Trapitos al sol
¬ Salvador Estrada jueves 31, Ago 2017Folclor urbano
Salvador Estrada
Los políticos que son grandes negociantes y que en silencio y a la sorda han acumulado enormes capitales, se encuentran hoy, al darse a conocer sus fortunas, empapados de vergüenza y no precisamente por los diluvios que han caído en el país, sino por los cargos que se les hacen.
Ricardo Anaya, presidente del Partido Acción Nacional, ya no sabe dónde meter la cabeza, por “lucrar con un predio expropiado” que le dejó de ganancia más de 43 millones de pesos.
Hace diez años, cuando Ricardo Anaya era secretario particular del gobernador panista de Querétaro, Francisco Garrido, compró unos terrenos en 10 millones, para revenderlos después en 53 millones de pesos. Negocio en el que incluyó a su familia.
Este es el segundo diluvio que le cae al panista. El primero cuando se reveló que vivía su familia, esposa e hijos, en una residencia en Atlanta, Estados Unidos, y que sus vástagos acudían a una de las escuelas más caras y que él viajaba cada semana hacia esa ciudad de Georgia. Y esos gastos familiares, la manutención y sus viajes, se calcularon en 4 millones 500 mil pesos anuales.
Para cubrirse de ese diluvio, declaró que ganaba 480 mil pesos mensuales y que tenía otros ingresos por la renta de locales comerciales.
Sea como fuere, Ricardo está “a punto de ahogarse políticamente” y ante esos diluvios tiene que construir su barca para librarse y seguir en el mar de la política, porque pese a todo, quiere ser candidato a la Presidencia, pero “cuando te sacan los trapitos al sol”, lo mejor es esperar que se sequen. Y mientras le declara la “guerra al PRI”, dice que es una campaña del gobierno federal en su contra, porque se opone a que el procurador, Raúl Cervantes, pase en automático a fiscal general para permanecer en el cargo 9 años.
Todos los políticos a “los que les sacan sus trapitos al sol” se defienden y alegan todo lo que pueden para no “dañar su carrera”. Ahí está el caso de la presidenta del PRD, Alejandra Barrales, de quien se reveló que era propietaria de una avioneta con su “salario del partido”. Demostró que no era lo que pensaban y “zafín zafado es perdonado”.
Empero, los que ya no tuvieron vergüenza fueron los ex gobernadores priístas, porque se les pasó la mano. No les sacaron los trapitos, sino todo su guardarropa. Cometieron peculado, hicieron “transas” y se llevaron todo lo que pudieron. Ahí están los Yarrigton, los Duarte. Uno, preso en Italia, otro en una cárcel de México.
A esos gobernadores priístas se les expulsó del partido porque por sus acciones delictivas pusieron a temblar a su dirigencia, debido a que los ciudadanos creen que todos los priístas son de lo peor: “coyotes de la misma loma”.
Ahora, se espera que para fines de septiembre cuando se den a conocer los nombres de los aspirantes al gobierno capitalino y a la Presidencia de la República, les caiga el diluvio de “los malos manejos” en los cargos que han desempeñado. “Aguas con los trapitos al sol”.