¿Y la justicia?
¬ Augusto Corro martes 16, Nov 2010Punto x Punto
Augusto Corro
Seis mujeres perecieron en un incendio registrado en una sucursal de la cadena de tiendas Coppel en Culiacán, Sinaloa. Realizaban el inventario nocturno de mercancía cuando fueron alcanzadas por la tragedia. La singularidad del caso consistió en que las víctimas no pudieron abandonar el inmueble porque se encontraban encerradas en su interior.
A raíz de lo anterior, se empezó a decir que las empleadas no tenían las llaves para salir del local y salvar sus vidas. Los familiares de las víctimas afirman que las cortinas estaban cerradas con candados. La empresa, obvio, dice lo contrario.
A partir de esa información, se derivan un sinnúmero de conjeturas sobre la suerte que corrieron esas trabajadoras y que van desde su explotación vil e insegura por parte de los patrones, hasta las acciones de contubernio con las autoridades para aceptar las violaciones a las leyes laborales.
Las muertes de esas desafortunadas mujeres deben llevar a una investigación que castigue a los culpables, si es que los hay, para evitar nuevos hechos que podrían ocurrir ante la laxitud en el cumplimiento de protección a los trabajadores.
También deben tomarse en cuenta las relaciones entre los patrones de los grandes almacenes con los sindicatos patronales que tienen en el abandono a sus trabajadores. Los convenios entre dueños y líderes tienen sometidos a los empleados con acciones humillantes y deshumanizadas.
Los trabajadores son revisados cada vez que entran o salen de las tiendas de autoservicio. Todos son delincuentes hasta que demuestren lo contrario. Nadie protesta por esos tratos vejatorios. Se convirtieron en actos cotidianos. La necesidad de mantener el empleo no les permite protestar.
Por eso, las autoridades tendrán que ir a fondo, para saber qué ocurrió en la sucursal de la cadena de tiendas Coppel, en Culiacán. Enrique Coppel, uno de los propietarios del grupo Coppel, debe responder sobre la política laboral de su empresa, que en lo económico se distingue por la usura y su abusivo sistema de crédito.
Parece que los impartidores de justicia, en este caso, tendrán posibilidades de actuar sin mayores presiones, aunque Enrique Coppel se jacta de tener amigos en la jerarquía política y de ser uno de los principales promotores del gobierno panista y de Felipe Calderón Hinojosa.
Sin embargo, todo indica que el hilo se reventará por lo más delgado o que las muertes de esas mujeres pronto quedarán en el olvido, mientras Enrique Coppel se prepara a seguir su camino ascendente en los negocios, sin importarle el número de víctimas que deje a su paso. En este caso, como en otros, los impartidores se volverán sordos, ciegos y mudos, para que México continúe como uno de los países donde reina la corrupción y la impunidad.
¿IZQUIERDA, MÁS DIVIDIDA?
Lo que se conoce como la izquierda mexicana vuelve a recibir otro golpe y su división continúa. Ahora se trata del Partido de la Ciudad, que encabezan los hermanos René Arce y Víctor Hugo Círigo Vázquez y el ex dirigente del extinto Partido Social Demócrata, José Carlos Díaz Cuervo.
El senador René Arce y su hermano Víctor Hugo decidieron separarse del Partido de la Revolución Democrática (PRD) desde el año pasado debido a la pugna que surgió en la cúpula perredista por la disputa de la delegación de Iztapalapa.
René y Víctor Hugo perdieron la partida. Su adversaria Clara Brugada ganó la delegación, después de una controvertida elección en la que participó “Juanito”, como títere de Andrés Manuel López Obrador.
La guerra se realizó entre los propios perredistas, como es su costumbre, y aunque los lopezobradoristas se salieron con la suya, sus adversarios sí alcanzaron a mermar la afiliación partidista.
Los hermanos mencionados se distinguieron por su actuación caciquil en Iztapalapa. Eran los señores poderosos que se turnaban el poder delegacional entre la familia. Por eso, no les gustó o no les convino la forma en que fueron tratados en el PRD.
Decidieron correr sus propios riesgos con una nueva organización política que empieza con 20 mil afiliados y aunque no cuenta con el registro oficial en el Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF) piensan participar en las elecciones del 2012, en busca de bienestar, seguridad y gobernabilidad. Piensan extenderse por todo el país.
“Tenemos prohibido la afiliación masiva, somos una fuerza política que a diferencia de las otras, no sumamos al corporativismo, como tampoco tenemos el prurito de aliarnos con quien sea”, dijo el senador Arce.
Se trata pues, de una tribu perredista que abandona el redil. La división que persiste en el partido del sol azteca, como señalamos en otra ocasión, es de pronóstico reservado, pues lo único que se nota es el cascarón.
Jesús Ortega, el chucho mayor, se constituyó en el principal factor de desunión. Su colaboracionismo con el gobierno federal panista fue el causante de interminables enfrentamientos en su organización política. Los problemas se agudizarán por su necedad de ir con el Partido Acción Nacional (PAN) en alianzas políticas. Sin rubor alguno se decidió a mezclar el agua con el aceite.
¿Y “EL JEFE” DIEGO?
Después de seis meses y días de Diego Fernández de Cevallos “El Jefe”, ni su rastro. El tema viene a colación, porque se dijo que en los primeros días de noviembre el ex candidato presidencial volvería a su hogar.
Todo hace suponer que se trató de una especulación más. Lo único real que hubo en relación con el secuestro, fueron aquellas pruebas de vida en las que apareció “El Jefe” Diego en condiciones deplorables con los ojos vendados. Luego se habló del monto del rescate.
Después, se cayó en un silencio oficial. Hasta la fecha, los denominados “misteriosos desaparecedores”, grupo de hampones o guerrilleros, tienen en su poder a “El Jefe” Diego, quien fue secuestrado cuando llegaba a su rancho La Cabaña, en Querétaro.
Como se informó oportunamente, ninguna policía investiga el secuestro y los contactos con los plagiarios se realizan con gente designada por la familia de “El Jefe” Diego.