxaca y Chiapas están llenos de historia y son emblemáticos para el turismo universal, que ahora dañados en muchos de sus municipios, verán disminuido el número de visitantes.
El Ejército y la Marina acudieron a esos estados para brindar protección y ayuda a los damnificados, pero sus elementos no son suficientes par atender tantas ciudaddes, cuyos habitantes claman ayuda urgente ante su desgracia.
Este es otro momento en la historia de México, como en 1985, cuando en la gran capital, muchos edificios se cayeron por el sismo de 8.1 grados, para que los mexicanos manifiesten su solidad fraternal y cooperen, den, socorran, ayuden a los hermanos de Oaxaca y Chiapas.
En Veracruz, los huracanes “Katia” y “José” le pegaron a sus municipios costeros, pero afortunadamente los estragos fueron mínimos y no hay decesos que lamentar. Se dañaron casas, pero no se cayeron y pronto serán reparadas.
Los damnificados piden ayuda a los gobiernos federal, estatal y municipal porque perdieron sus pertenencias, están viviendo en la calle, carecen de ropa y alimentos.
Para rescatar de su desgracia a los hermanos del sur está el Fondo Nacional de Desastres, pero la tragedia es mayor al dinero que tenga el fondo, por lo cual urge una campaña para obtener donativos para Oaxaca y Chiapas.
Todos los trabajadores debemos ayudar en lo más que podamos y las empresas, que ganan millones de pesos, deben de donar todo lo puedan, porque ahora es el momento en que se necesita demostrar la gran solidaridad de los factores de la producción.
Los mexicanos y sus gobiernos estamos enfrentando un gran reto: brindar ayuda urgente a los damnificados y reconstruir sus hogares. Oaxaca y Chiapas deben estar de pie antes de las elecciones de 2018.