El rey Peste
¬ Humberto Matalí Hernández viernes 30, Mar 2012Al son de las fábulas
Humberto Matalí Hernández
“Ante cada uno de ellos había la mitad de
un cráneo, que era usado a guisa de copa”
Edgar Allan Poe: “El rey Peste”
En estas semanas de pánico innecesario y mediático, es bueno recordar que no son pocos los autores literarios que utilizaron a la peste, uno de los cuatro apocalípticos jinetes según el texto bíblico de Juan el Teólogo, como tema de sus obras. Una de las narraciones menos conocida de Edgar Allan Poe (1809-1849) donde aborda el tema de las epidemias es “El rey Peste”, donde con excelente humor narra una noche de terror en un banquete fúnebre, a la que se enfrentan dos marinos llegados a la ciudad de Londres y desembarcan del “Free and easy” (libre y feliz), navío de bandera holandesa.
Los dos marinos, Legs, flaco y largo de piernas desproporcionadas y Tarpaulin, bajo de apenas cuatro pies y robusto, tan desproporcionados el uno como el otro, se topan en un barrio londinense vetado por la presencia de la peste, donde describe el autor: “Las casas derruidas obstruían las calles. Los más fétidos y venenosos miasmas flotaban por todas partes, y debido a esa débil luz que aún a medianoche emana siempre de una atmósfera vaporosa y pestilencial, hubiera vislumbrarse yacente en los pasajes y en las callejuelas o pudriéndose en las casas sin ventanas la carroña de algún saqueador nocturno, detenido por la peste cuando perpetraba su latrocinio”.
Los borrachos, y por lo tanto audaces, se encuentran una empresa de pompas fúnebres donde se realiza un banquete con la presencia de extraños y estrambóticos personajes, seis en número, pero con extraordinarios atavíos y presencia. Es la corte del “rey Peste primero”, personaje principal que así se presenta y afirma “…este salón, digo, es el trono de nuestro palacio, dedicado a los consejos de nuestro reino y a otras finalidades sagradas y excelsas.” Los nombres de los personajes de la corte de la peste, son tan originales como la reina Peste, el archiduque Pest-Ifemero, el duque Pest-Ilencia, el duque Tem-Pestuoso y la archiduquesa Ana Peste.
Por fortuna, al enorme Allan Poe, no le tocó la peste improvisada y mediocre de la porcina gripe, que alarma y sirve de escudo político y electorero al gobierno mexicano, que prohíbe las corbatas por ser portadoras del virus, y considera que 50 muertos por una infección pulmonar es motivo de alarma mundial, cuando al día por la guerra declarada contra el poder de los narcotraficantes, deja un saldo diario de 25 a 30 muertos y a veces más. Cuestión de imaginarse los nombres que utilizaría el genio bostoniano para llamar a los secretarios, a los funcionarios y los comunicadores televisivos. No hay duda que son vulnerables personajes como el ex secretario Carstens y qué decir del titular de Educación, de Ebrard, la simpática canciller y otros de los muchos que aparecen en estos días en el “show” (perdón por la gringada), de la gripe.
Aunque sin duda al terrible y tormentoso escritor, creador del género del cuento moderno, no se le ocurrió una narración en donde un país subdesarrollado diera la batalla por la humanidad, cual programa de televisión de “Star trek” o de “Viaje a las estrellas”. Dura responsabilidad para una nación que vive entre el alarmismo, el amarillismo noticiero y el escándalo político. Y que sobrevive entre una crisis saqueadora de la riqueza nacional por parte de los vampirescos banqueros.
Así que mejor refugiarse en las lecturas del terror, como esta de Edgar Allan Poe, en el año que se cumplen los 200 de su llegada al mundo, en donde sufrió como pocos y murió, como muchos, del hórrido hábito del licor. Y no es falsa moralina, porque vivan los inventos de la ciencia humana, conocidos como whisky, coñac, tequila y cerveza. Por lo menos alivian y distraen de la peste calderoniana y acercan la de Allan Poe, más lógica y creíble que la de este año. Y eso que el genio escribió su texto hace cerca de 180 años.
Además, contrasta con el pánico e histeria colectiva causada por las mismas autoridades, al recurrir al sistema mediático como el verdugo y causante de la paranoia por una gripe complicada, para la que existe cura, pero el desorden gubernamental, unido a los abusos de las mismas autoridades y laboratorios privados son los causantes de los fallecimientos. Tienen más responsabilidad que el virus mutante.