Los que se quedaron
Ramón Zurita Sahagún miércoles 30, Ago 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Desde los tiempos en que se decidió que el candidato a Presidente de la República surgía del dedazo del Ejecutivo en turno, son muchos los que con aspiraciones presidenciales se quedaron en el camino.
Casi siempre (con alguna excepción) los favoritos no llegaron a la candidatura del entonces invencible PRI, aunque pocos se atrevieron a desafiar al Presidente de la República y al entonces poderoso sistema.
Dos son los casos más emblemáticos de quienes no llegaron a la candidatura, siendo los más mencionados con esa posibilidad, pero una decisión de último momento o, tal vez, desde siempre, les evitó abanderar al PRI.
De los dos, uno lo tomó con tranquilidad y prefirió seguir dentro del sistema, gozando de sus beneficios que romper con el Presidente en turno, el otro, decidió irse por la rebeldía, aceptó resignado el cambio de asignación, pero nunca reconoció al candidato.
El primero, Mario Moya Palencia, secretario de Gobernación, aceptó no ser el candidato presidencial del PRI y que la designación recayera en José López Portillo, secretario de Hacienda.
Resignado, Moya Palencia que traía el apoyo de los principales sectores sociales y políticos del país, continuó como titular en Gobernación, hasta el término de la administración de Luis Echeverría Álvarez, aunque su disciplina partidista no le valió de nada, ya que el nuevo presidente, José López Portillo, tardó tres años en incorporarlo a la administración pública como director de Fonatur.
Eso sí, al arribo del siguiente presidente, Miguel de la Madrid Hurtado, fue ubicado como director de Ocean Garden y ya con los presidentes Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León se le habilitó como diplomático, siendo enviado de embajador a la ONU, Japón, Italia y Cuba, entre otros destinos.
Caso distinto es el de Manuel Camacho Solís, jefe del DDF y para muchos el favorito para ser el candidato del PRI que sucediera a Carlos Salinas de Gortari.
El dedo no favoreció a Manuel y el elegido fue Luis Donaldo Colosio Murrieta, secretario de Desarrollo Social, lo que no fue digerido por Camacho Solís, quien se declaró en rebeldía, se negó a respaldar la nominación del sonorense y fue relevado del gobierno capitalino y enviado como titular a la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Manuel nunca aceptó la nominación de Luis Donaldo y hasta se mantuvieron sospechas de un probable involucramiento en el asesinato del candidato del PRI, lo que definitivamente fue rechazado.
De ser uno de los personajes políticos más prominentes y poderosos de México, pasó a segundo término, con todo y que formó su propio partido político, el Partido de Centro Democrático, de vida efímera.
Luego de eso, manifestó simpatías por el PRD y fue diputado federal y senador plurinominal.
Uno más que se rebeló al no ser el candidato presidencial del PRI fue Javier García Paniagua, presidente del CEN del Partido Revolucionario Institucional, aunque no era el favorito, él se sintió con los tamaños suficientes para ser el ungido.
Molesto por esa decisión que favoreció a Miguel de la Madrid Hurtado, García Paniagua fue removido de la dirigencia partidista y enviado a la Secretaría del Trabajo, cargo que aceptó a regañadientes, renunciando al mismo al poco tiempo.
La rebeldía de García Paniagua le costó que todo el sexenio del gobierno de Miguel de la Madrid, fuese relegado y habilitado nuevamente en la naciente administración de Carlos Salinas de Gortari, donde primero fue jefe de la policía del Distrito Federal y después director de la Lotería Nacional.
Esos son algunos de los pocos casos de los políticos priístas que levantaron la voz indignados por no recaer en ellos la candidatura presidencial.
Claro que existieron otros como el secretario de Relaciones Exteriores de Manuel Ávila Camacho, Ezequiel Padilla, quien hasta se postuló candidato por el Partido Demócrata Mexicano, pero no estaba ubicado como favorito, siendo avasallado en las urnas por el priísta Miguel Alemán Valdés.
También seis años después (1952) otro priísta se sintió con sus derechos pisoteados al no ser candidato presidencial de ese partido y optó por competir contra el candidato tricolor.
Miguel Henríquez Guzmán fue proyectado por la Federación de Partidos del Pueblo Mexicano y se enfrentó al tricolor Adolfo Ruiz Cortines, quien le ganó en los resultados oficiales, en lo que fue catalogado como uno de los grandes fraudes electorales.
Sin embargo, los priístas, cuando su partido era invencible y monolítico, se mantenían disciplinados, casi siempre, ante la decisión del gran dedo que ejercía el Presidente de la República en turno.
Doce años de ausencia de la Presidencia de la República, parecen no haber hecho que cambiaran los métodos y se espera que la nominación del candidato de este partido surja de la misma manera, debido al dedo presidencial.
Lo que no está claro es que los priístas y los aspirantes que no resulten beneficiados lo aceptarán sin recato alguno o se manifestarán en rebeldía como ya ocurrió alguna vez.
La diferencia ahora es que los tricolores no tienen el triunfo asegurado como sucedía en el pasado y se requiere de la unidad, para poder estar en competencia con los otros partidos.
Vale la pena esperar para saber cuál será la reacción de Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación; Aurelio Nuño Mayer, secretario de Educación Pública; Luis Videgaray Caso, secretario de Relaciones Exteriores; José Antonio Meade Kuribreña, secretario de Hacienda, y José Ramón Narro Robles, secretario de Salud, en caso de no ser beneficiados con la gran decisión y si aceptarán al que resulte beneficiado.